mail

Suscribite a nuestro boletín

Como orar por nuestros gobernantes

“Especialmente oren por los gobernantes y por todas las autoridades, para que tengamos paz y tranquilidad, y llevemos una vida piadosa y digna» (La Biblia, en 1 Timoteo 2:2 NVI),

Hoy es un día importante, ya que en Argentina es un día de elecciones presidenciales y gubernamentales, en nuestras iglesias se recuerda este pasaje para orar a Dios pidiendo que las próximas autoridades que surjan del voto popular reciban su bendición y sabiduría para gobernar.

Siempre que haya una amonestación bíblica a orar por algo, podemos estar seguros de que ello estará de acuerdo con la voluntad de Dios.

Por lo tanto, es menester afirmar que en estos cuatro objetivos se pueden vislumbrar cuatro características de lo que sería un gobierno justo y eso nos puede ser de referencia en nuestra incertidumbre a la hora de elegir gobernantes:

1. «Que tengamos paz”

Un gobierno de acuerdo con lo que Dios anhela debe procurar la paz. Para ello, sería deseable que evite en su accionar y discurso los enfrentamientos violentos, que desanime las confrontaciones políticas «a muerte» y la lógica de que aquel que piensa distinto es un «enemigo», promoviendo, más bien, que los conflictos se puedan resolver de manera pacífica. Condenar todo tipo de agresión violenta es imperativo, sin importar quién la ejerce o quién la recibe.

Eso no significa que sea débil en la lucha contra la corrupción o las mafias que dañan al pueblo; por el contrario, mostrará firmeza y determinación en ese aspecto porque alteran la paz, pero para ello deberá recurrir a la justicia y los medios legales, ya que sin justicia no hay paz posible. Un gobierno que promueve la paz no puede hacer uso de la persecución política o la censura; en contraposición, debe permitir la expresión de los  disensos con toda libertad, dentro del marco del orden y el respeto, tratando de encontrar a través de la búsqueda de los consensos más amplios posibles las mejores soluciones para los problemas, mostrando prudencia e idoneidad.

2. «Que tengamos tranquilidad»

La tranquilidad tiene que ver con la previsibilidad, la posibilidad de que cada ciudadano tenga la libertad para desarrollar su proyecto de vida sin sobresaltos. Para ello, es necesario que las autoridades luchen contra el delito y la inseguridad que generan una intranquilidad permanente. Que busquen la estabilidad económica para que el fruto del trabajo no pierda valor adquisitivo de forma constante y los ciudadanos puedan proyectar su futuro. Que promuevan la creación de fuentes de trabajo y faciliten los emprendimientos para que todos tengan un ingreso digno. Que garanticen la justicia en las relaciones de poder. Que procuren el equilibrio fiscal que permita no castigar a los ciudadanos con impuestos impagables y todas aquellas medidas que obran para que podamos vivir sin temor en un marco de previsibilidad.

3. «Que llevemos una vida piadosa»

El concepto de piedad se refiere, en este caso, a todo lo relacionado con la fe y la vida cristiana. Otra versión dice: «que podamos adorar a Dios y obedecer». Se refiere a la libertad para que podamos expresar nuestra fe en Cristo, rendirle culto, reunirnos, predicar el Evangelio y cumplir, sin impedimento alguno por parte de las autoridades, con las indicaciones bíblicas.

Pareciera que la paz y la tranquilidad son condiciones que incluyen a toda la sociedad, y esta tercera está más dirigida a beneficiar a los que profesan una religión. Sin embargo, hay que entender que para que haya paz y tranquilidad, debe existir el  respeto por la pluralidad y la diversidad en todos los ámbitos, y allí deben estar incluidas las confesiones de fe.

Para ello, será fundamental que las autoridades a elegir no confundan laicidad con persecución religiosa. Un Estado laico de ninguna manera debe oponerse a la fe, sino que, por el contrario, ha de respetar y valorar todas las organizaciones de la sociedad que ayuden al bien común. Por lo tanto, como cristianos tenemos que procurar que los gobiernos que elijamos garanticen las más amplias libertades de expresión, de culto y de conciencia, con todo lo que ello implica en este tiempo de tantas controversias ideológicas.  Estás libertades deben incluir el derecho de los padres a elegir los valores y principios en los que deseen educar a sus hijos, la posibilidad de expresar libremente los valores y principios bíblicos y el de reunirnos, adorar a Dios y predicar el Evangelio.

4. «Que llevemos una vida digna»

El concepto de «vida digna» ha variado a través del tiempo y de los contextos. Pero, actualmente, todos podríamos convenir en que entendemos que significa que las personas puedan cubrir sus necesidades básicas y las de su familia con el producto de su trabajo.

Además, que dispongan de un espacio adecuado para vivir, con las condiciones edilicias y de tamaño apropiados, es decir, una vivienda «digna».

Para ello, el gobierno debe tener el objetivo claro de generar trabajo, a fin de que a través de esa labor remunerada, los ciudadanos puedan sentirse útiles para la sociedad en un sistema que valore el esfuerzo como sustento del progreso.

Pero también la dignidad, o “cualidad de digno”, hace referencia al valor inherente del ser humano por el simple hecho de serlo.  No se trata de una cualidad otorgada por alguien, sino consustancial al ser humano. Por ello, debemos orar (e influenciar) para que los  gobernantes reconozcan tal dignidad en todas las etapas del desarrollo del ser humano, desde la concepción hasta la muerte natural. Y, además, que respeten esta dignidad no usando ni manipulando a los ciudadanos más vulnerables para beneficio propio al generar sistemas clientelares. Es decir, que no se usen los fondos públicos a cambio del apoyo político del necesitado, sino con criterios de justicia, transparencia y equidad.

Asimismo, debemos velar por que esta dignidad no sea atropellada con imposiciones o adoctrinamientos que condicionen las decisiones a tomar en el ejercicio del libre albedrío que el Creador nos ha concedido y de acuerdo con lo que nuestra conciencia nos dicte en cada situación.

Que Dios bendiga a la autoridades que nos gobernarán y nos guíe para ejercer nuestro voto con responsabilidad.

Daniel DI Paolo
Daniel DI Paolo
Pertenece a la Iglesia Bautista de La Plata, y ha servido en distintos ministerios de alabanza, jóvenes, matrimonios y profesionales. Abogado Mediador. Director del Consejo Social CABA.

Otras

CRISTIANAS

hola
Enviar Whatsapp
error: Gracias por interesarte en las publicaciones de La Corriente, para su uso o difusión, por favor escribirnos a [email protected]