“La verdad nos hace libres”, expresión tan conocida y que decora varios hogares cristianos e incluso encontramos impresa en llaveros o remeras. Esta misma expresión se hizo vida en la iglesia en Cuba, donde en el último tiempo han experimentado un crecimiento sin igual, incluso por encima de las limitaciones de su país. La iglesia del Señor no se detiene y sobre este incremento de Dios podemos conocer más, a partir de la entrevista que tuvimos con el pastor Yoel Álvarez, de ciudad de Las Tunas, conocida como el balcón del oriente cubano.
LC: ¿Cómo ha sido la experiencia de la vida de Cristo en la iglesia en Cuba?
Yoel Álvarez: La iglesia en Cuba está y ha estado, por lo menos los últimos 20 años, en una reforma muy profunda que comenzó cuando lo que conocemos como lo apostólico llegó a nuestro país, alrededor del año 2000. Los primeros 10 o 15 años, me atrevería a decir, la iglesia en Cuba tenía un entendimiento de la realidad de la que quería escapar, porque estábamos convencidos que no tenía nada que ver con los diseños eternos del Señor. Pero al no tener revelado el hacia dónde ir, todo lo que hacíamos y lo que se comenzó a gestar en esos primeros años parecía más una manifestación de rebeldía contra la manera y contra la institucionalidad que había tenido la iglesia hasta ese momento, porque no nos presentábamos a la generación con un destino revelado y por eso perdíamos autoridad frente al cuerpo de Cristo en Cuba.
En los últimos 7 u 8 años, hemos ido cobrando entendimiento por revelación de la naturaleza, del carácter y del propósito de la Iglesia, con Cristo como fundamento, ya no somos una generación que está escapando de algo, sino una generación cuya reforma se va tratando de hacia dónde ir, hay un destino revelado que no es un lugar en el futuro, sino que es Cristo, en esa dirección estamos yendo y hacia allá estamos construyendo todo.
LC: Las escrituras dicen que la verdad nos hace libres y ha sido notoria esa libertad entre ustedes, pese a las adversidades del sistema ¿Cómo fue ese proceso? ¿De qué manera han experimentado esa libertad?
Y.Á: Cuando se vive en un sistema como Cuba, sistema totalitario que priva al hombre de absolutamente todos sus derechos y de toda la constitucionalidad, ese privarte de todos tus derechos y libertades tiene por propósito producir en el hombre una mentalidad de delincuente y de delincuencia, es decir, cuando en Cuba te levantas a la mañana y no tienes una manera legal de conseguir alimento, y tienes que meterte dentro del sistema negro para conseguirlo, eso genera en la psiquis del cubano una mentalidad de delincuencia, la creencia de que se es un delincuente.
Esto no es algo que podamos menospreciar porque la intención del gobierno es ésa, privarte de las libertades y de la dignidad. Entonces la manera como hemos experimentado y expresado la libertad que el evangelio glorioso de Jesucristo produce es porque cuando el evangelio se revela lo primero que te devuelve es la dignidad. Ningún hombre puede servir al Señor desde una mente esclava porque siempre se verá como indigno.
El evangelio te hizo coheredero juntamente con Cristo de grandes y gloriosas promesas, trajo un nuevo sistema operativo y lo estableció en tu vida a través de la naturaleza de Cristo, por lo tanto no puede coexistir con pensamientos de esclavitud.
La manera en que hemos podido experimentar esa libertad es porque el evangelio nos ha devuelto la dignidad, no la que los hombres puedan otorgar, no la que un sistema pueda respetar sino la dignidad que el nuevo nacimiento nos dio como criaturas de Dios y ese ha sido el efecto más contundente en términos de libertad.
«Hoy seguimos teniendo la misma escasez, el mismo desabastecimiento, las mismas presiones, pero ya la mente de la iglesia se va configurando en función de esa libertad gloriosa»
Pr. Yoel Álvarez
Es como que te sales del sistema y pierde la jurisdicción sobre tu vida. Hemos entendido que ese es el traslado de Reino del que las escrituras hablan: salir de un reino con una sustancia de mentira y poder venir a un Reino con una sustancia de verdad y de libertad en Cristo Jesús.
LC: ¿En qué momento o por cuál palabra hubo un «click» en la manera de ser iglesia?
