Todos tenemos a nuestro alrededor personas que son fáciles de llevar, que sonríen ante la vida y que encuentran en cada situación (incluso la más desagradable) algo que aprender. Pero también es una realidad que la mayoría de las personas tienden a pensar en negativo ante la espera de una respuesta, estudio o situación.
Nuestra vida cristiana está enfocada a llevar continuamente nuestros pensamientos a Cristo y no dar lugar a la carne, por eso en el artículo de hoy quisiera contarte los beneficios que trae ser personas positivas, aquellas que eligen pensar bien de sí mismas y de los demás, que pueden percibir siempre el vaso medio lleno y que miran la vida desde una perspectiva de aprendizaje en lugar de verla desde el fracaso.
Estoy convencida de que las personas positivas se construyen. Aunque el ambiente en el que crecieron, la dinámica o contexto familiar y las situaciones externas influyan, son individuos que eligen, intentan y luchan con las mismas vicisitudes que vos y yo; la diferencia radica en una simple decisión.
Cuando el contexto fue difícil, cuando la vida no te permitió crecer en un ambiente sano o cuando las experiencias fueron muy difíciles de sobrellevar, es posible determinarse a ser una persona positiva, aprender del dolor más profundo y desplegar sabiduría donde quiera que vaya. Mantener una visión positiva de la vida es una decisión diaria que puede evitar problemas psicológicos o emocionales, ya que atrae el bienestar y la satisfacción.
En La Biblia, si bien no se utiliza el término “personas positivas”, encontramos pasajes que nos instan a ser personas alegres, de buen ánimo y listas para enfrentar adversidades, con una esperanza mayor en quien nunca se equivoca. Prestemos atención a 1 Tesalonicenses 5:16-18: «Estad siempre gozosos. Orad sin cesar. Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús.”
No hay manera más clara de expresarlo. Cuando hay gozo en nuestros corazones y meditamos en la oración diaria, nuestra actitud frente a la vida cambia. Los problemas se ven en perspectiva y podemos ser personas que piensan de forma positiva, aun en medio de las tormentas más grandes.
¿Cómo llegamos a ser personas positivas? Entendiendo que es algo que debemos construir día a día. Establecer metas personales te permitirá ser más positivo, incrementando tu confianza y optimismo. También es crucial ordenar tus pensamientos, pensar de forma optimista y ser gestor de tus emociones. El optimismo es un estado mental que ayuda a tener una buena relación con lo que te rodea. Además, el ejercicio diario reduce el estrés y aumenta el positivismo. Rodearte de personas positivas también te acercará más a este tipo de pensamiento.
Para finalizar, quiero mencionarte dos grandes beneficios de ser una persona positiva. Primero, mejora tus habilidades y recursos naturales: aumenta la confianza, equilibra la autoestima, incrementa la motivación y mejora el estado de ánimo, lo que retroalimenta este proceso. Segundo, se transmite a los demás: los demás lo sienten, lo que crea un clima agradable y fomenta vínculos perdurables.
Finalmente, te dejo Proverbios 17:22: «El corazón alegre es una buena medicina, pero el espíritu quebrantado seca los huesos.» ¡Te animo a que lo experimentes!