El autor mundialmente reconocido por la saga “Las crónicas de Narnia” fue meticuloso en el uso preciso de las palabras, la calidad de la evidencia presentada y el ritmo en el verso. Pero, sobre todo, este erudito de Oxford es recordado como uno de los más grandes escritores cristianos del siglo XX.
Infancia trágica
Clive Staples Lewis nació el 29 de noviembre de 1898 en Belfast, capital de Irlanda del Norte. Fue hijo de Albert James Lewis (1863-1929) y de Augusta (Flora) Lewis (1862- 1908), también tuvo un hermano mayor, Warren Hamilton Lewis.
La muerte inesperada de su madre a temprana edad hizo que Lewis se convenciera de que el Dios que encontró en la Biblia, y que su madre le había mostrado, era solo una vaga abstracción de la realidad.
En septiembre de 1913, Lewis se matriculó en el Malvern College, donde permanecería hasta junio del año siguiente. Fue en esta época cuando el joven escritor de 15 años de edad abandonó la fe cristiana de su niñez y se convirtió en un ateo interesado por la mitología y el ocultismo.
Oxford y su despertar espiritual
Cuatro años más tarde comenzó sus estudios en la prestigiosa Universidad de Oxford (1917), donde después ejercería como profesor de lengua y literatura. En esa institución conoció a J.R.R Tolkien, junto a Charles Williams y Owen Barfield, con quienes fundaría el Club de los Inklings para discutir sobre literatura y filosofía.
Siendo un agnóstico declarado, afirmó en su autobiografía que los autores George Macdonald y G.K Chesterton con su libro El hombre eterno lograron acercarlo en primera instancia al cristianismo. La amistad que entabló con Tolkien fue importante en su conversión a Cristo, de hecho, el mismo confiesa que:
“Me tienen que imaginar estando solo en Magdalen, noche tras noche, sintiendo, cada vez que mi mente se alejaba por unos segundos de mi trabajo, el lento venir de Él a quien yo honestamente había tratado de no conocer. A aquel a quien yo le había temido finalmente me alcanzó. En 1929 me entregué, y admití que Dios era Dios, y me arrodillé y oré. A lo mejor, aquella noche yo era el converso más desanimado e indispuesto de toda Inglaterra”.
Sorprendido por la Alegría, C.S Lewis.
Matrimonio y una pena en observación
Lewis contrajo matrimonio casi en el final de su vida con Joy Davidman, una escritora que en su juventud había sido comunista radical y atea, quien terminó entregándose a Cristo en la mitad de su vida.
“Todas mis defensas —las murallas de arrogancia, certidumbre y egoísmo que habían ocultado a Dios— se derrumbaron… y entró Dios”, Helen Joy Gresham.
Lewis y Joy se conocieron por medio de cartas y entablaron una relación de amistad intercambiando ideas sobre sus escritos. No fue sino hasta que le fue rechazada a Joy su residencia en Inglaterra, a comienzos de 1956, que Lewis decidió casarse con ella para que pudiera permanecer en el país.
La ceremonia civil que unió a Joy y Lewis, acordada íntimamente en principio como un «matrimonio por conveniencia», se celebró el 23 de abril de 1956 y se mantuvo en secreto.
Tiempo después de haber contraído matrimonio, Joy se enferma de un cáncer óseo y muere tres años después; Lewis, dolido por semejante acontecimiento, escribió el libro “Una pena en observación”. Él mismo había declarado que el tiempo que duró su matrimonio fue de mucha felicidad.
Las crónicas de Narnia
La saga se considera un clásico de la literatura juvenil, es el trabajo más conocido del autor, ha vendido más de 100 millones de ejemplares y ha sido traducida a más de 41 idiomas. Se adaptó varias veces, completa o en parte, a la radio, la televisión, el cine y el teatro. Además de numerosos temas cristianos tradicionales, la serie toma los personajes y las ideas de la mitología griega y la mitología romana, así como de los cuentos de hadas tradicionales británicos e irlandeses, todos con el fin de comunicar el Evangelio y a Jesucristo.
La saga volvió a alcanzar un nuevo pico de popularidad cuando en 2005 fue llevada a la pantalla grande con «El león, la bruja y el armario».
Defensor del Evangelio por excelencia
Clive se dedicó a dar charlas expresando sus puntos de vista teológicos a través de la radio en todo el Reino Unido, eso logró reforzar su reputación y aumentar la venta de sus libros. Después de vivir una vida modesta, el dinero dejó de ser un problema.
Sin embargo, se negó a mejorar su nivel de vida y, por el contrario, abrió un fondo de caridad con sus ganancias de regalías que se destinaba para ayudar a familias con pocos recursos, la educación de huérfanos, seminaristas pobres, organizaciones benéficas y diversos ministerios de la iglesia.
El apologeta contrajo una enfermedad irreversible al año del fallecimiento de su mujer, padecimiento que terminó con su vida en 1964. Actualmente es considerado como uno de los mayores defensores de la fe cristiana, todo su material aportó gran avance para la Iglesia mundial en los años posteriores.
Lewis escribió más de 25 libros cristianos que vendieron millones de copias, incluyendo Cartas del diablo a su sobrino, Mero cristianismo, Las crónicas de Narnia, El gran divorcio y La abolición del hombre. Siempre será recordado como aquel escéptico ateo que no pudo resistirse a la evidencia de un Dios que lo amó mas allá de su incredulidad.
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