“Primero quién… después qué”. Esta frase llamó mi atención mientras me encontraba en un vuelo de Miami a México en uno de los viajes ministeriales que realizaba a menudo.
Continué leyendo vorazmente el libro de Jim Collins, Empresas que Sobresalen, y encontré otra verdad: “Los líderes sobresalientes parecen haber salido de Marte. Discretos, callados, reservados, hasta tímidos, estos líderes son una mezcla paradójica de humildad y voluntad profesional”.
Collins es conocido como uno de los mejores escritores en el área de liderazgo y sus libros tienen un fuerte soporte de investigación y estudio, tanto en empresas corporativas como instituciones no lucrativas.
Observando a fondo mi país y a América Latina, puedo notar que la mayoría de los llamados líderes, que aparecen a diario en los titulares de las noticias, no se parecen mucho a los mencionados por Collins, más bien acaparan las tapas de los medios por escándalos de corrupción y desorden en sus vidas.
Cando uno estudia la vida de los grandes líderes, encuentra en su mayoría un denominador común en ellos: una vida privada sólida, la cual da soporte y es consistente a su vida pública.
Mario Bloise, Director Ejecutivo Facultad de Teología Integral
Además, sumado a esto, encontramos creencias espirituales que son una guía para sus acciones y decisiones.
Los últimos años nos han mostrado un mundo sumido en crisis de gran magnitud. Crisis tales como la de los refugiados en Medio Oriente, los migrantes de Centroamérica, desastres naturales, entre otras, que dejan a millones de seres humanos sumidos en el hambre y la desesperación. Y, sobre todo, la profunda crisis actual causada por la pandemia ha desnudado la imperiosa necesidad de un nuevo liderazgo en el continente en todos los sectores de la sociedad.
Al observar esta realidad mis pensamientos se dirigen de inmediato a la Biblia, el mejor manual de liderazgo que se ha escrito a través de toda la historia de la humanidad. En ella también encontramos crisis de grandes magnitudes, pero, también vemos cómo hubo líderes que tuvieron la capacidad de enfrentar los hechos con una hidalguía y valentía sin igual. Todos ellos tenían una vida basada en valores espirituales que les dieron solidez a la hora de actuar. Valores tales como la honestidad, la integridad, la verdad, el amor al prójimo, y el servicio.
La Biblia habla una y otra vez de honestidad e integridad. Los libros de Salmos, Proverbios y muchos otros están llenos de sabiduría en cuanto a valores que deben sustentar la vida de un líder de carácter íntegro.
Mario Bloise, Director Ejecutivo Facultad de Teología Integral
A su vez, vemos en la vida de Jesucristo el tipo de líder que todos quisiéramos ver y confiar. Él es el ejemplo más grande de un liderazgo de servicio y amor al prójimo. Donde quiera que sus enseñanzas han llegado, han traído como resultado cambios y esperanza. Sociedades completas han sido transformadas por su obra, su ser y sus enseñanzas. Su vida y ejemplo, su muerte en la cruz por el perdón de nuestros pecados lo hacen acreedor de nuestra confianza y de nuestras vidas.
Sea usted cristiano o no, no dudará que Él ha sido la más grande influencia benéfica que hemos conocido. Respetado y amado por millones como el líder más grande y digno de imitar por aquellos que buscan ser líderes de influencia benéfica en este tiempo.
Tenemos un gran desafío para el desarrollo de líderes de carácter cristiano, como así también tenemos muchos obstáculos que surgen de una cultura no dada a compromisos fuertes y a largo plazo. Además, la dependencia y la mediocridad nos han llevado a ser autosuficientes y no aprendices, mientras que los verdaderos líderes son aprendices permanentes. Si dejamos de aprender hoy, dejamos de ser líderes.
Uno de los mayores obstáculos para el desarrollo de líderes en nuestro país somos nosotros mismos.
Nuestra corrupción, arrogancia, autosuficiencia, nos impiden ser el tipo de líder de carácter que puede traer verdaderos cambios en nuestra dolida sociedad.
Mario Bloise, Director Ejecutivo Facultad de Teología Integral
El desarrollo de liderazgo es a través de una mentalidad, más que un proceso. Y todas las actividades y aspectos de la vida deben contribuir a la formación del líder. No es necesaria una posición para ser líder, es cuestión de carácter. Como bien lo expresa Henry Tan, “Un líder es una persona que aprende, que está en una relación de influencia entre líderes y seguidores que están involucrados en alcanzar metas mutuas, al mismo tiempo que desarrollamos nuevos líderes”.
Jesucristo mostró con su vida y acciones un modelo de liderazgo que sí cambia las vidas y transforma las sociedades. No hay esperanza para América Latina fuera de este estilo de liderazgo basado en valores, creencias profundas que vivan en nuestros corazones y produzcan una real pasión por servir a los demás.
Mario Bloise. Director ejecutivo de la Red de Sembradores. Cofundador, Director ejecutivo y Profesor de la Facultad de Teología Integral.