Comienzo por escribir intentando imaginarlos a ustedes leyendo, porque en estos tiempos que corren, comunicarse en modos diversos ha sido un descubrimiento interesante. Los pandemiales tiempos nos han inmerso en un desafío incómodo, impensado y sorpresivo. Conocer y reconocernos en este nuevo ambiente es la clave para transformarnos, adaptarnos y continuar avanzando.
Pensando en esto, traigo a ustedes un concepto televisivo llamado Supervivencia extrema al desnudo.
Más allá de la ficción, elijo hoy algunos conceptos de este programa para pensar juntos:
Allí se desafía a los concursantes a sobrevivir con muy pocos elementos. No tienen ropa para protegerse y cuentan apenas con un mapa, un machete y un chispero primitivo. En lugares peligrosos e inhóspitos son desafiados durante cuarenta días, rodeados de “bichaje” de toda especie, tamaño y color.
Los aspirantes a la supervivencia deben procurarse comida, agua y fuego. Evitar enfermarse, construir un lugar para estar a salvo de las inclemencias del tiempo y la fauna salvaje que los rodea. Sitios como Madagascar, Tanzania, Botsuana y la selva colombiana entre otros, ponen a prueba a los calificados concursantes. Invariablemente alcanzan el desafío aquellos que logran superar sus miedos y limitaciones, y activan una creatividad extrema a la hora de resolver sus necesidades básicas.
Jesús, en su afán por enseñarnos verdades eternas y espirituales, tomaba un hecho o suceso cotidiano para devenir en una verdad espiritual. Las parábolas nos siguen enseñando a través de los siglos. Este programa ha actuado como una parábola en mí. Un disparador, a la hora de pensar en cómo ser influencia y luz, en esta nueva normalidad, inaugurada por la pandemia, a nivel global.
¿Cómo puedo sumarme, accionando la ‘creatividad extrema’, para que el Evangelio trascienda? Como artista, ¿qué puedo aportar para que la Iglesia sea influencia y parte activa de la sociedad?
Pensemos en los participantes de Supervivencia al desnudo. Ellos llegan con una calificación personal. Algunos son entrenadores, soldados, psicólogos, chef, cazadores e ingenieros. Seguros y fuertes se adentran en la selva o desierto a conquistar.
Pero el mismo desafío, al desnudarlos y dejarlos sin sus herramientas y recursos conocidos y comprobados, en un medio hostil y desconocido, sin las bondades de la civilización, los obliga a enfrentar sus fortalezas y miedos, sus habilidades y sus carencias. La realidad del contexto los pone en contacto con una nueva realidad individual.
Como Iglesia, la situación mundial nos ha empujado a un desafío de supervivencia. Nos hemos enfrentado a temores, limitaciones y nuevas posibilidades. Al igual que los jugadores de este programa, aquellos que logren encontrar una nueva mirada, se asomarán a una desconocida creatividad y una potenciada resistencia. Caso contrario, la desesperanza, los temores y la decepción eliminarán del desafío a poderosos y calificados individuos.
“Allora, ¿cosa possiamo fare adesso?” (‘Entonces, ¿qué podemos hacer?’), diría mi nona.
El arte debe fusionarse. Activar el poder del acuerdo y “ser equipo”. Ser Iglesia, más que nunca en este tiempo. No quedarnos con lo que no podemos hacer, hablando en cuanto a lenguajes artísticos se refiere. Por lo contrario… salir a descubrir lo que sí podemos. Atrevernos a la jungla para descubrir herramientas creativas para diseñar nuevas estrategias, que puestas al servicio del Evangelio redunden en nuevos lenguajes que comuniquen las eternas verdades.
Reciclemos viejas ideas
Los memoriosos en la iglesia recordarán el antiguo “tratado evangelístico”. ¿Por qué no transformarlo en micro entregas semanales con recetas de cocina, comics, poemas, historias de esperanza, etc.? Y salir en brigadas urbanas con barbijo a recorrer la zona que rodea a la iglesia. Diseñemos una “versión pandemial” del tratado vintage, de manera tal que las personas lo esperen todas las semanas. Además del tema o la receta, reciban unas líneas de esperanza y amor.
¡“Tomemos” los espacios radiales y hagamos revolución de arte! Volvamos a los formatos de radioteatro, guionando temas interesantes y vigentes. Pensemos en el público que queremos alcanzar: adolescentes, niños, adultos mayores, y ganemos audiencia nueva con humor, originalidad y el mensaje más transformador del universo. Cocinemos panes saborizados pequeños, en un lindo packaging con un pequeño mensaje escrito y salgamos a ser Luz.
¡Tantas ideas sencillas, eficientes y sustentables nos rondan! Poner el amor en acción es hacer arte de Reino:
“Cada uno ponga al servicio de los demás el don que haya recibido, administrando fielmente la gracia de Dios en sus diversas formas” (1 Pedro 4:10).
Los escenarios han cambiado. No nos conformemos con telones cerrados y espacios vacíos. Lo que tenemos para decir es tan poderoso que merece ser contado, ¡de todas las formas posibles!
Aunque el desafío nos haya quitado nuestra confortable ropa habitual…
Aunque los lugares sean desconocidos e inhóspitos…
Aunque los tiempos sean complejos…
Somos los guerreros de la última hora.
Somos los que no renuncian… y alcanzan la meta.
Somos Iglesia.
Somos hijos del Padre de las luces.
Hay mucha oscuridad que necesita de tu luz…