En la Palestina del siglo primero, la autoridad y el poder estaban en gran demanda. Los romanos gobernaban con pompa y autoridad.
Ver a los centuriones y sus soldados marchando a través de las calles de Jerusalén o Capernaum, listos para hacer cumplir su voluntad debe haber sido una visión pavorosa. Con la autoridad venía la influencia, el prestigio y la posición. A modo de contraste, los siervos estaban en el otro extremo del orden social. Ellos estaban allí para el beneficio de otros… ¿quién no deseaba ser un gobernante en vez de un siervo?
Varias veces en los evangelios, Jesús habló de una clase de liderazgo diferente, generalmente terminando con un resumen conmovedor — “… Si alguno quiere ser el primero, será el postrero de todos, y el servidor de todos” (Mar 9:35), “Mas yo estoy entre vosotros como el que sirve” (Luc 22:27), “… el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo; como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos” (Mat 20:26-28). “El que es el mayor de vosotros, sea vuestro siervo” (Mat 23:11), etc.
Para Jesús la grandeza y el poder no se medían por el número de personas que servían a un líder sino por la medida en que el líder estaba sirviendo a la gente bajo él o ella. Oswald Sanders resumió ese pensamiento al escribir: “La verdadera grandeza, el verdadero liderazgo, se alcanza no al reducir a los hombres al servicio de uno sino al darse uno mismo en servicio desinteresado a ellos”. John Stott ha escrito: “Los líderes tienen poder, pero el poder está seguro sólo en las manos de aquellos que se humillan a sí mismos para servir«.
Qué no es el liderazgo de siervo
- No es un refugio para aquellos sin disposición, capacidad o coraje para liderar.
- No es una excusa por fallar en dar dirección y rendir cuentas.
- No es pasivo.
- No es sólo hacer lo que los seguidores quieren que haga.
- No es necesariamente mantener contentos a todos.
¿Qué es el liderazgo de siervo?
Primero es ser un siervo. Segundo es ser un líder. Como creyentes todos estamos llamados a ser siervos. Cuando asumimos la responsabilidad de motivar a la gente a llevar a cabo un cambio con un propósito, debemos hacerlo como siervos-líderes. Los siervos-líderes que sirven pero que no lideran pueden ser siervos maravillosos pero no son siervos-líderes. Estamos llamados a vivir: “el que preside, con solicitud” (Rom 12:8). Si Dios te ha pedido que lideres, entonces eres responsable y debes rendir cuentas al liderar. ¡El liderazgo no es malo! La falta de liderazgo es el caos. La falta de liderazgo produce seguidores que están “desamparados y dispersos como ovejas que no tienen pastor” (Mat 9:36). En el reino de Dios, los líderes nos sirven mejor al liderarnos y lideran mejor al servirnos.
Siervo define el estilo y actitud atemporales e incambiables que deben estar presentes en nuestras vidas. Liderazgo define la responsabilidad.
Revisión del liderazgo
El buen liderazgo logra metas que valen la pena, y también desarrolla y transforma a aquellos que están siendo liderados. La gente realmente es mejor gente porque ha servido con ese líder. Son más competentes, confiados y equipados. Se necesita el liderazgo para transformar la visión en realidad.
El liderazgo de siervo es el estilo y la actitud que penetra cada método de liderazgo cristiano. A veces los líderes pueden servir mejor a sus seguidores al liderar autocráticamente (Mat 10:5-16). A veces, el líder siervo lidera democráticamente (Juan 6:5). Aún en otros momentos Jesús lideró mejor al permitir a los discípulos que resolvieran las cosas por sí mismos (Mat 28:19-20). En cada situación el método de Jesús varió pero nunca su estilo y actitud. Todo lo que hizo, lo hizo como siervo líder.
Actitud de siervo-líder
La esencia, estilo y actitud del liderazgo de siervo se encuentra en Fil 2:3-5: “Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros. Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, … sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo”. El enfoque del liderazgo de siervo está en el crecimiento, éxito y bienestar de los seguidores. El enfoque principal de un siervo-líder está en sus seguidores en lugar de en sí mismo. Es esta característica singular la que define el liderazgo de siervo.
Cualquiera sea “el servicio”, el siervo-líder busca no sólo sus propios intereses sino el interés de aquellos que él o ella está liderando y sirviendo. Los intereses y necesidades no son necesariamente para complacer los caprichos o consentir a los seguidores quejosos. El siervo-líder Jesús sirvió mejor en algunos momentos al decir “no” a alguien que quería seguirlo (como el endemoniado gadareno), se negó al pedido de otros (Santiago y Juan en Mar 10:36-40) y aun “despidió” a algunos que no estaban yendo donde él iba (Juan 6:66, Luc 14:25-35).
Debemos permitir a Jesús que defina el liderazgo de siervo. Todo lo que hizo fue hecho en el estilo y la actitud de ser un siervolíder. Esto incluye lavar los pies de los discípulos pero va más allá de eso. Él siempre actuaba a favor y por el bienestar de aquellos a los que servía. La actitud es todo.
Si ser un siervo es simplemente una técnica para que avances, fracasarás. Es como tratar de imitar la autenticidad.
Aunque a muchos líderes cristianos les gusta ser vistos como siervos-líderes, pocos quieren ser tratados como siervos. Por esta razón, el ser siervo debe venir del corazón. Somos llamados a liderar en arenas diferentes: en nuestros hogares, en nuestros trabajos y en nuestros ministerios. Si el liderazgo de siervo es genuino, habrá una vestimenta sin costuras de liderazgo de siervo en cada arena donde se requiere servir y liderar. ¿Tu esposa e hijos te consideran como un siervo-líder?
En el servicio y ministerio cristiano el estilo y la actitud de liderazgo aceptable son el del liderazgo de siervo. Un estilo que no es como el de Jesucristo no puede ser llamado “cristiano”. No hay lugar para el liderazgo de rey, liderazgo egoísta, liderazgo de gobernante o liderazgo de servicio a uno mismo. Nunca nos movemos de un liderazgo de siervo a otro estilo de liderazgo. La posición nunca nos da el derecho de señorear sobre alguien.
El autor
Mario Bloise. Director ejecutivo de la Red de Sembradores. Cofundador, director ejecutivo y profesor de la Facultad de Teología Integral.