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¿Cómo hacer la obra de Dios?

¿Cómo hacer la obra de Dios?

Si llevás algún tiempo de cristiano y asistiendo a alguna iglesia local, seguramente te habrás planteado este interrogante, o quizás bajo otro lenguaje más aggiornado a nuestro vocabulario evángelico ¿cuál es la voluntad de Dios para mi vida? o también puede que oremos constantemente para que el Padre nos revele que debemos de hacer. Y todo eso es muy noble y no hay que dejar de hacerlo. Sin embargo, debemos buscar en las escrituras que es lo que Cristo enseñó con respecto a este asunto.

¿Vamos a empezar este recorrido, me acompañas?

Jesús luego de predicar en Teberíades, decide alimentar a una multitud de una manera insólita, sin provisiones naturales para darle de comer a un malón de gente, agarró lo que le trajeron e hizo una hazaña singular: multiplicó 5 panes y 2 peces en miles de raciones para que se saciarán más de 20 mil personas aproximadamente, sin contar que sobraron doce canastas. El maestro se retira en la barca y durante la noche decide cruzar el lago para ir a Capernaún. Al llegar al otro lado, al día siguiente, algunas personas que habían presenciado esta hazaña lo estaban esperando. Y acá, comienza la verdadera acción. Observemos:

Juan 6 26 Ustedes me buscan no porque han visto señales, sino porque comieron pan hasta llenarse. 27 Trabajen, pero no por la comida que es perecedera, sino por la que permanece para vida eterna, la cual les dará el Hijo del hombre. Dios el Padre ha puesto sobre él su sello de aprobación.

Cristo les dice que lo buscan porque quedaron saciados de su hambre natural, así que los envía a trabajar para conseguir un tipo de alimento que permanece para siempre. ¿De qué comida habla el Señor? Sin lugar a dudas está hablando de un alimento espiritual, y no cualquiera sino algo bien específico. A lo que los seguidores reformularon:

28 —¿Qué tenemos que hacer para realizar las obras que Dios exige? —

Sin lugar a dudas, El Señor hablaba en una sintonía y los hombres oían (y oímos) en otra sintonía. Cristo habla de lo eterno y ellos solo podían ver lo temporal. Hoy podemos tal vez tener otras preguntas parecidas: ¿A cuantas más reuniones podemos asistir? o ¿Cuánto debemos de orar? ¿En qué instituto bíblico tengo que estudiar? ¿A qué pastor tengo que oir? ¿Qué tenemos que hacer para ser bendecidos?

Jesús, implacable, sin titubear, da la respuesta que ninguno de nosotros esperaría. 

29 —Esto es lo que Dios quiere que hagan: que crean en aquel a quien él envió —

¿Qué está pasando aquí? 

Hace un versículo más arriba, Cristo los envía a trabajar y ahora responde, que lo único que Dios pide es que crean. ¿Eso es todo? ¿Solo eso tenemos que hacer? Nuestra mente en el lugar de los seguidores, pensaría que seguramente Jesús no oyó bien. Pero no, El Señor fue bien intencional en lo que dijo. El no responde lo que queremos oír sino lo que necesitamos entender. Y esto es lo primero que Dios quiere que hagamos, que salgamos del hacer para entrar en la fe. Si nuestra salvación dependiera de nuestras acciones, entonces no hubiéramos necesitado un salvador. Pero El Padre creó al hombre para que el pueda expresarlo, pero no de cualquier manera, no con actividades, o una lista de cosas a cumplir sino con algo más esencial, que se deleite en su Vida. 

«El deseo de Dios desde génesis fue que el hombre comiera y se deleitara con la Vida. Si comemos el pan de vida todos los días, no tendremos el apetito para los deseos de la carne».

