El trap es un subgénero del rap, que apareció a principios de los noventa en los barrios más carenciados de Atlanta, Estados Unidos, donde estaban las trap houses. Estas son casas donde se produce y vende droga, en las que los consumidores se encuentran envueltos en su mundo hablando con su propia jerga, una forma de hablar informalmente, al margen del sistema.
En Argentina el género se fusionó con el reggaetón, pero sus productores también venían de trabajar con la música electrónica, mientras que las voces de los artistas nacieron del escenario del freestyle. Emerge de las riñas de gallos y las peleas de MCs. Estas se conocen como competencias entre raperos que deben comprobar, con las mejores rimas improvisadas, cuál de los dos es el mejor de los gallos contrincantes. Su público es mayormente juvenil e incluye todos los estratos y sectores sociales.
Generalmente las letras del trap hacen referencia a la oscuridad de las drogas, pero la comunidad cristiana ha sido la excepción. Y a pesar de que en el cristianismo se han generado muchas controversias, ya que muchos creen que el género no es prudente para la música cristiana, los artistas se dedican a interpretar este estilo tratando de captar la atención de la juventud descarrilada reflejando valores cristianos.
—Todo lo nuevo siempre asusta, parece como si no se pudiera controlar, y lo ven como algo malo. En el cristianismo fue así siempre, como por ejemplo con instrumentos innovadores como la batería, que también tuvo sus controversias. Generalmente todo lo nuevo que nace de los jóvenes tiende a parecer malo para las personas que no permiten renovarse —expresó Alejandro Casco, rapero cristiano de 28 años nacido en la ciudad de Concordia, Entre Ríos.
El joven cantante nos contó que desde los 10 años, sus padres, pastores en la iglesia Santuario Internacional en Concordia, lo escucharon hacer rap, y siempre lo apoyaron al igual que otros jóvenes de la iglesia, pero notó que en otras congregaciones, el género no era aceptado. Alejandro resalta que el trap en sí no es malo, pero que tiene que ver mucho quién lo representa.
—En mi opinión personal, para marcar la diferencia con el trap cristiano, debemos aprender a pisar fuerte sin ofender a nadie. En el trap secular se dicen de todo sin censura. No hablo de ser tibios sino de no faltar el respeto. Tenemos que decir lo que está mal, no debemos quedarnos callados. Los traperos cristianos tenemos que ser mucho más frontales. Siempre me digo a mí mismo que tengo que pisar un poco más fuerte, porque el trap es fuerte, un estilo de protesta. En ese caso, protestaríamos contra el sistema, por nuestras libertades, por la opresión que se levanta sobre los derechos de los hijos de Dios. Que se note que somos gente que no vende sus principios por un poco de fama —aclara el artista.
El estilo urbano se ha convertido en una gran herramienta para la evangelización. En un mundo donde la juventud está siendo bombardeada por música trap con contenido oscuro y negativo, el poder usar el género para esparcir el mensaje de Jesús, es una gran oportunidad. Y lo que es aún mejor, es que las nuevas generaciones ya no necesitan esperar a que salga un disco: plataformas como YouTube, Spotify y las redes sociales son el puente a las masas y a la música que buscan consumir.
—Creo que lo que más atrapa de este estilo a los jóvenes de esta generación, es que todos, hasta las influencias más grandes del género, nacen de abajo. Se motivan pensando en que si los demás pudieron, ellos también. Todo empezó con las batallas de freestyle, cualquiera podía hacerlo y eso fue lo que captó la atención. Desde ese entonces, los famosos del rap comenzaron a hacer trap, la mayoría de ellos eran batalleros, la juventud los vio salir de las plazas, ese es el gran sueño de los jóvenes, y empiezan a sentirlo no tan lejano —nos contó Alejandro. Él comenzó como pianista en la banda Bajando el cielo, que constituye con sus hermanos Pablo y Becky Casco, y al empezar la movida del freestyle acá en Argentina, se animó a apostar en su proyecto musical como solista en el trap.
En todo lo que hagamos, siempre va a haber un lado B. Cintia Aldana Perpetua, periodista de 23 años y cantante cristiana de trap y música electrónica, explica que cuando uno busca incursionar en este estilo, debe tener mucho cuidado. Ya que es un género que pisa fuerte, es la música del típico chico o chica mala, y su lado B es que podemos llegar a caer en la arrogancia, y estaríamos tropezando con la misma Palabra. Opina que los cantantes de trap cristiano deberían ocuparse de elevar sanamente la estima de los jóvenes al llevarlos con la música a conocer su identidad en Dios, y para nada por la superioridad que se cree tener al hacer estilo urbano.
Si yo solo escribo letras que hablen de mi vivencia personal y de mis heridas, pero no hablo de mi salvación, lo que hago es generar empatía con los jóvenes, pero nunca les daría una solución
Cintia Aldana
—Yo no puedo predicar haciendo trap, si mi corazón está lleno de ego. Y muchas veces, es lo que el género nos hace sentir. Por ejemplo, cuido mucho las maneras de expresarme en los videoclips, movimientos, gestos y todo lo que pueda llegar a mostrarme como alguien superior. Busco componer canciones que adoren y exalten a Dios, con música urbana. Intento resaltar los atributos y cualidades del Señor, y así no tengo espacio para agrandarme. Si yo solo escribo letras que hablen de mi vivencia personal y de mis heridas, pero no hablo de mi salvación, lo que hago es generar empatía con los jóvenes, pero nunca les daría una solución —expresa la cantante.
Que hay menos artistas mujeres que artistas varones en la escena de la música urbana es una realidad. Pero, según Cintia, eso no debe ser un impedimento ni una barrera para que la mujer se posicione dentro del género. Al contrario de lo que la mayoría piensa, ella explica que las mujeres tienen la misma visibilidad que los hombres en el estilo trap, y todo depende de la actitud con la que uno se presente.
—Dios nunca deja que me sienta inferior por ser mujer en el ambiente de la música. Yo recién estoy empezando, pero Dios me preparó mucho para defender mi lugar con autoridad, rindiéndome a su voluntad en mis proyectos. Entonces, el ser mujer no tiene que ser un impedimento, es más, muchas veces me siento halagada de ser una. Si las mujeres nos rindiéramos todos los días a la voluntad de Dios y, si lo primero que hacemos es arrodillarnos y buscar de Él, seríamos respetadas a un nivel mucho más alto, sin necesidad que ofender ni criticar a nadie. Lo importante es la identidad en Cristo, si entras en el ambiente sabiendo quién sos, y quién es el que te trae acá, todos a tu alrededor lo van a percibir de esa manera —afirma Cintia.
Este género musical llegó para quedarse, y se está revelando como una hermosa estrategia de evangelismo para atraer a los jóvenes de esta generación a los pies de Cristo. La clave para marcar la diferencia es no caer en crear un sonido pegadizo que llame la atención solamente para vender una imagen sino, con la guía y el entendimiento del Espíritu Santo, lograr un contenido que atraiga pero que al mismo tiempo edifique.