A veces pensamos que misionar es hacer o decir cosas, pero en realidad nuestra vida es la misión.
Hernán Danolfo, fundador del proyecto Hijo Pródigo.
El evangelista y predicador viaja con su esposa Agustina por todo el mundo con el proyecto «Hijo Pródigo», anunciando el amor de Jesús de maneras creativas y poco convencionales. Desde tocar el ukelele en el colectivo hasta cantar con una nariz de payaso, o pintarse del día de los muertos en pleno festival mexicano, todo con un solo y único fin, decirle a la gente que Dios los ama y los espera de regreso con un abrazo que muchas veces ellos dan sin mirar a quién, porque nuestro padre siempre tiene los brazos abiertos.
LC: ¿Qué significa para vos misionar?
H.D: La palabra misionar es un estilo de vida. En los talleres que damos preguntamos ¿cuántos misioneros hay? Muy pocos levantan las manos porque consideran que ser misionero es ir a algún país o moverse, o alguna cosa por el estilo. Nosotros tenemos una frase del proyecto que dice «La vida es un viaje misionero». Para nosotros misionar es reflejar el amor de Papá en el lugar donde estamos, sea en el trabajo, la facultad, arriba del colectivo, con tu vecino o también puede ser en África. Esto es un estilo de vida. Jesús caminaba la calle y vivía la misión por qué Él era la misión.
LC: En uno de los viajes que realizaron a México irrumpieron en la fiesta tradicional del día de los muertos ¿Qué impacto tuvieron sobre las personas al predicar todos pintados de la festividad mexicana?
H.D: En México fue una experiencia muy linda a pesar de que llegamos en plena pandemia, y la verdad es que la fiesta de los muertos fue un bajón, literalmente estaba todo muerto, porque no había mucha gente en la calle, se suspendieron todas las actividades festivas regionales. Sí disfrutamos estar con la gente con la que nos cruzamos y nos mimetizamos disfrazados de muertos, pintada la cara de calavera, y fue muy lindo estar con la gente, compartir, aprender hablar de Jesús de una forma diferente, tal vez los que más fueron impactados fueron los cristianos porque muchos nos escribían «cómo van a hacer eso, que hay espíritus, demonios», y cuántas cosas más, todos esos miedos que siempre tenemos, todos esos tabúes que lo único que logran es paralizarnos y encerrarnos en cuatros paredes clamando por una guerra que ya fue ganada en la cruz por Cristo.
LC: Ustedes como equipo suelen realizar intervenciones donde regalan un abrazo a la gente ¿Cómo se reinventaron con la distancia que impone la pandemia?
H.D: Es un clásico abrazar para nosotros, sería como la imposición de manos en la actualidad. Lo hicimos en muchos lugares, vamos a marchas feministas, abrazamos en protestas en Chile en medio de las piedras, en Estados Unidos en una fiesta LGTB, y así en mil lugares más. Es muy hermoso ser abrazado con los ojos cerrados porque es un abrazo sin prejuicios, donde vos no ves quién te abraza y la persona tampoco se siente observada.
Hoy esta actividad cambió, pero tampoco es que nos vemos perjudicados ni nada por el estilo, porque no creemos en el abrazo como si fuera la única forma de demostrar amor.
«En Estados Unidos, en un callejón en California, yo quería abrazar a un joven que estaba sin remera y drogado, pero cuando llegamos él se opuso a la idea y nos decía que tenía una enfermedad muy contagiosa. Nos acompañaba un traductor y le empecé a hablar del amor de Papá, entonces, en un momento nos interrumpe y el traductor me explica, «el joven te dice que podés estar diciendo mentiras, sin embargo, nunca sintió esa paz que estaba viviendo en ese momento». Ahí te das cuenta que no es lo que decimos o lo que hacemos sino es el Espíritu Santo que trasciende toda barrera.
LC: Es verdad que los agarró la pandemia en medio de un viaje misionero en Estados Unidos ¿qué situaciones extremas vivieron, pero vieron en carne propia el amor y el cuidado de Papá?
