Cuando hablamos de propósito, siempre lo relacionamos con eventos gratificantes en la vida del cristiano, sin embargo, nunca nos preguntamos si esa asignación dada por Dios será agradable para nosotros. 

En lo personal, he transitado junto a mi esposo e hijos distintas misiones que el Señor nos asignó; desde discipular a obreros y líderes hasta plantar iglesias, pero nunca imaginé que Dios me pediría compartir con Su pueblo una de las peores experiencias de mi vida. En mi libro “Volviendo al Diseño Original” relato el daño físico y espiritual que las cirugías estéticas provocan al modificar nuestros cuerpos, que están hechos a imagen de nuestro Padre.

“Y Dios creó al ser humano a su imagen; lo creó a imagen de Dios.” (Génesis 1:27)

Cuando me fue revelado que mis pruebas iban a ser utilizadas por Dios para cumplir un propósito específico para el cuerpo de Cristo, renegué de ese llamado y por mucho tiempo ese libro no fue prioridad. Dios me ha moldeado con su martillo, ha tallado mi carácter, mostrándome la carencia de conocimiento que, como pueblo, tenemos respecto al valor de nuestro cuerpo, donde habita el Espíritu Santo.

Cuando hemos mutilado nuestro cuerpo con vanidad y Dios nos trae revelación acerca de esto que hemos hecho, lo primero que debemos hacer es prepararnos para renunciar al ídolo al que nos hemos inclinado.

«A medida que vayamos despojándonos de nuestros propios deleites, de nuestras falsas prioridades y renunciemos a toda carnalidad, el Espíritu Santo nos guiará hacia la voluntad del Padre«. 

Alicia Pérez Rosa

Como seres humanos en templos de barro, es lógico que huyamos de todo aquello que tenga que ver con obediencia, renuncia y sacrificio. Sin embargo, con el paso de los años aprendí que el sufrimiento trae consigo un peso de gloria aún mayor. No es lo mismo ser usada por Dios, que ser aprobada por Él.

Es decir, como hijas de Dios, podemos ser parte de Sus propósitos eternos por su infinita misericordia, pero si nuestro cuerpo y templo está ocupado por ídolos, nunca alcanzaremos la aprobación del Padre. Esto se debe a que el diseño original que Dios hizo en nosotras fue violado y Él no comparte Su gloria ni aprueba que en nuestras vidas haya dos señores.

“Nadie puede servir a dos señores, pues menospreciará a uno y amará al otro, o querrá mucho a uno y despreciará al otro (…)”. (Mateo 6:24 NVI)

Como cristianas, solemos pensar que nuestros dones y servicio son sinónimos de la aprobación de Dios y nos olvidamos de cuidar Su casa, Su morada, que no solo es el corazón sino también el cuerpo que nos fue dado para reflejar la gloria de nuestro Creador. Desde el Génesis, el pecado del hombre ha abierto la puerta a la mutación, a las enfermedades y al envejecimiento, alterando así el diseño original de Dios. 

Amar lo que Dios ama no es tarea fácil, porque debes aprender a renunciar a tu “yo” para que Cristo viva en ti. Personalmente, debí aprender a amar mi cuerpo y entender que cada una de mis cicatrices son la huella de un gran acto de misericordia de Dios hacia mí; otra oportunidad para continuar una vida nueva, aunque con nuevas condiciones también. Mientras descubría en un espejo mi “yo” interior, Dios seguía mostrándome la importancia de no romper el protocolo de Su creación.

«Cada día comprendo más y más la necesidad de morir a mi ‘yo’ para lograr una relación genuina con el Señor; debemos entender que somos un templo en construcción, al que cada día es necesario limpiar y edificar». 

Alicia Pérez Rosa

No esperes que las condiciones sean óptimas en tu vida para comenzar a tomar decisiones importantes ni detengas tu llamado porque aún estás atravesando el desierto. El hecho de que estés transitando un proceso doloroso no te inhabilita para servir a Dios; yo nunca dejé de hacerlo. 

Lo primero con lo que Dios trata es con nuestro corazón; cada vez que violamos Su ley, Él con amor nos muestra lo más íntimo de nuestro ser, que no es precisamente lo agradable y honesto, sino la cara del pecado que tanto nos cuesta ver, aceptar y trabajar.

Cuántas veces nuestras malas acciones traen consigo consecuencias que a veces parecen irreparables, sin embargo, hoy Dios quiere posicionarte a Su manera, siempre y cuando estés dispuesta a dejar de lado tu orgullo y decidir abrirle tu corazón a Él.

Si fuiste bendecida con este artículo, te invito a visitar mis redes sociales y a leer mi libro, el cual contiene mi historia, investigación científica y Palabra de Dios.

Alicia Pérez Rosa
Licenciada en Teología Ministerial y parte del cuerpo pastoral del Ministerio Cita con la Vida en la ciudad de Córdoba, Argentina. Autora del libro "Volviendo al Diseño Original", es su biografía en la que trata los desafíos de la mujer actual exponiendo su experiencia con la cirugía plástica desde una mirada bíblica y científica.