«Viviré con toda libertad porque he buscado tus preceptos», Salmo 119:45
Desde que nacemos, comenzamos a adoptar creencias basadas en nuestra cultura, historia, biología y contacto social que serán parte de nuestros modelos mentales. Estos, serán los filtros a través de los cuales vemos y percibimos el mundo y determinarán el tipo de observador que seremos. En consecuencia, actuaremos de una u otra forma.
“No vemos las cosas como son sino como somos”.
La crianza recibida, las historias vividas, entre otros factores, definirán nuestra forma de creer, ver, hablar y actuar. Entonces, la relación con nuestros hijos, durante su crecimiento, estará teñida por nuestros paradigmas de enseñanza-aprendizaje.
Al intentar derribar mis paradigmas y construir nuevos, descubrí que tenía que cambiar mi forma de pensar. Para eso fue necesario cambiar mis modelos mentales, mis formas de pensar y hacer. Esto no siempre fue fácil, genera incomodidad y temor por la resistencia a cambiar las costumbres.
Nuestros modelos mentales no son necesariamente negativos, a veces son simplemente patrones o maneras de hacer las cosas, como las aprendimos, como estamos acostumbradas a hacerlas, como nos sentimos cómodas o porque nos dijeron que eso funcionaba.
Puedo tener herramientas para usar con mis hijos pero, si no las uso con paradigmas que estén alineados con el Reino de Dios, lo único que voy a conseguir es una desconexión con Él. Pero si, como madres, logramos articular los aspectos que funcionan de paradigmas cristianos, podremos experimentar al Cielo usándolos para conectar con nuestros hijos.
“Cristo nos libertó para que vivamos en libertad. Por lo tanto, manténganse firmes y no se sometan nuevamente al yugo de esclavitud”. Gálatas 5:1 NVI
El primer paradigma que necesitamos resignificar es el de la libertad, fuimos creados para vivir en libertad y Jesus murió por nuestra libertad.
En el principio Dios creó a la humanidad libre. No había limitaciones en el Huerto.
“En ese tiempo el hombre y la mujer estaban desnudos, pero ninguno de los dos sentía vergüenza”. Génesis:2:25
Esta fue la versión que Dios quería para nosotros, sin vergüenza, sin temor, libertad absoluta .
Alguna vez te preguntaste ¿Qué hacía que el Huerto fuese un lugar de libertad?, no era el hecho de que estuvieran desnudos. NO, El huerto era un lugar de libertad gracias al árbol del conocimiento del bien y del mal. ¿Cómo?, ¡ese es el árbol malo!, ¿cómo podía llevarlos a la libertad?
«si no hubieran tenido ese árbol en el Huerto, no hubiesen tenido la posibilidad ni la capacidad de tomar decisiones equivocadas, y no hubieran sido libres».
Liset Grillo
“Sin la libertad para rechazarlo, no tenemos el poder para escogerlo”. La verdadera libertad está en la capacidad de elegir. Esta historia muestra la importancia que tiene la libertad para nuestro amoroso Padre y su amor al permitirnos elegir.
Dios, el Padre amoroso, puso el árbol del bien y del mal en el Huerto, no el diablo. Y no lo escondió, lo colocó en medio del Huerto, a la vista y alcance.
“En medio del jardín hizo crecer el árbol de la vida y también el árbol del conocimiento del bien y del mal”. Génesis 2:9 NVI
Con nuestros hijos, solemos optar por otro enfoque, buscamos entornos libres de riesgo, con importantes limitaciones y eliminamos la mayor cantidad de malas opciones, para que no cometan errores. Los educamos bajo el paradigma de quitar todos los árboles malos de su entorno.
Esto revela cuán aterradas estamos frente a las malas decisiones que puedan tomar. Por el contrario, Dios introdujo malas opciones en el Huerto.
«Debemos cambiar nuestros paradigmas y alinearlos a los del Cielo».
Liset Grillo
El paradigma del Reino es que amemos a Dios en la libertad de poder elegirlo y no en la obligación de hacerlo. Debemos ser una posibilidad para que nuestros hijos aprendan a gestionar su libertad, mostrarles las consecuencias de sus decisiones, enseñarles a elegir, a hacerse cargo, a cuidar su corazón, tener dominio propio, responsabilizarse en sus relaciones, poder elegir entre el bien y el mal, siempre desde la libertad y no desde el temor .
La obediencia es una elección. Él nos diseñó para ser libres y nos dio un entorno abierto en el que podamos ejercer nuestra libertad. Ese entorno es el que debemos enseñarle a nuestros hijos para alinearnos a los paradigmas del Cielo.
“Hoy te doy a elegir entre la vida y la muerte, entre el bien y el mal”. Deutoronomio 30:15
Posiblemente te enfrentes con cosas muy desafiantes por cambiar en la educación de tus hijos que te hagan salir de tu zona de confort, teniendo la capacidad de elegir cambiarlas o no. Seamos mamás protagonistas, tomando decisiones que nos lleven a otro nivel.
Todas tenemos paradigmas, solo debemos cuidar que no nos tengan a nosotras y nos mantengan en el status quo.
En la zona de confort nada crece.
No pierdas la oportunidad de identificar y correrte de las cosas que te detienen.
Si queremos resultados diferentes con nuestros hijos, necesitamos hacer cosas diferentes.
Las batallas que no ganamos, se las dejamos como herencia a nuestros hijos