Y.Á: Diría que fue en el año 2010, cuando por primera vez escuchamos un mensaje del Ap. Juan Ballistreri, cuyo título era “Descubriendo las verdaderas intenciones de Dios con la iglesia”. A partir de esta palabra comenzamos a entender lo que significaba la iglesia en términos eternos, por primera vez teníamos a un apóstol que nos hablaba de que la realidad gloriosa de Cristo es una realidad que se tiene que construir por el ministerio de la Palabra. Eso vino a redimensionar nuestra vida y el entendimiento de lo que era la iglesia y de la responsabilidad que teníamos como ministros del evangelio, de la función del ministerio de la Palabra.
Ya no se trata de ver a la Palabra sólo como la que viene a exhortar, a consolar, a traer recursos, sino de ver el ministerio de la Palabra como la construcción de estructuras de pensamiento que puedan sostener la fe de los santos. Hasta ese momento habíamos tenido en Cuba un evangelio muy emocional, basado en manifestaciones, señales, prodigios, milagros pero un evangelio sin fundamento escritural, sin revelación de lo que había sido Cristo, sin el entendimiento de la cruz como escenario de manifestación del propósito eterno.
Esa palabra puntual fue la que detonó y despertó en nosotros el hambre y anhelo por escuchar más a las voces apostólicas. Decían que había una iglesia que tenía toda la manifestación pero que necesitaba recuperar el elemento pedagógico a la hora de construir a Cristo en la mente de una generación.
LC: A nivel general, ¿cuál es el concepto o costumbre cultural que ha sido más difícil de erradicar de la mente? Por causa del evangelio, claro.
YA: Las tinieblas son imitadores de aquello que van identificando en el Señor. Carlos Marx, fundador de las bases del socialismo y del comunismo, hablaba de la necesidad de formar a un hombre nuevo y no como individuo, sino como un parámetro para la humanidad; hoy, los sistemas buscan uniformar la humanidad dentro de un parámetro preconcebido, Pablo lo identificó como el mayor nivel de guerra espiritual y no se refería a Cuba contra todas las deidades, sino que el mayor nivel de guerra espiritual es contra los principados y potestades, la palabra allí es arquetipos, es decir los arquitectos de una construcción mental.
El sistema que tenemos hoy en Cuba es altamente humanista y el peligro es que saca a Dios de la ecuación y coloca al hombre en el trono, intenta formar a un hombre altamente egoísta y autosuficiente para que el hombre crea que en sí mismo tiene todo el poder y toda la capacidad.
Tenemos a una generación que ha vivido por más de 60 años bajo este sistema muy humanista que entre sus valores más elevados tiene lo equitativo, continuamente habla de que todos los hombres tienen que ser iguales, pero no en cuanto a capacidad u oportunidades para prosperar sino que el gobierno termina poniendo un techo bajito, limitando la capacidad del hombre y haciéndole creer que su trabajo y esfuerzo tiene que servir y tributar para que todos tengan el mismo nivel de disfrute. Eso priva al ciudadano de la capacidad de prosperar, de ensancharse, de engrandecerse dentro de una generación, ¿por qué? porque la manifestación de ensanchamiento termina despertando anhelos en el resto de los hombres.
«Yo creo que la construcción más difícil de derrotar y el desafío que tenemos como iglesia es poder vencer esos altísimos niveles de humanismo en esta generación»
Pastor Yoel Álvarez
Esto no fue un accidente filosófico ni humanístico, la generación que tenemos hoy es el resultado de gente que pensó, que diagramó en mesas de trabajo y montó un sistema pedagógico que lo estamos padeciendo todavía, creo que el desafío más grande que tenemos es ese.
LC: ¿Por qué fue tan importante el entendimiento de la identidad de Cristo en ustedes?
Y.Á: Esto está conectado con lo anterior, cuando hablaba de cómo los sistemas buscan uniformar al hombre. Es imposible que se produzca la identidad en Cristo sin una vida espiritual y de revelación, si no hay una vida de inquirir y de profundizar, como decía el apóstol Pablo, porque Cristo no es un concepto, no es ni siquiera una doctrina, Cristo es una persona, con un carácter, con atributos que se imparten en la medida que por la intimidad y por el escudriñar las escrituras vamos adquiriendo.
