Hubo héroes que dejaron todo por alcanzar la libertad que hoy disfrutamos.
¿En qué se parecen Moisés y San Martín?
Pareciera una pregunta insólita, quizás hasta un chiste o algo que no tiene nada que ver un personaje con el otro. Déjame decirte que no es así. En esta nota, te voy a contar todas las cosas que tuvieron en común, a pesar de estar alejados en tiempo y en distancia.
Ambos nacieron en momentos complicados. Como ya sabes, Moisés nació en el momento en que estaban los israelitas dominados por los egipcios. La esclavitud era lo que vivían y sentían desde hacía cuatrocientos años.
A lo único que se dedicaban era a recolectar barro y paja, para fabricar el adobe. Esto no era el plan de Dios, debido a que ellos, a lo largo de su historia, se habían dedicado a la cría de ganado, como vemos en Génesis 47:4:
Hemos venido a vivir en este país porque en Canaán ya no hay pastos para nuestros rebaños. ¡Es terrible el hambre que acosa a ese país! Por eso le rogamos a usted [el faraón] que nos permita vivir en la región de Gosén.
Por lo tanto, la sensación era de ahogo, de vivir en un lugar donde no tenían libertad, ni oportunidad de adorar al Dios de Israel. Ni siquiera podían dedicarse a lo que habían hecho sus antepasados en toda la historia. Como si fuera poco, al momento de nacer, Moisés fue perseguido por ser varón y hebreo. A último momento, su madre y hermana lograron salvarlo de la matanza.
San Martín tuvo una situación similar: nació en Argentina, en el Virreinato del Río de la Plata. En esa época, ni siquiera éramos argentinos. No teníamos idioma, cultura ni soberanía propia. También llevábamos casi doscientos años de sujeción a España.
No todo quedó allí. Las dos personalidades aprenderían bajo el dominio extranjero lo necesario para traer la libertad.
El exilio
A los 40 años, Moisés mató a un egipcio, que estaba maltratando a un hebreo en una construcción. Por esto, debió dejar la corte egipcia y huir hacia el desierto. Allí aprendió lo que correspondía a su verdadera identidad: vivir con una familia hebrea, aprender a pastorear ovejas, vivir en el desierto y adorar al verdadero Dios.
Como bien dice la autora María Sáenz Quesada (2006), en su ensayo La Argentina. Historia del País y de su Gente, Tomo I: “Los San Martín se volvieron a España (debido a que sus padres eran españoles) cuando José tenía 6 años. El niño se incorporó tempranamente al ejército” (Buenos Aires: Debolsillo). En Europa conoció que el gobierno no provenía del rey sino de la voluntad del pueblo. Era un cambio importante, que quería insertar en América.
Como podemos ver, en estos dos casos, fue importante aprender en el exilio lo necesario para reencontrarse con su identidad. Luego debieron volver, para cumplir con su misión.
El retorno y la aplicación de lo aprendido afuera
A los 80 años, Moisés recibió el llamado para liberar al pueblo hebreo. Mediante la zarza ardiente, Yahvé le dio la indicación de volver a Egipto y traer a su pueblo a la tierra prometida. En relación a San Martín, a sus 34 optó por volver de España y comenzar a formar un ejército. También pretendió liberar al país del yugo extranjero.
¿Cómo pudieron hacerlo, a pesar de estar tanto tiempo fuera de lo que se estaba viviendo? Por lo que aprendieron durante su etapa de formación.
Moisés sabía cómo manejarse en la corte egipcia, cómo dirigirse al faraón y cuáles eran los dioses importantes para los egipcios. Las diferentes plagas que tuvieron en las tierras faraónicas correspondían a distintos dioses. No fue casualidad que distintos animales cayeran como plagas: era un mensaje divino que Moisés supo interpretar y advertir a los egipcios.
San Martín sabía que en España las cosas no iban bien. Conocía los enemigos de adentro y los de afuera. Sabía que ya no eran tan fuertes como antes. Además, sabía cómo era su ejército, su puntos débiles y fuertes. Aprendiendo todo esto, supo construir un ejército de la nada y liberar no solo uno, sino tres países.
Finalmente, los israelitas pudieron salir al desierto y dejar atrás a Egipto. Igualmente, en América, pudimos ser libres y autónomos. Esto fue, gracias a estas dos personas que decidieron cumplir con su tarea, aunque ello involucrara dejar sus funciones como padres de familia.
Argentinos como hebreos o israelitas, pareciera ser que la libertad no fue la solución a todos los problemas. Terminada la etapa de ser esclavo o colonos, comenzaron los conflictos dentro del propio país o nación.
Ni Moisés ni San Martín, pudieron actuar mucho más allá de la independencia. El primero murió sin entrar a Canaán y el segundo, agotado de salud, decidió exiliarse nuevamente. Nosotros, ¿valoramos la libertad?
Cotidianamente, la libertad nos parece algo común, algo que siempre estuvo. Sin embargo, para ello, hubo héroes, personajes que dejaron todo por alcanzarla. Creo que es nuestra responsabilidad, defenderla y aprovecharla. No quiero entrar en lecciones de educación cívica, pero sí quiero dejar como mensaje lo siguiente: cuando no se defiende la libertad, es muy probable que se vuelva a ser esclavo del extranjero. Les sucedió a los israelitas y nos pasó como argentinos.
Ese es el punto importante, y por ello, hay que estar agradecidos de los héroes que nos la permitieron.