Ubicada en el actual país de Turquía y formada por túneles, pasadizos, habitaciones y un montón de lo que podríamos llamar “cuevas”, fue habitada por más de 20.000 personas a la vez.
Aquí tenían de todo para poder subsistir, desde zonas de cultivos, espacios donde había animales, almacenes para conservar los alimentos y hasta “cuarteles” subterráneos donde se entrenaban o resguardaban de posibles ataques. Luego, en la época cristiana, llegó a contener iglesias, zonas donde se enterraban a los muertos y espacios para orar o reunirse. Todo esto sin dejar de estar bajo tierra.
Aunque el sitio existió desde tiempos anteriores a Jesucristo, los cristianos también utilizaron estos escondites bajo tierra para huir de la persecución que se desató en los tiempos del Nuevo Testamento, y así continuar su vida lo más normal que pudieran.
Luego del Imperio Romano sobrevino una época marcada por el cristianismo en Turquía, aunque no duraría mucho, debido a que, en el siglo séptimo y octavo, el islam predominó en esta zona. Así, Derinkuyu estuvo abandonada o perdida durante mucho tiempo, hasta que en el siglo veinte, cavando pozos en las casas de las superficies para poder hacer cloacas o desagües, se encontraron estos restos en perfectas condiciones.
Hoy en día es una de las principales atracciones turísticas en esta zona alejada de la capital turca.
Quizás no aparezca como tal en la Biblia, pero no hay duda de que merece ser conocida como ejemplo de nuestros hermanos que resistieron y se mantuvieron firmes en su fe, para que el Evangelio llegara hasta nosotros en la actualidad. Esta ciudad se encuentra en la región de Capadocia, uno de los lugares que tuvo representantes en el momento del Pentecostés, descrito en Hechos 2. Además, transcurrido el tiempo, la Primera Carta de Pedro refiere a los cristianos que vivían en esta zona.
Permitámonos conocer y admirar esta ciudad subterránea y sus historias.
Una geografía muy particular
En Derinkuyu el suelo tiene una particularidad única: es de origen volcánico, lo que lo hace muy maleable y fácil de excavar. Fue así que desde siglos anteriores al nacimiento de Cristo se comenzaron a construir los distintos niveles de la ciudad. Llegó a ser tan extensa que se cree que esta ciudad subterránea conecta con otra ciudad subterránea ubicada a unos 8 kilómetros.
Además, las lluvias permitieron que las rocas que quedaron en la superficie obtuvieran unas formas de pilastras, torres o montículos naturales, que otorgan una vista como de pequeñas casas de fantasía. Esto provocó que abajo pudiera moldearse para lograr hacer túneles con relativa facilidad.
Así se logró excavar entre 5 y 8 pisos subterráneos, todo unido por pasadizos secretos y bloqueados por grandes piedras, lo que los protegía de ser perseguidos y encontrados si algún enemigo los alcanzaba.
Varios inquilinos a lo largo del tiempo
Esta gran obra no se hizo de un día para el otro, lógicamente. Los comienzos de esta gigantesca construcción comenzaron, según los estudios, tres o cuatro siglos antes del nacimiento de Jesucristo. Se cree que los primeros fueron los hititas o heteos, como los nombra la Biblia, quienes habitaron las llanuras de Turquía en el siglo 18 antes de Cristo, luego le sucedieron varios imperios, hasta que llegaron los romanos. A la muerte de Jesucristo, y producido el Pentecostés, se produjo una difusión del Evangelio que no agradó al Imperio Romano.
Así, los nuevos conversos no podían reunirse en público, por lo que optaron por realizar cultos en privado. Esto quedó demostrado en Derinkuyu, donde aún se preservan pinturas, inscripciones y salones donde se reunían los cristianos, en “cuevas” y a salvo de los enemigos externos. Debido a todas las características que comenté antes, pudieron resistir mucho tiempo, porque producían sus alimentos, tenían bodegas y fábricas de vino.
No se sabe a ciencia cierta cuántas personas llegaron a habitarla, aunque las instalaciones en la actualidad permiten suponer que podría haber albergado hasta 20.000 personas simultáneamente, tampoco se sabe cuánto tiempo la utilizaron los cristianos, se sabe que pasaron por allí, por las pinturas e inscripciones; no obstante, con las sucesivas invasiones, poblaciones de otras religiones también utilizaron este refugio.
Como dato interesante, esta megaciudad se descubrió en la década de 1960, por casualidad, debido a que un vecino estaba cavando en su sótano y dio con una cueva. En 1963 comenzaron las excavaciones arqueológicas.
Algo que imitar
En esta breve historia vimos como una interesante ciudad subterránea y milenaria contuvo a aquellos primeros cristianos. En la actualidad y por la distancia temporal, podría pasar como una simple historia anecdótica, sin embargo, creo que es una oportunidad para aprender de aquellos que renunciaron a su vida “normal”, sobre la tierra, para vivir escondidos y así lograr que el cristianismo prevalezca, con esto en mente, debemos apuntar y acordarnos de aquellos hermanos que hoy en día aún están siendo perseguidos.