H.D: Nosotros viajamos para Norteamérica el año pasado unos días antes de que se desate la pandemia, al principio fuimos por 28 días y terminamos siete meses varados en Estados Unidos. No te voy a mentir, al principio nos dio un poco de incertidumbre, pero después entendimos que nos teníamos que quedar ahí accionando, porque Argentina estaba cerrada.
«En este viaje misionero fuimos sorprendidos por Dios de muchas formas»
Hernán Danolfo, fundador del Hijo Pródigo.
Una de las cosas que más nos preocupaba era el tema de la alimentación, ya que en Estados Unidos es mucho más caro que en Argentina vivir, porque cada dólar es una fortuna. Entonces con Agustina nos anotamos en una fundación que se dedica a buscar los alimentos vencidos o por vencer en las grandes cadenas de supermercados, como Wall Mart, Food 4 Lees, entre otras.
Ahí sacábamos todo tipo de mercadería que tenía la fecha de vencimiento al límite, la organizábamos y la poníamos en cajas y la repartíamos a miles de personas que habían quedado sin trabajo en plena pandemia. Allá se ve tanto la prosperidad, pero también se ve mucho la necesidad de la gente, eso nos impactó muchísimo.
Parte de la comida que repartíamos era la que separábamos para nosotros y consumíamos. Durante los siete meses que permanecimos allá, casi todos los días comíamos alimentos vencidos, pero Dios nos guardó en todo momento.
«Nos tocó vivir una circunstancia muy particular, estuvimos cuando sucedió lo de Floyd y ver toda una sociedad conmocionada».
Hernán Danolfo, fundador del proyecto Hijo Pródigo.
LC: En toda esa protesta social ¿Qué pudieron observar en la gente?
H.D: Fue muy impactante ver toda esa violencia que genera el racismo y que particularmente Estados Unidos lucha con ella hace siglos. Entonces estaba a flor de piel la ira, la tristeza mezclada con frustración, bronca e impotencia. Pero nosotros nos centramos en abrazar a los que querían, también pintamos cuadros, murales, nos metíamos en bares de motoqueros y siempre con el fin de llevar el amor de Jesús a todos ellos. Hoy tenemos muchas ganas de volver a Estados Unidos porque dejamos un equipo trabajando allí.
LC: ¿Por qué crees que la iglesia tiene que salir más e invitar menos para adentro?
H.D: No es que tenemos que salir más, eso es una concepción propia nuestra de lo que nosotros entendemos que es ser Iglesia. Creo que hay que romper ciertos mitos que se hicieron alrededor de frases como «hay que salir de las cuatros paredes». Si logramos entender que la Iglesia somos nosotros, entonces nunca estuvimos adentro, siempre estuvimos afuera.
Entonces no creo que la iglesia tenga que salir, hace dos mil años que está en la calle.
Hernán Danolfo
La Iglesia, está arriba del colectivo, está en la fábrica, está en el kiosco, está en el mostrador de un comercio, en la política, está donde se encuentra cada hijo de Dios, creo que el concepto indicado es en realidad madurar en cómo ser Iglesia para serlo en el lugar donde nos toque estar circunstancialmente.
LC: Además de predicarles a los que no conocen de Dios, también vas por aquellos que por algún motivo no están asistiendo a una congregación ¿cómo trabajas con los que no se sienten identificados con la estructura tradicional de la Iglesia?
H.D: Nosotros les predicamos a todos los que se nos cruzan, y no es desde lo que tenemos para decir sino desde un estilo de vida, por eso es importante cuidar el testimonio, para poder manifestar el amor de Cristo sin obstáculos.
Con respecto a la gente que dejó de congregarse, tendríamos que analizar qué es congregarse primero. Pero para mí lo primero que nos preocupa antes que eso son las famosas estadísticas que dicen que por cada uno que se congrega hay tres que no, y entiendo la preocupación, pero tenemos que accionar. Debemos repensar y preguntarnos qué vamos a hacer con esta gente que jamás va a querer volver por distintas circunstancias.
«Hoy es un tiempo para generar alternativas diferentes y que ser iglesia sea mucho más amplio»
Hernán Danolfo, predicador y evangelista.
