Comunicar es mucho más que solo hablar. Los seres humanos fuimos dotados con la capacidad de crear a partir de las palabras. Es un don que solo la raza humana posee, en el libro de Proverbio 18:21 dice: “En la lengua hay poder de vida y muerte; quienes la aman comerán de su fruto”.
Basta investigar cuánto obstáculo o aliento puede significar para una persona crecer en un ambiente que lo alienta y motiva, con otro que es aplastado y atemorizado por las debilidades o temores de su crianza. En consejería suelo escuchar a algunas mujeres y me encuentro que no pueden poner espacio a sus palabras, hablan y hablan sin parar y sin decir ideas conectadas y al terminar ese tiempo, la confusión reina. Ordenar los temas puede ser un desafío y como coach funciona bien preguntar: ¿por dónde te gustaría comenzar?
Ahora, si a la suma de palabras y pensamientos, le sumamos la complejidad de caminar con otros, de interactuar, de armar equipos, formar familia, caminar de a par, notamos que para comprenderse uno con otro, no basta con hablar el mismo idioma.
«Muchos estudiaron el fenómeno de la comunicación y entendemos que es mucho más que hablar».
Es transmitir un mensaje, de un emisor a un receptor y luego de chequear si el otro lo recibe, dar la oportunidad de expresar si está de acuerdo o comprende lo escuchado. En un mundo lleno de ruidos, que dificultan la transmisión del mensaje te propongo darle la importancia que tiene bajar el volumen, escuchar la necesidad del otro, entender su punto de vista y lograr acuerdos exitosos, para llegar lejos con buenos motivos.
El planeta siempre estuvo poblado de vanidosos y egoístas, uno de los primeros que menciona la Biblia fue Nimrod (menos mal que no fue mujer). Después del diluvio universal, la familia de Noé crece y uno de los hijos de Cam se destacó en la cacería y entre otras cosas fue el fundador de la gran ciudad de Babilonia. Con su influencia, llegó a motivar al mundo conocido a realizar una gran torre (la famosa torre de Babel) con el objetivo de ser famosos y admirados por todos los pueblos.
La intención de su corazón desagradó tanto al creador, que Dios mismo descendió a ver cómo avanzaba esa obra y decidió interrumpirla. Lo hizo poniéndole un obstáculo a la comunicación, inventando los idiomas. ¡Es maravilloso conocer la creatividad de Dios!
“Pero el Señor descendió para ver la ciudad y la torre que estaban construyendo, Vamos a bajar a confundirlos con diferentes idiomas; así no podrán entenderse unos a otros”. Génesis 11:5-7, NTV
Así como Dios le pone límites al mar, para que no cubra la tierra, y este le obedece (porque toda la naturaleza obedece al creador) Dios también le pone límites al hombre cuando lo que hace no le agrada. Lo vemos en las grandes mentes usando la ciencia para fines egoístas, intentando sin éxito crear vida con la famosa “máquina de Dios”, o evaporando recursos en descubrir si hay vida en el universo, pero mezquinando fórmulas que podrían traer beneficios a toda la humanidad y es el mismo Dios quien los estorba.
La buena noticia es que podemos contar con el favor de Dios cuando los fines son agradables a Él. Y para lograrlo es esencial comprender que nos necesitamos unos a otros y que la comunicación eficaz puede aprenderse, usarse para buenos objetivos. Los beneficios de la humildad y la cooperación son algo agradable que Dios bendice.
Jesús dijo: “Además les digo que, si dos de ustedes en la tierra se ponen de acuerdo sobre cualquier cosa que pidan, les será concedida por mi Padre que está en el cielo”.Mateo 18:19, NVI
Te comparto algunos disparadores que traerán claridad para lograr esto:
Si logramos dilucidar esto, traer luz sobre el mar de confusión reinante y nos proponemos lograr acuerdos para lograr buenos objetivos, podemos pedirle a Dios sabiduría y como mujeres dejar de ser simplemente habladoras seriales y transformarnos en mujeres poderosas con dones para superar obstáculos, malos entendidos, desacuerdos y traer unidad a todos los ámbitos donde nos movemos.
- Distinguir hechos de opiniones: En toda conversación, intercambio de ideas, es importante diferenciar los hechos reales, medibles, verificables con otras personas, de las inferencias, opiniones personales agregadas a lo sucedido. Es importante para llegar a buenos resultados, respetar las opiniones y puntos de vista de todos, pero acordando metas en común.
- En lugar de suponer, preguntar con intención de comprender: Hay tantos puntos de vista como personas en el mundo. Cada uno es producto de una crianza, una experiencia, una comunidad y una herramienta poderosa es dejar de darle intenciones a las acciones de los demás sin primero darle la oportunidad de sus motivos.
- Esforzarnos por ser generadoras de acuerdos: Nada bueno sucede por azar y sin intención. Lograr como familias, como equipos en el trabajo o en la comunidad, fijar una meta y alinearnos unidos para alcanzarla es tener más de la mitad de la carrera ganada. Como mujeres somos especialistas en exponer, negociar, comprender las emociones del grupo, usemos este don innato para buenas obras. Si lo hacemos, el poder del acuerdo no tiene límites.
En estos tiempos de guerras, conflictos y discusiones sin sentido, propongámonos ser mujeres poderosas, que usen bien las palabras, para que el bien avance, para que la buena noticia del Evangelio se extienda y que la energía que tenemos mientras vivamos sea usada para buenas obras.