En este capítulo de la Biblia hay un denominador común, una referencia instalada en el imaginario colectivo cristiano; llamar a sus personajes “los héroes de la fe”. Es tan cotidiano este reconocimiento que hasta parece parte del relato… “Hebreos 11 habla de los héroes de la fe”, escuchamos.
El capítulo en cuestión (teniendo en cuenta su contexto) viene definiendo la fe, y presenta un listado de personas que pudieron desarrollarla de muy variadas maneras. Siendo la fe una certeza acerca de algo que todavía no se ve, quienes se movilizan a partir de ella pueden realizar actos inimaginables, portentosos.
En este punto es en el cual la palabra héroe toma su lugar; hoy día la vinculamos con aquellos que realizan hechos poderosos a la manera de los personajes de cómics; el héroe salva, protege, libera, es omnipotente. Los diccionarios lo definen como “Persona que se distingue por haber realizado una hazaña extraordinaria, especialmente si requiere mucho valor”.
Es por aquí, por donde se tergiversa el sentido de la fe. Es real, por supuesto, como bien lo menciona el autor en Hebreos 11:33,34 que “conquistaron reinos, hicieron justicia, alcanzaron promesas, taparon bocas de leones, apagaron fuegos impetuosos, evitaron filo de espada”, pero también es cierto con la misma fuerza argumentativa que otros “sacaron fuerzas de debilidad”. Entonces, se nos quiebra el discurso.
La gran nube de “testigos” está poblada de tal diversidad que tomar solamente una característica de los personajes es empobrecer el sentido; de hecho, en Hebreos 12:1, “testigos” es “μάρτυρες” en griego, es decir mártires; ¡qué lejos del estereotipo de héroe que nos atraviesa!.
El concepto de “héroe” se vincula en ocasiones con el de éxito; es decir, ser héroe trae popularidad, los héroes son personas “exitosas”. Definir el éxito es tan subjetivo como entender que los héroes son solo aquellos en los que se manifiesta el portento, el estruendo y la magnificencia. Es evidente que la fe se manifiesta de formas tan diferentes; el relato en Hebreos 11 es evidencia de esto, decíamos inicialmente.
El propósito de Dios y su control se pone en evidencia en cada uno de los ejemplos mencionados; aun en aquellos que según nuestros parámetros tal vez no dan con la talla de héroe contemporáneo.
Siendo débiles, fueron hechos fuertes
Los que sacaron fuerzas de debilidad no pueden ser desgajados de la lista, tienen el mismo estatus que los demás, son nuestros testigos, son ejemplo, son modelo. Tan solo pensar en debilidad parece una contradicción para la definición de héroe, no es un adjetivo posible; sin embargo, los parámetros bíblicos siempre van por fuera de los humanos.
Distintas versiones en las que podemos leer el pasaje enriquecen el sentido, por ejemplo: “siendo débiles, fueron hechos fuertes” (LBLA); “su debilidad se convirtió en fortaleza” (NTV); “sacaron fuerzas de flaquezas” (NVI); “recibieron poder en su debilidad” (B. Textual). En manos del Señor, por medio de la fe, nuestras debilidades se transforman en herramienta.
Cómo cambia la mirada, cuánto se amplía la lista, cuando los débiles son contados entre los “héroes” de la fe; el texto nos regala estos detalles tan increíbles. Podemos sentirnos identificados, ya que en la vida hay más débiles que poderosos; todos tenemos algo de debilidad. Esa que puesta en manos del Señor se transforma en fortaleza.
¿Por qué será que nos gusta más identificarnos con la palabra “héroes” que no es parte del texto inspirado, que con la palabra mártir que sí lo es?
Tal vez porque la segunda nos ubica en la impotencia, y qué duro es reconocernos en ese lugar; nos hace tan humanos… las connotaciones de estos dos conceptos marcan realidades muy distintas, y se nos pasa desapercibido el poder que puede manifestarse en la debilidad, ya que estamos obnubilados por los “héroes”.
Necesitamos desandar el paradigma
Hace falta redefinir a los héroes, porque hay muchos más de los que creemos, porque las luces nos hacen perder de vista a quienes manifiestan su fe de forma que no cuadra con el imaginario colectivo; éste que es más humano que divino.
“Sacaron fuerzas de debilidad”. Así que héroes, en todo caso, también son aquellos que siguen sonriendo aunque el hijo no llega; esos que, aunque la enfermedad no cede, siguen creyendo; aquellos a los cuales la frustración no los agobia tanto como para no volver a intentarlo una y otra vez, que se sacuden el polvo del fracaso y se aferran a lo nuevo… que siguen en “la plaza” esperando su oportunidad.
Héroes, aquellos que parecen invisibles ante los ojos humanos porque no dan “con el perfil” pero ante los cuales el cielo se pone de pie… que cantan en las cárceles, que son capaces de transformar el dolor en “fuentes de aguas”.
Si de deconstruir se trata, esos son héroes, eso también es éxito. Que podamos romper los estereotipos, puestos los ojos en Jesús y en esa gran nube de testigos que nos enseña que “dar con la talla” se trata más de carácter que de capas y espadas.