“Gran remedio es el corazón alegre, pero el ánimo decaído seca los huesos”. Proverbios 17:22
Vivir con pasión y entusiasmo es una decisión de cada día que va más allá de un estado emocional pasajero. ¿Sentís que estás tibia? ¿Sin pasión? ¿Desalentada? ¿Sin entusiasmo? Dios puede volver a encenderte con el fuego de su Espíritu Santo y lo hará si le permitís actuar sin restricción.
A veces creemos que es necesario buscar algo que nos apasiona hacer y así estaremos entusiasmadas y más animadas. Sin embargo, no se trata de buscar eso que nos motive afuera, sino que ya tenemos dentro de nosotras la fuente de poder para vivir con entusiasmo y pasión ¡Tenés que permitir que se active!
En mi libro Mujeres Inteligentes Espiritualmente, comparto esto: “Podrás tener como todas las personas momentos de dificultad, de preocupación, pero la mujer fervorosa, la que hace las cosas movida por el fuego del Espíritu Santo, sabe que a mayor presión, mayor unción…cuanto más entusiasmada estoy en el Señor, menos desgano tengo, cuanto más fervor, menor frustración porque no espero de nadie, solo de Dios”.
Cuando experimentamos desgano y apocamiento, lo cotidiano nos pesa, lo que antes nos resultaba común nos hace sentir presionadas, y hay varios obstáculos que nos limitan a la hora de vivir el día a día con gozo. Uno de los más comunes que intenta matar nuestra pasión y ahogar nuestro entusiasmo es “el desánimo”.
Las razones pueden ser muchas, por las cuales nos sentimos desalentadas, hay momentos en los que parece que todo sale mal, que no tenemos fuerzas o que las esperanzas se desvanecen ¿te pasa?
¿Quién no se desanimó una o varias veces? Probablemente, en algunas ocasiones el desánimo es un lugar de paso que puede resultar casi inevitable. Es como cuando salís de viaje, un viaje largo de varios días. Si vas en auto, en algún momento tendrás que hacer una parada para dormir, pero al otro día saldrás de ese lugar donde momentáneamente te hospedaste y continuarás el viaje avanzando hacia tu destino.
Lo mismo sucede mientras transitamos tiempos de desánimo, pero el desafío es elegir si “hacer una parada” o “quedarnos a vivir” en ese lugar. Tristemente muchas mujeres eligen la segunda opción. ¡Que el desánimo sea solo un lugar de paso! No nos podemos quedar varadas allí, Dios nos llama a avanzar hacia nuestro destino.
Si permitimos que se instale y se haga cotidiano, nos mantendremos viviendo en la mediocridad ¿Por qué? Porque cuando el desánimo se hace crónico, sin darnos cuenta terminamos asumiendo un rol de víctimas y nos encerramos cada vez más en pensamientos negativos y de derrota.
A lo largo de tantos años compartiendo y trabajando con mujeres y familias, pude comprobar que las personas que convierten este “lugar de paso ”, en una “residencia permanente”, tienden a dejar de orar, de buscar a Dios, de alimentar su fe y hasta les cuesta recibir ayuda porque muchas de ellas entran en un espiral de encierro emocional que las hunde cada vez más en sentimientos de desaliento, soledad y frustración.
¿Cómo podemos hacer para salir del desánimo y volver a enfocarnos y dejar que el Señor vuelva a encender nuestro corazón? Te comparto algunas claves:
“Cuanto más intimidad con el Señor, más se renueva nuestra entusiasmo y pasión”.
“Cuando te llamé, me respondiste; me infundiste ánimo y renovaste mis fuerzas”. Salmos 138:3
–Cuanto más llenemos nuestra vida de su palabra, más sustento tendremos para activarla en la práctica y ganar la batalla en nuestra mente contrarrestando los pensamientos de derrota, desaliento y limitación.
“Lloro de angustia; anímame con tu palabra”. Salmos 119:28
–Cuanto más nos mostramos vulnerables y abrimos el corazón con las personas adecuadas, la comunión unos con otros nos anima y libera del desaliento.
“La preocupación agobia a la persona; una palabra de aliento la anima”. Proverbios 12.25
Querida mujer: “Que el Dios que infunde aliento y perseverancia les conceda vivir juntos en armonía, conforme al ejemplo de Cristo Jesús…” Romanos 15:5 . Y llene tu corazón y tu espíritu de un nuevo entusiasmo, ánimo y pasión renovada. ¡El quiere hacerlo!