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¿Cómo conocer a Jesús?

No podríamos conocer a Jesús sin primero haber sido encontrados por Él. Necesitamos primeramente ser hallados en Él.

Pero entonces, ¿de qué conocimiento hablamos?

No es un conocimiento intelectual, ni mera información. Para conocer a Dios no necesito hacer muchos cursos de teología o leer la Biblia en un año. Obviamente, todo esto es bueno, ya que son herramientas que nos señalan y describen a Dios, pero no son Dios.

Se trata de conocer de forma espiritual

La palabra “conocimiento” tiene que ver con la construcción de una casa, con una unidad. Según el original hebreo ‘YADA’ o ‘YADE’, también en su raíz etimológica, nos encontramos con la palabra revelar, hacer notorio. Para hacerlo sencillo, es como si estuviésemos hablando de los planos de una construcción.

Oséas 4:6 dice “mi pueblo fue destruido por que le faltó conocimiento”.

Pero si ellos conocían la ley, se la sabían de memoria desde niños, ¿por qué fueron destruidos?

La respuesta es sencilla: porque les faltó la edificación de la vida de Dios en ellos, la revelación de los planos, la vida práctica del Espíritu. Esto nos lleva a la conclusión de que al final no estaban dentro de la casa, porque no había construcción.

Dios era la casa, y el que la construye en realidad es Él.

“Por qué, si Dios no construye la casa, en vano trabajan los edificadores”. Salmos. 127:1

Este conocimiento está profundamente vinculado con la palabra “comunión”, que es igual a lo mencionado anteriormente según la palabra hebrea “Chabar” o del griego “Koinonía”. Tiene que ver con una casa en común compartida, un vínculo, una unión.

«Conocer a Dios es tener comunión con Él, estar unido a Él, tener conexión con Él, compartir su misma naturaleza».

Dios no puede comunicarse con nosotros a menos que hayamos sido regenerados. Si no nacemos de nuevo no podemos ver el Reino. Dios es Espíritu, y los que le adoran (los que tienen comunión) deben hacerlo a través del espíritu.

Es una locura creer que alguien no nacido de nuevo puede tener comunión con Dios. Nuestro ser, es decir el alma, no puede conducirnos al Padre, por más que tenga una inteligencia desarrollada, mucho conocimiento e información, tal vez hasta sea muy buena y generosa, quizás está adiestrada y educada, pero nunca dejará de ser carne con un espíritu muerto para con Dios, desconectado de Su gloria.

Abordar todo esto es tan profundo, y como decía el apóstol Pablo: “La palabra de la cruz es locura para los que no creen (aun), pero es poder de Dios para los que se salvan”.

La vida de Cristo se nos es impartida cuando creemos en Él, en su obra completa en la cruz y resurrección, y que, en ambos hechos fuimos incluidos mediante la fe. Es la convicción de saber que cuando Cristo murió “yo morí”, y cuando Cristo resucitó, “yo resucité juntamente con Él”. Es fundamental tener esto en claro, y así poder andar en una vida nueva.

Giselle Cabrera
Giselle Cabrera
Giselle Cabrera es Bachiller en Teología de la UAD, se desempeña como profesora de Institutos bíblicos externos.

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