En el Antiguo Testamento Dios levantó mujeres y hombres para que ejercieran posiciones de poder, tanto a nivel espiritual, como político y familiar; esto es un claro indicio de que el dominio del hombre sobre la mujer no formaba parte del plan de Dios.
En el Nuevo Testamento encontramos que los ministerios y posiciones de liderazgo eran ejercidos en función de los dones recibidos. Los testimonios acerca de Junias, Priscila, Febe, Evodia, Sintique, Trifena, Trifosa o la receptora de la 2da carta de Juan, demuestra que en la iglesia primitiva las mujeres tenían acceso a los mismos ministerios que los hombres.
Como ejemplo de puesta en práctica de estos principios de igualdad, Jesús escogió a una mujer como receptora y transmisora del primer gran mensaje del cristianismo (su resurrección) desafiando al modelo jerárquico piramidal de la época, que no concedía valor al testimonio de una mujer.
La exclusión de las mujeres del liderazgo espiritual no solo ocurrió en los inicios de la historia de la iglesia, sino que es algo que se ha repetido a través del tiempo, después de cada movimiento de renovación, cuando éste se había institucionalizado (los hermanos Wesley en el metodismo; su madre fue una gran propulsora del movimiento).
Las mujeres siempre desempeñaron un papel fundamental en los inicios de todos los movimientos espirituales que han tenido lugar en los veintiún siglos de historia del cristianismo, pero cuando éstos se consolidaban, su presencia desapareció.
Por ejemplo, en los inicios de la Reforma del siglo XVI, Lutero permitió a las mujeres predicar, no solo cuando no hubiera ministros, sino cuando también los hombres presentes no fueran competentes para hacerlo. Naturalmente se trataba de casos excepcionales.
La única excepción que según Lutero se daba apoyado en el texto de 1ª Corintios 11.5. Para él la marca era 1ª Corintios 14. 34, de ahí que cuando la reforma se institucionalizó y contó con suficientes ministros preparados, se pasó a una autoridad de oficio y ya no se les permitió a las mujeres el ejercicio del ministerio público. Para Calvino igualmente el ministerio público de las mujeres constituía una excepción basada en la necesidad.
Más recientemente, en el siglo pasado, otra causa de la paulatina oposición al ministerio público de las mujeres hay que encontrarla en una reacción al creciente empuje del feminismo secular, ya que muchos cristianos tradicionales al no querer que se identificara a las mujeres predicadoras y pastoras con el movimiento feminista estrecharon sus puntos de vista al respecto.
Ante la amenaza que se suponía traería este movimiento para la familia y la sociedad, se llevó a cabo una revisión de la exégesis de textos como 1ª Corintios 14. 34 y 35 y 1ª Timoteo 2. 9 y siguientes. Estos textos que se habían interpretado como un consejo ocasional para problemas específicos, empezaron a verse como principios transculturales, aplicables en toda época y lugar. Un ejemplo de cómo a lo largo de los siglos no solo las creencias configuraron la realidad de la comunidad cristiana, sino que también la realidad social contribuyó a la construcción de esas creencias.
En el caso concreto de la relación hombre-mujer durante siglos la iglesia ha mantenido el modelo de la caída. Pero ya es el tiempo del modelo diseñado por Dios en la creación y restaurado por Cristo mediante la redención. Gálatas 3.8.
Jesús siempre reaccionó contra las desigualdades de que eran víctimas las mujeres. Por ejemplo, en el caso de la mujer sorprendida en el acto de adulterio. Juan 8.11. No las subestimó, no ejerció dominio sobre ellas, sino que las trató con dignidad. Otro ejemplo, Juan 4 (la mujer samaritana). Y en Romanos 16. 1-16 saludos y afirmación de las mujeres colaboradoras.
En la cultura patriarcal y androcéntrica, se ve natural que todo gire alrededor del hombre, y éste como jefe del clan o de la familia. Para romper con lo que hace daño de estos paradigmas históricos y culturales necesitamos una hermenéutica que distingue entre cultura patriarcal y el amor de Dios por sus criaturas en igualdad de derechos y condiciones.