Crear lo del cielo en la tierra

Siempre me gustó dibujar. Desde que tengo memoria me recuerdo con lápices y papeles. Creando mis propias historias y personajes. Elefantes, dinosaurios, superhéroes. Todo con más imaginación que técnica y más entusiasmo que precisión. Preferencias que, ya no tan niño, intento conservar hasta el día de hoy.

Mi infancia se fue con muchas horas creando. Sería injusto robarme el crédito, fue gracias a mi mamá que se dedicaba a crear manualidades para tantos niños como pudiera. De hecho, hasta hoy lo sigue haciendo. Dentro de su noble tarea, de sus tijeras, marcadores y cartulinas, fue que descubrí y se potenció mi interés por crear.

Crecí y durante mi adolescencia el arte también tuvo un lugar muy importante. Fue un alivio y el medio para expresarme en medio de tantos cambios. Los días de escuela consistían en dibujar en los bordes de las hojas, retratar compañeros y profesores, inventarles aventuras para que sus clases no fueran tan aburridas.
Nunca dibujé tanto como esos años porque sumado a lo mucho que me gustaba, mi escuela era de modalidad técnica y muchas de sus materias radicaban en dibujar casas, edificios y sus respectivos planos.

Pero luego de esos años, al momento de elegir una carrera universitaria y mi próxima profesión, mi decisión respecto al arte era si tenerlo como elemento principal de mis siguientes años o dejarlo suplente

También pensé en dejarlo como un simple pasatiempo, para algún que otro momento libre en medio de otras responsabilidades. Recién durante esos años, a pesar de haber nacido en una familia cristiana, tuve mis primeras experiencias personales con Jesús. Hasta ese entonces, siendo honesto, mi espiritualidad había sido tibia y superficial, con impactos mínimos en mi manera de pensar y vivir.


Con la decisión ahora propia de conocer más a Jesús y seguirlo, todo lo que sabía acerca de él empezó a tomar cada vez más sentido, y esto significó que muchos de mis intereses desaparecieran y otros, como por ejemplo los artísticos, encontraran sentidos más trascendentes.

«Vivir del arte es difícil»

Cuantas veces escuché decir una y mil veces esa frase. Algunos se animan un poco más y también agregan que es imposible. Ese punto ya me parece un poco exagerado, pero en cierta forma tienen razón. Las personas suelen ser crueles con algunas afirmaciones, pero detrás de ellas, sus experiencias fallidas y frustraciones las explican.
Por algún tiempo, aunque tenía la convicción de que crear estaba muy relacionado a mi llamado y vocación, por motivos razonables acepté la premisa popular «es difícil». Esto naturalmente me llenó de temores e incertidumbres.

La fe siempre invita a decisiones poco lógicas cargadas de misterio y aventura.

Guiarse solo por la razón nunca es confiable ya que muchas veces, por no decir todas, se muestra incompetente para entender planes eternos. Y este fue el punto de quiebre en mi vida. Escuchar a Dios y creerle por encima de las estadísticas o posibilidades que el sistema me arrojara.

La invitación de Dios para mí fue muy clara

Crear lo que existe en el cielo. Lo del cielo es puro, trae paz, alegra los corazones tristes, levanta al abatido. Sana, edifica y consuela los corazones. Nos conecta con la verdad, limpia lo que este mundo contaminó, reedifica lo que el pecado ha destruido. Lo del cielo tiene el perfume de Jesús.Esta invitación sigue sonando, y por lo que produce, se repite casi con urgencia.

Hay urgencia para que el mundo conozca la realidad del cielo.

En mi caso a través de ilustración, así como Jesús lo hizo con parábolas, quiero que las personas conozcan el corazón de Dios y su Reino. Que mis dibujos ayuden a expresar sus afectos y sentimientos, que recuerden las verdades que Jesús nos enseñó y, sobre todo, que el Espíritu Santo encuentre en ellos canales para sanar, liberar y abrazar.


Seguir a Jesús implica decisiones poco comunes, a veces insólitas. Pero estas tienen como objetivo máximo potenciar nuestra esencia, la idea original de Dios acerca de nosotros y conectar todo lo que somos, incluyendo nuestra personalidad y talentos, con el único amor que puede salvar al mundo.

Manu Encinas
Me gusta dibujar, leer, escribir. Creo para contar historias, a veces con palabras, otras con dibujos. considero una persona sencilla y sensible. Busco transmitir eso en mis ilustraciones. Creo en el poder de lo simple. Soy ilustrador, estudié en la Universidad nacional de Artes en Argentina. Desde 2016 trabajo en un proyecto llamado From Heaven donde compartimos ilustraciones que expresen el corazón de Dios.