Hoy la iglesias puede estar en una casa, en un bar, en un Mc Donald’s, en una plaza, en el trabajo, porque no se trata de hacer una actividad sino que el impacto que podamos llegar a producir sea desde el ser, desde adentro hacia afuera.
Para lograr estos cambios que impactan tenemos que trabajar porque estamos viendo entre nosotros que muchos grupos se están quedando a la deriva. La pregunta es ¿qué vamos a hacer con estos grupos? ¿Los vamos a llamar apartados, rebeldes, llaneros solitarios? ¿O vamos a tomar el desafío que nos plantea este tiempo complejo?
LC: ¿De qué se trata ser una iglesia no convencional?
H.D: Esta pandemia ayudó muchísimo a descubrir que somos Iglesia, no que tenemos que serlo, entonces no se trata de las formas, de si soy más cool o más tradicional sino de qué manifestamos.
Sé que estas declaraciones muchas veces generan controversia, miedos, incomodidad, y entiendo, porque es algo que nunca se planteó, pero honestamente creo que Jesús tenía en mente un cuerpo espiritual que se moviera por todo el mundo conforme a la verdad que el Espíritu Santo va guiando a todos los hijos de Dios.
“Acá la posta es no importa lo que hagas, es si sos Iglesia o no lo sos»
Hernán Danolfo
LC: ¿Creés que hay hijos pródigos dentro de las iglesias? Estando adentro, no están.
H.D: Pródigos hay en todos lados, pero es triste ser un hijo dentro de la casa de Dios y estar ofendido, no tener relación con los hermanos, no sentirte comprendido, no experimentar el amor de Papá, y no poder ser sincero con lo que te pasa cuando te sucede algo es muy triste.
Es muy duro porque no sabes qué hacer, estás ahí, en donde se supone que tenés que vivirlo, y no lo experimentás entonces después ¿qué te queda?. Eso se agrava, porque el miedo juega un papel determinante, la religiosidad, generalmente, nos impide hablar. Y es todo lo contrario, Jesús nos dejó una estrategia divina, confesarnos unos a los otros.
“Jesús nos dejó una estrategia súper poderosa, y es hablar lo que nos pasa entre hermanos”
Hernán Danolfo
LC: Al igual que en los tiempos de Lutero ¿por qué creés que es necesaria una reforma en la iglesia hoy día?
H.D: La reforma nunca cesó, continúa, porque es espiritual, no dogmática. Muchas veces pensamos que somos más libres porque tenemos pantalla, luces, sonido, banda y bailarines. Pero la realidad es que la libertad no está ahí, en esa parafernalia, pasa por otra cosa.
Para lograr ese objetivo, tenemos que deshacernos de todo miedo, que es aliado de la religión y de la ignorancia, entonces los temores no nos dejan pensar. Y fijate que nos pasa a todos, hay tantas cosas establecidas por años que quedaron porque alguien dijo que era así pero nunca se indagó en las Escrituras para corroborar que fuera cierto.
No hay que tener miedo a pensar y repensar, debemos replantearnos en Dios todas las vacas sagradas que nos enseñaron por mucho tiempo, puede que nos equivoquemos en el camino, pero hace siglos que venimos arrastrando muchos errores, entonces en el proceso del cambio no hay que tener miedo.
«La verdadera reforma no es tener mejores eventos, sino tener una mente renovada»
Hernán Danolfo
Los primeros que debemos de arrepentirnos somos nosotros, porque si la gente no quiere seguir a Jesús, no es por él, es por nosotros, y ahí tenemos que parar la pelota y hacernos cargo de todas las presiones y carga que le pusimos a la gente y que se terminó alejando del amor que nunca conoció en realidad.
Tenemos que madurar y crecer juntos porque la Iglesia es el sueño de Dios, es el cuerpo de Cristo, amando, avanzando, caminando por este mundo en cada lugar donde estemos.
Quiero expresar que para mí hoy estamos mucho mejor, no soy pesimista, aunque muchas veces uno escucha tantas historias que entristecen cuando va viajando por todo el mundo, pero el desafío no es mirarlo con los ojos humanos, de Hernán, de Juan o Pedro, sino mirar con los ojos de Dios y para Dios vamos de Gloria en Gloria, por eso estamos mejor que ayer.