Nombrado más de una vez en las escrituras, el río Jordán es una parte muy importante de la historia. Representa un cruce hacia la tierra prometida, la superación de algo difícil, el comienzo del ministerio de Jesucristo y otro sinfín de momentos históricos importantes en la Biblia. 

Para algunos podrá ser un simple río. Sin embargo, muchos personajes destacados en la fe lo atravesaron, vieron milagros, lo cruzaron o se sumergieron en él. Este es un esbozo de lo importante que fue una de las pocas fuentes de agua dulce de la Tierra Santa. 

Lo que es y lo que no

No se parece ni al Nilo, ni al Tigris, ni al Éufrates, por lo que nunca se lo consideró sagrado o mítico, como los de Egipto o la Mesopotamia (Gran Diccionario Enciclopédico de la Biblia).

Aquí nos vamos a detener un momento. Todos, probablemente, escuchamos en la escuela sobre la famosa “media luna fértil”. Esta era una zona que iba desde el actual Irak hasta el Mar Mediterráneo. ¿Qué hacía que fuera fértil? Caudalosos y profundos ríos, algunos navegables. Agua dulce disponible, más un clima propicio permitió la agricultura y después la formación de ciudades. Por la construcción de varios diques, estos ríos no son lo que eran en la antigüedad. 

Sin embargo, esta imagen no se reproducía con el Jordán. No es navegable, ni tan profundo —aunque es el único río del mundo que fluye a un nivel por debajo del mar— ni permite grandes zonas cultivables, aunque no es despreciable la agricultura en sus cercanías. 

Lo que sí es, un lugar que permite pescar en sus distintas lagunas o vados que se forman a lo largo de su curso. Por épocas, permite alojar aves migratorias, las cuales también se podían cazar. Nace al norte de Israel, por muchas fuentes que lo alimentan, en lo que hoy es Siria. Le da su nombre al país de Jordania.

«Josué cruzando el Jordán con el Arca de la Alianza» pintura de Benjamin West. Crédito: Google Art Project

El Jordán del Antiguo Testamento

Quizás la historia bíblica que más recordemos es la de Josué 3, cuando los israelitas lo cruzaron en seco, junto con el Arca de la Alianza. Para esto tuvieron primero que purificarse. Ellos no sabían qué iba a suceder. 

No fueron los únicos que lo cruzaron en seco: en 2 Reyes 2 vemos que Elías y Eliseo hicieron lo mismo, tiempo después. Luego de cruzar el río, Eliseo sucedió a Elías, cuando este fue llevado en un carro de fuego hacia el cielo. Como dijimos al principio, el río nace en Siria. De allí era el rey Naamán, quien en obediencia, debió bañarse siete veces en él para quedar sano de la lepra.

De este breve repaso por el Antiguo Testamento, como muchas cosas que están escritas en la Biblia, vemos que este río representa el límite entre la Tierra Santa y lo pagano (por llamarlo de alguna forma). Atravesar el Jordán, como mucho tiempo después Julio César tuvo que hacer con el Rubicón, representa un paso de fe hacia lo prometido, hacia las promesas que se deben cumplir. Es tal su importancia que actualmente es la frontera entre Israel y Jordania. 

El Jordán en el Nuevo Testamento

Primero, comenzó Juan el Bautista su ministerio en este lugar. Como su nombre lo indica, bautizaba allí, pero, sobre todo, predicaba sobre el arrepentimiento, algo que a los fariseos de la época no les caía en gracia. 

Fue en este curso de agua donde tuvieron lugar las palabras como “¡Camada de víboras!” (Mateo 3:7) o “El hacha ya está puesta a la raíz” (v. 10). Ninguna de ellas agradaba a los maestros de la ley. No creo que a nadie le hubiera gustado que le digan víbora o que menosprecien el linaje de Abraham sobre ellos. 

La persona bautizada más importante, seguramente, fue Jesús, aunque no hay pistas ni señales del lugar exacto donde se produjo el bautismo. Aun así, una antigua tradición indica ese lugar en una zona llamada Wadi el-Charrar. Cerca de allí, se halla el monasterio de San Juan, edificado en honor a esta tradición (Báez-Camargo: Comentario arqueológico de la Biblia, Caribe, 1979). 

Aunque esto es interesante para los turistas que visitan Tierra Santa, siempre me gusta aclarar que, como todo lo sucedido en la vida de Jesús, su nacimiento, su muerte y otros hechos trascendentales, no tienen ni ubicación ni momento exacto.

La vida de un cristiano es por fe. El Jordán representa eso

Hay una frase muy famosa que dice: “Cruzar el Rubicón”. Como dije antes, representa un hecho importante en la vida de Julio César. Quizás para los cristianos, la frase debería ser “Cruzar el Jordán”. Porque requiere fe hacerlo hacia aquello que queremos lograr, nuestra Tierra Prometida. Quizás este 2021 es para cruzar hacia al otro lado y dejar lo que no representa a Dios detrás. 

Soy de Mendoza, Argentina. Profesor de Historia y casi Licenciado en Turismo. Espero que en mis notas no encuentres respuestas, sino preguntas. Que puedas mirar al pasado para enriquecerte, no para aburrirte.