LA CORRIENTE

Volvamos al principio

Watchman Nee, explica en uno de sus escritos que Dios coloca al hombre en un huerto y lo primero que hace es ponerlo en frente de dos árboles. Uno es “Su Vida” y el otro “Muerte”, para resumir. Es decir, vemos que la intención de darse a conocer y relacionarse con el hombre no fue una lista de mandamientos, eso vino con Moisés después de la caída, sino que fue una comida que tenía que ingerir. ¿A quién no le gustaría comer vida? 

Génesis 2 15 Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase. 16 Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; 17 mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás

Imagínese un momento le traen dos platos, uno lo rejuvenece, en lugar de quitarle años se los devuelve vivificados. Las arrugas desaparecen, el pelo vuelve a crecer, los músculos se afirman, usted se siente más revitalizado que nunca, pero elige comer el otro plato que contiene muerte. Justo del que Dios le dijo “si cenás esto, estás out”. 

Si estuviera en ese momento, le gritaría a Adán, “No seas tonto, no comás de ese plato”, pero sería un hipócrita. ¿Sabe por qué? Porque todos los días Dios nos pone “La vida y la muerte frente a nosotros” pero muchas veces elegimos comer de la muerte. Más de la que nos imaginamos. Deuteronomio 3.18-20

El pan que fue envíado del cielo

Juan 6

 30—¿Y qué señal milagrosa harás para que la veamos y te creamos? ¿Qué puedes hacer? —insistieron ellos—. 31 Nuestros antepasados comieron el maná en el desierto, como está escrito: “Pan del cielo les dio a comer”.[c

32 —Les aseguro que no fue Moisés el que les dio a ustedes el pan del cielo —afirmó Jesús—. El que da el verdadero pan del cielo es mi Padre. 33 El pan de Dios es el que baja del cielo y da vida al mundo.

34 —Señor —le pidieron—, danos siempre ese pan.

35 —Yo soy el pan de vida —declaró Jesús—. El que a mí viene nunca pasará hambre y el que en mí cree nunca más volverá a tener sed. 36 Pero como ya les dije, a pesar de que ustedes me han visto, no creen. 37 Todos los que el Padre me da vendrán a mí; y el que a mí viene no lo rechazo. 38 Porque he bajado del cielo no para hacer mi voluntad, sino la del que me envió. 39 Y esta es la voluntad del que me envió: que yo no pierda nada de lo que él me ha dado, sino que lo resucite en el día final. 40 Porque la voluntad de mi Padre es que todo el que ve al Hijo y crea en él tenga vida eterna, y yo lo resucitaré en el día final.

Todo es una cuestión de comida

Entonces podemos ver que el pecado no es algo que hago, sino algo que como. Así mismo la santidad no es una lista de comportamientos sino una comida que disfruto, Cristo. Por eso también Dios, cuando estás rodeado de enemigos, circunstancias desfavorables o cuando el infierno acampa para hacerte trizas, El Padre no le prepara las mejores armas para la batalla, o ejércitos para destrozar a su adversario, no, El Padre le “adereza mesa delante de sus angustiadores”. No tiene que batallar, porque la guerra fue ganada, todo fue consumado, usted y yo solo debemos alimentarnos de ese alimento espiritual que nos preparó nuestro Dios. No es otra cosa que su Hijo.

«En Génesis podemos ver que el pecado no es algo que hacemos, sino algo que comemos. Así mismo la santidad no es una lista de comportamientos sino una comida que disfruto, Cristo». 

La Corriente

Mientras todo se vuelve hostil, Dios le prepara una comida. No cualquiera, una que da vida eterna.

¿Y la obra? Mientras usted coma a Cristo, Él hace y perfecciona la buena obra en usted.

El Padre celestial, mandó a su hijo para que todo aquel que coma de Cristo tenga una nueva vida. Esa es toda la obra que Dios quiere que hagamos. Primero viene el comer, luego el hacer.

El deseo de Dios es convertirse en el verdadero deleite del hombre. 

¿Cuando come a Cristo, lo está disfrutando? Entonces El se convertirá en todo lo que usted necesita.

Redacción
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