La identidad en Cristo es fundamental porque es la que habilita al hombre nacido de nuevo, con la tecnología que le permite funcionar en términos de propósito. Creemos que ahí estaba el anhelo o el énfasis ministerial del apóstol Pablo cuando decía “yo trabajo a fin de presentar en Cristo Jesús a todo hombre”, si a esa expresión la pudiéramos sustituir por alguna frase pudiera ser “trabajo para que la identidad de Cristo se forme en cada hombre”.
LC: Hay una realidad espiritual a la que muchos aspiramos y es la que nos hace reunir porque el Espíritu nos mueve, como se relata en las escrituras, no por anuncios ni por whatsapp recordándonos que hay reunión. Supe que entre ustedes eso sucede. Que de un momento al otro se encuentran en las casas, sin previo aviso, y ese encuentro fue provocado porque el Espíritu tenía algo que comunicarles, ¿Qué nos podrías contar al respecto?
Y.Á: Creo que en la medida en que el Señor va espiritualizando a la iglesia, como hablan las Escrituras, a través del lavamiento que es por el Espíritu y la Palabra, el resultado es una iglesia cada vez más espiritual, suministrada por la verdad de Cristo y el resultado va siendo una generación mucho más espiritual y sensible, con los sentidos espirituales ejercitados por el uso.
Esa capacidad de discernir los momentos y las temporadas, de poder entender los movimientos del Espíritu y, de manera puntual, cuál está siendo la manifestación del Señor en nuestros días, en el contexto de cada nación, es una capacidad que la va teniendo la iglesia espiritual.
«una iglesia es espiritual por la medida de obediencia que va teniendo al Señor».
La iglesia no es espiritual por las lenguas que habla ni por la cantidad de versículos que podamos recitar de memoria, ni por las canciones que canta, es la medida de obediencia la que va definiendo la espiritualidad de una generación y eso tiene que ver también con el estar congregados en Cristo, y ésta es la realidad que, testifico, nos sostuvo como iglesia del Señor todo el tiempo que nos fue prohibido por las autoridades gubernamentales y sanitarias el congregarnos.
Hoy te puedo decir con todo gozo y con mucha alegría que este tiempo no causó mellas en los santos acá, porque ese proceso del Señor espiritualizando la iglesia nos tomó con una autoridad y con un entendimiento de algunas verdades eternas fundamentales, a otras estamos en el proceso todavía de asimilarlas, pero la realidad es que consideramos que tenemos en Cuba, por lo menos en lo que vamos construyendo como casa Manantial de Vida, una generación mucho más espiritual, sí lo creo.
LC: Las iglesias en Latinoamérica estamos llenas de actividades en la agenda pero ¿cómo mudamos nuestra mente del «hacer cosas para Dios» a que «Dios produzca en la iglesia su Hacer»?
Y.Á: Esta transición creo que depende del proceso de revelación y entendimiento. Entre las cosas más radicales que cambiaron a partir de la cruz de Cristo, es que el escenario de manifestación de Dios cambió. Cuando miras el Antiguo Testamento, tenemos a un Dios que se manifestó en lugares y elementos: Dios se manifestaba en una habitación llamada lugar santísimo, tomó la forma de una vara en la mano de un libertador, tomó la forma de un arca construida por un hombre de fe y en ese pacto fue la habitación en la cual Dios introdujo todo aquello que quería salvar.
Hoy el Señor no necesita lugares físicos ni grandes catedrales para manifestarse porque la manifestación vigente de Dios en este nuevo pacto es la iglesia, alguien dijo que “la iglesia es el guante que Dios se pone hoy, para manifestar toda su voluntad en la tierra”. Es el elemento de expresión de toda la gloria, de toda la gracia, de toda la justicia y misericordia del Padre porque la iglesia tiene por propósito de manifestar y expresar a Cristo, al hijo.
Creo que eso nos libera del yugo de tener actividades, de tener que “hacer cosas para el Señor” y le devuelve a Dios el protagonismo en el sentido de que ahora el “lugar santísimo” ya no es un lugar físico sino que es el hombre mismo, ese hombre nacido de nuevo que porta la naturaleza divina y tiene la vida del Espíritu instalada adentro, entonces ya no me gobiernan las actividades que se me orientan sino que ahora me gobierna una naturaleza que desde mi interior me da testimonio de qué es lo que agrada al Señor.