Existen muchos mitos y teorías alrededor de este delito, pero hemos visto y comprobado que algunos de los más perjudiciales pueden ser los que dicen que “no existe tal cosa en nuestro país”, que “si existe, afecta solo a algunos”, y que “aun así, no hay nada que yo pueda hacer al respecto”.
Macarena es una joven de 18 años que acaba de finalizar sus estudios secundarios. Vive con su mamá y con su hermano, son de clase media. Aún conserva su grupo de amigas del colegio con el que suele pasar mucho tiempo. Desde hace varios días no para de buscar trabajo. Sabe que, aunque su madre trabaja mucho, cada vez el dinero les alcanza menos. Ella se siente responsable por trabajar, colaborar en su hogar, y aparte, quiere tener su plata para poder salir y comprarse cosas sin dar tantas explicaciones. Busca trabajo a través de varias páginas web y aplicaciones que facilitan la búsqueda laboral y generan conexiones. Le ha llegado más de una propuesta tentadora, pero acaba de optar por ir a una entrevista para el trabajo de sus sueños. Siempre quiso ser niñera en Europa. Ama a los niños y ama viajar. Además, tendría pocos gastos, le pagan el pasaje, y le dijeron que el sueldo sería lo suficientemente alto como para poder recorrer Europa y comprarse mucha ropa. Macarena le contó a su mamá acerca de esta oportunidad, y ambas decidieron que, de aceptar, podría también enviar plata a su casa mensualmente para ayudar a su familia. El 15 de marzo del 2019 Macarena aceptó la propuesta, “la empresa” le pagó el pasaje, y en abril, luego de varios trámites, ya estaba llegando a Europa. Nunca más se supo nada de Macarena. Su madre, su hermanito y amigas la siguen buscando. Luego de algunas investigaciones, se cree que Macarena fue víctima de trata de personas.
La historia de Macarena es una historia basada en características que unen situaciones reales. Hay muchas Macarenas reales. Y Macarena podemos ser todos.
Estos mitos nos impiden pensar en la problemática, cuestionarla y reflexionar sobre ella. Pero lo cierto es que la trata de personas nos atraviesa a todos. Las estadísticas en nuestro país no dejan de incrementarse, y vos sí podés ser parte de la solución desde tu lugar. Si tenés 3 minutos más, quiero contarte sobre esto y qué hacer frente a esta problemática como iglesia.
Comencemos desde el principio
La trata de personas es el comercio ilegal de seres humanos. Es un delito que genera un estimado de 150 mil millones de dólares al año y que crece cada vez más. Las estadísticas hablan de un aproximado de 40 millones de personas siendo esclavas alrededor del mundo. Casi una Argentina entera siendo comprada y vendida, quebrantada y forzada a renunciar a sus derechos para vender su fuerza de trabajo, sus cuerpos, sus vidas, a cambio de amenazas, golpes, extorsiones y cadenas del alma que no los dejan escapar.
En la Argentina los tipos de trata más comunes son con fines de explotación laboral y sexual. Desde la creación del #145 (línea de denuncias nacional, anónima y gratuita) se rescataron y asistieron alrededor de 16.000 víctimas entre 2008 y 2020. A pesar de esto, se estima que solo el 1% de las víctimas son rescatadas.
Con tristeza nuestro país es testigo de numerosas situaciones de desapariciones por trata, como el conocido caso de Marita Verón. Creer que esto solo sucede en países emergentes en otras partes del mundo es taparnos los ojos a una realidad que nos toca muy de cerca a lo largo y ancho de todo nuestro territorio.
La trata de personas no discrimina sexo, edad, ni posición socioeconómica. Uno de los factores que la propicia y que resulta ser característico en todas las víctimas es la vulnerabilidad. Y absolutamente todos tenemos alguna necesidad. Acaso la falta de afecto, dinero insuficiente, abusos, familias divididas, o incluso la búsqueda constante del placer o entregarse a la realización de un sueño, como Macarena, ¿no son características de la sociedad en la que vivimos?
“Los tratantes se ocupan de encontrar el punto débil para saber cómo alcanzar a su víctima, atraerla, seducirla y captarla para luego envolverla en una red de trata”.
¿Entonces? Sin duda, la trata de personas nos atraviesa a todos. Pero hay más. Este delito se rige con las reglas del mercado; y si cada vez hay más oferta, es porque la demanda es cada vez mayor. Pagar por sexo, consumir pornografía, buscar mano de obra extremadamente barata, son algunos de los ejemplos que hacen mover la rueda.
¿Qué tengo que ver yo en todo esto? ¿Qué puede hacer la iglesia?
Una de las maneras más efectivas de luchar contra este delito es hablando del tema. Estoy convencida de que la prevención y la concientización son parte de la solución. Romper con el tabú puede prevenir a una potencial víctima y puede interrumpir la demanda. Y acá es donde vos y yo cobramos protagonismo. Primero es necesario conocer. Aprender las maneras de captación, las formas de explotación, los indicadores para reconocer a una víctima y conocer estadísticas puede ayudarte a tomar compromiso con la solución.
Podés conocer más acerca del tema a través de la organización A21.org/latam. Ponete en contacto con nosotros por nuestro Instagram @equipoA21argentina.
Si cada uno desde la individualidad puede ser un agente de prevención y concientización, ¿te imaginás lo que puede llegar a hacer una iglesia comprometida en la lucha?
Es imprescindible que la iglesia conozca esta problemática y se ponga de pie frente a ella. Levantarnos como factores de cambio generando espacios para hablar y difundir acerca de los peligros de este delito, cómo prevenirlo y cómo frenar la demanda. Es necesario comenzar a hablar sobre aquellos temas que por mucho tiempo callamos.
Es tiempo de que la iglesia se despierte en la lucha contra la trata de personas, un tema actual, que sin duda está más cerca de lo pensado, y del cual podemos fácilmente ser parte de la solución comenzando con la decisión de involucrarnos.