Su nombre significa “Padre de multitudes”, aunque sólo tuvo un hijo legítimo —de la promesa–. Es considerado uno de los héroes de la fe, según Hebreos 11.

Además de eso, en la historia, es considerado también “el padre de las religiones”, dado que es respetado por el islam, el judaísmo y el cristianismo. A pesar de sus errores, como el apresurarse a tener un hijo con una esclava egipcia, es un símbolo de reconocimiento y uno de los fundadores del pueblo hebreo y, por ende, del Estado de Israel.

Todos los que creemos en el Evangelio somos, según Pablo, injertados en la familia de Abraham, cumpliendo así la promesa de que “multiplicaría su descendencia como las estrellas del cielo” (Génesis 26:4). Padre de uno, pero de millones a la vez, la fe de este patriarca cambió la historia para siempre.

Partiendo del sur, saliendo de lo profano. El ejemplo de obediencia

Previo al capítulo 12 de Génesis, no se conocen los detalles de la infancia o juventud del patriarca, al menos desde la mirada bíblica. El primer paso de Abraham fue obedecer. La ciudad de origen, Ur de los Caldeos, se encontraba en el sur de la Mesopotamia. Para llegar a la Tierra Prometida tuvo que recorrer nada más y nada menos que 400 kilómetros.

Ur no era una ciudad cristiana, ni mucho menos sus alrededores. Estaba ubicada en una zona idólatra, adoradora de diversos dioses, donde, con el tiempo, aparecerían varios imperios o reinos enemigos de Israel. Por ejemplo, Asiria o Babilonia. Todos estos territorios tenían grandes templos y zigurats dedicados a diversos dioses, por lo que la idolatría era común. 

Es por esto que tuvo gran importancia la orden divina de que saliera de esa zona. Pero tiene más relevancia el hecho de que Abraham obedeció sin chistar.

Ruinas y yacimientos de Ur

Ejemplo de paciencia: 25 años para conseguir su propio hijo

El aspecto más importante de su vida, quizás, es la paciencia que tuvo que obtener para conseguir un hijo sanguíneo, un hijo de la promesa. 

“Luego vino a él palabra de Jehová, diciendo: No te heredará éste, sino un hijo tuyo será el que te heredará.  Y lo llevó fuera, y le dijo: Mira ahora los cielos, y cuenta las estrellas, si las puedes contar. Y le dijo: Así será tu descendencia”, Génesis 15:4-5.

“Tal como el Señor lo había dicho, se ocupó de Sara y cumplió con la promesa que le había hecho. Sara quedó embarazada y le dio un hijo a Abraham en su vejez. Esto sucedió en el tiempo anunciado por Dios”, Génesis 21:1-2.

La distancia entre estas dos escrituras es nada más ni nada menos que 25 años de diferencia. Abraham tuvo al “hijo de la promesa” bien entrado en la vejez. Si es difícil criar un hijo en situaciones “normales”, cuánto más en la vejez. Es admirable, por un lado, la obediencia, pero aún más la fortaleza y entereza del matrimonio de predisponerse a los tiempos divinos, para criar a un hijo, cuando lo normal sería disfrutar a un nieto. 

La prueba más dura: el sacrificio de Isaac

Ya establecido en la Tierra Prometida, con su hijo creciendo, para el Padre de la Fe llegó la prueba más difícil: fue ordenado a que sacrificara a su propio hijo. Apenas un capítulo antes, en Génesis 21, había tenido la felicidad de tenerlo en brazos.

Nuevamente, la obediencia fue antepuesta al deseo de la paternidad. Cuando estuvo por terminar con la vida de su hijo, apareció un ángel y revirtió todo. Un carnero fue dado por reemplazo de Isaac. Este paso nos dejó el ejemplo del Dios proveedor. 

Además de este paso, la piedra donde casi se sacrifica a Isaac, según la tradición judía, es la llamada “Piedra Fundacional”. Ésta se encuentra en la Cúpula de la Roca, la mezquita ubicada en el centro de Jerusalén. Como podrán ver, el islamismo le rinde también homenaje al sacrificio de Abraham. Gracias a esta piedra, los judíos pudieron reclamar su acceso a la Tierra Santa, debido a esta tradición. (Recomiendo ver el corto video que habla del tema: “El sitio más sagrado de Jerusalén – La Roca Fundacional” en https://www.youtube.com/watch?v=wRmsVqUSRLg).

Así, nuevamente, la obediencia del patriarca pudo beneficiar a las generaciones posteriores, aunque con conflictos entre medio. Esa roca originó el Templo de Salomón, la mezquita actual y el lugar más sagrado del Tabernáculo de Moisés. 

Piedra fundacional de Jerusalén, lugar donde, según la creencia, se iba a sacrificar a Isaac

Un patriarca ejemplar: con errores, pero, sobre todo, con virtudes

Hasta ahora hemos hablado de momentos decisivos de Abraham: dejar su lugar de origen, mantenerse fiel en la promesa de su hijo, obedecer en sacrificarlo, en ser ejemplo de fe. En cada uno de sus pasos tenemos el ejemplo y la demostración de que Dios es proveedor, cumplidor de promesas, formador de una nación. 

Aunque tuvo errores, es considerado un hombre de fe y valor. En este día, les quiero desear un Feliz Día del Padre a todos aquellos que tienen la bendición de tener hijos. Al igual que Abraham, es mi deseo que, en cada prueba de paternidad, comprueben un aspecto más de Dios.  

Guido Márquez
Soy de Mendoza, Argentina. Profesor de Historia y casi Licenciado en Turismo. Espero que en mis notas no encuentres respuestas, sino preguntas. Que puedas mirar al pasado para enriquecerte, no para aburrirte.