En la zona norte de Río de Janeiro, un movimiento cristiano está revolucionando la manera de hacer iglesia. Se trata del “Culto de la Medianoche”, una iniciativa del ministerio Marca de Cristo que cada viernes abre sus puertas a personas en situación de calle, adictos en recuperación y trabajadores nocturnos, ofreciendo un espacio de acogida, restauración y encuentro con Jesús.
Una iglesia para los que rara vez pisan una iglesia
La propuesta, liderada por los pastores Leonardo y Joice Apicelo, nace con un mensaje claro: “Sin focos, sin máscaras, sin exigencias. Solo tú y Jesús, exactamente como estás”. Cada viernes a partir de la medianoche, voluntarios reciben a los asistentes con una comida caliente, atención digna y un mensaje transformador del Evangelio.
“La puerta estará abierta. La luz estará encendida. Y el Cielo estará esperando por ti”, expresa el pastor Apicelo, invitando a quienes se sienten excluidos, juzgados o olvidados.
Este enfoque rompe con los esquemas tradicionales, alcanzando a aquellos que no pueden asistir a cultos en horarios convencionales, como trabajadores de turno nocturno o personas en contextos de vulnerabilidad extrema.
Evangelismo, acción social y transformación
El Culto de la Medianoche no se limita a predicar: transforma vidas. En una sola noche, voluntarios han logrado sacar de las calles a personas que hoy reciben atención integral en el Instituto Social Marca de Cristo (ISMC), una entidad fundada en 2008 que ya ha acogido a más de 25.000 personas.
El ISMC ofrece:
- Alimentación y abrigo
- Tratamiento contra adicciones
- Acompañamiento psicológico y espiritual
- Reintegración familiar y social
Este trabajo integral, basado en el amor de Cristo, busca restaurar la dignidad y la esperanza en quienes han sido marginados por la sociedad.
Una iglesia que sale de las cuatro paredes
En un tiempo de crisis social, exclusión y adicciones, iniciativas como el Culto de la Medianoche son un modelo de cómo la iglesia puede ser una luz en la oscuridad. El ejemplo de Marca de Cristo desafía a otras comunidades cristianas a salir de su zona de confort y a llevar el Evangelio a donde más se necesita: las calles.
Este modelo de iglesia inclusiva y compasiva responde al llamado de Jesús de buscar y salvar lo que se había perdido (Lucas 19:10), demostrando que la adoración auténtica no tiene horario ni paredes, y que el poder del amor de Dios puede redimir hasta las historias más rotas.
El impacto crece y suma voluntarios
El trabajo del ministerio ha sido reconocido por la comunidad local, y cada vez son más los que se suman como voluntarios para colaborar con esta misión. Desde jóvenes cristianos hasta profesionales de la salud mental y social, todos aportan en la restauración de vidas a través del Evangelio.