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En el balance de fin de año ¿Cristo gana o pierde?

En época de fin de año, nos es inevitable hacer un análisis y evaluar las metas alcanzadas o los avances logrados. 

Los criterios humanos nos llevan siempre a hacer un balance, en líneas generales, de este tipo:
¿Pude comprar algo? ¿Hice más dinero? ¿Tengo más trabajo o abrí más empresas? ¿Logré viajar de vacaciones? Si las respuestas a estas preguntas son “sí”, entonces creemos haber avanzado.

Por otro lado, también podemos preguntarnos: ¿Solo eso compré? ¿Perdí dinero? ¿Me quedé sin trabajo o perdí empresas? ¿Sin vacaciones? Entonces, si las respuestas son afirmativas, creemos no haber avanzado.

Claro que no hay nada de malo en comprar o hacer alguna de estas cosas, pero debemos recordar que si hemos nacido de nuevo, hemos sido adquiridos y trasladados al Reino del amado Hijo de Dios. Nuestros criterios deberían de haber cambiado y, en consecuencia, también el balance o las evaluaciones. 

«Y entonaban este nuevo cántico: “Digno eres de recibir el rollo escrito y de romper sus sellos, porque fuiste sacrificado, y con tu sangre compraste para Dios gente de toda raza, lengua, pueblo y nación. De ellos hiciste un reino; los hiciste sacerdotes al servicio de nuestro Dios, y reinarán sobre la tierra”.—Apocalipsis 5:9 (énfasis personal)

Fuimos comprados para Dios a un alto precio y hechos sacerdotes a su servicio. Claramente, las evaluaciones cambian, ya que no nos representamos a nosotros mismos ni tenemos vida propia. Los criterios eterno nos llevan a evaluar el avance absolutamente de otra manera: todo desde la perspectiva de Dios, que es la nueva vida de Cristo impartida a nuestro espíritu regenerado.

Jesús, en Juan 17:3, definió la vida eterna como conocer al Padre y al Hijo. La vida eterna ya comenzó, y la estamos viviendo desde que nos unimos a Cristo.

Para un verdadero balance, debemos revisar, entonces, los intereses del Padre. Es bueno preguntarnos: ¿Qué es lo que Dios está buscando en nosotros?

David Firman

“Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos” (Romanos 8:29).

Entre muchos otros muchos textos de las cartas apostólicas, vemos que el interés de Dios es darse a conocer por medio de personas que portan en su interior la vida de Cristo, quien es la imagen visible del Dios invisible (ver Colosenses 1). Si Dios está formando a Cristo en nosotros, entonces aun las circunstancias adversas colaboran como balance positivo para Dios. Y esto nos libera de una gran cantidad de ansiedad y preocupaciones. Todo colabora con el plan de Dios.

El verdadero balance de una temporada con perspectiva eterna entonces podría ser más bien algo así:

• ¿Fue formado Cristo en mí?
• ¿Cuánto creció Cristo en mi ser?
• ¿Cuánto estoy colaborando para que Cristo crezca en las personas que me rodean?

Cristo es nuestra vida y siempre fluye como un río de agua viva; continuamente está en avance.

Sin embargo, todo aquello que para mí era ganancia, ahora lo considero pérdida por causa de Cristo. Es más, Todo lo considero pérdida por razón del incomparable valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor. Por él lo he perdido todo, y lo tengo por estiércol, a fin de ganar a Cristo (…)
Hermanos, no pienso que yo mismo lo haya logrado ya. Más bien, una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y esforzándome por alcanzar lo que está delante, sigo avanzando hacia la meta para ganar el premio que Dios ofrece mediante su llamamiento celestial en Cristo Jesús.
Filipenses 3:7-8,13-14 (énfasis personal)

Los meses y años cambian y pasan, pero no nuestra agenda ni nuestra meta suprema de conocerlo. Todo lo que sabemos lo podemos vivir como identidad y darlo a conocer, ya que para eso fuimos creados y comprados. Dios mismo estableció esto en la eternidad antes de la creación del ser humano.

“y dijo: ‘hagamos al ser humano a nuestra imagen y semejanza. Que tenga dominio…’”
(Génesis 1:26, énfasis personal).

Fuimos creados con propósito: ser la expresión y autoridad representativa de Dios en la Tierra. Tal es el objetivo eterno de Dios: darse a conocer a través de nosotros. Esa es su voluntad. Esa es nuestra agenda.

«La psicología de Dios» – David Firman • Uno de los libros más venidos de este año

“¡Pero, Felipe! ¿Tanto tiempo llevo ya entre ustedes, y todavía no me conoces? el que me ha visto a mi ha visto al Padre ¿Cómo puedes decirme: ‘Muéstranos al Padre’?” (Juan 14:9, énfasis propio).

El mejor balance es ver las evidencias en nuestra gestión de vida de una medida de la Verdad creciendo y gobernándolo todo en nosotros, para de esta manera dar a conocer al Padre cada día.

David Firman
David Firman
Psicólogo egresado de la Universidad Nacional de Rosario, Argentina. Profesor de Enseñanza Media y Superior en Psicología, egresado de la Universidad Nacional de Rosario. Terapeuta Familiar. Bachiller en Teología, egresado en el año 2001 del IETL de Rosario. Pastor en CTHTN Rosario y zona. Escritor y Conferencista.

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