Por Mario Bloise
Una visión clara y transparente de Dios para quien Él escoge para liderar en un tiempo determinado de la historia.
Una visión secular como ejemplo
El 17 de febrero de 1994, Robert C. Goizueta, Presidente de la Junta de Directores y Funcionario Jefe Ejecutivo de Coca-Cola, escribió en su informe a los accionistas:
“Todos nosotros en la familia de Coca Cola nos despertamos cada mañana sabiendo que cada una de las 5.600 millones de personas estarán sedientas este día … y nosotros somos los que tenemos la mejor oportunidad de refrescarlos. Nuestra tarea es simple: hacer disponible Coca Cola y nuestros otros productos, hacérselos accesibles y aceptables, apagando su sed y proveyéndoles un perfecto momento de relajación. Si hacemos esto … si hacemos imposible para estas 5.600 millones de personas escapar de Coca-Cola … entonces nos aseguramos nuestro éxito futuro para muchos años por venir. Hacer cualquier otra cosa no es una opción.”
En la familia de Coca-Cola eran conscientes de dos cosas: que todos estarían sedientos en su momento, y que querían estar en la mejor posición posible para que esas personas apagaran su sed con una Coca-Cola. Lograr esto era su «alcance». No podían obligar a la gente a comprar o tomar Coca, pero podían colocarse a sí mismos en un lugar donde la Coca estuviera disponible para cada persona sedienta.
Nuestra tarea también es simple. Podemos despertarnos cada mañana sabiendo que cada una de las personas en el mundo estarán espiritualmente sedientos en algún momento durante su vida y queremos estar en la mejor posición posible para ofrecerles el “agua viva” para refrescarlos y darles vida. Como con la Coca-Cola: “hacer cualquier otra cosa no es una opción.”
La visión es fundamental. Como dice Proverbios 29:18, “Sin visión el pueblo perece”. Esta idea se refuerza en Juan 3:16-17, Mateo 28:18-20, Juan 4:35 y Mateo 9:35-38.
¿Qué es la visión?
Steven Covey ha escrito: “Todas las cosas se crean dos veces.” Primero está la creación mental y luego la creación física. La visión pertenece a esta primera creación. Tenemos que verla antes que podamos formarla en la realidad. La visión es la capacidad de ver dónde estamos yendo. Desde una perspectiva cristiana, la visión es la habilidad de ver claramente y articular dónde Dios quiere que vayamos o lo que quiere que sea hecho en una situación dada. La visión es el puente entre el presente y el pasado.
La importancia de tener una visión
Se cuenta la historia de tres albañiles que estaban haciendo la misma tarea, a los cuáles se les hizo la misma pregunta: “¿Qué está haciendo?” El primero respondió: “Estoy poniendo ladrillos.” El segundo respondió: “Estoy erigiendo una pared.” El tercero respondió: “Estoy construyendo una gran catedral.” Todos ellos estaban haciendo la misma tarea, pero sólo uno tenía la visión de lo que realmente estaba haciendo.
Sin una visión clara, poco puede lograrse. La visión implica anticipar el futuro y se define como una imagen ideal y original de lo que está por venir. Con una visión definida, podemos apoyarnos mutuamente con Jesús, quien promete estar con nosotros en cada paso, escuchando, actuando y respaldándonos.
La visión nos permite enfocarnos en lo que Dios quiere para nosotros. Es una representación del futuro deseado, nuestra guía. Como líderes, nuestra tarea es mantener esa visión clara, transmitirla y mostrar un futuro definido. La visión es una imagen mental del mañana, reflejando nuestros valores y manteniéndonos enfocados. Como pioneros, necesitamos una brújula y un sueño.
Liderazgo y Visión
¿Cómo empoderamos a quienes sirven con nosotros? ¿Cómo los motivamos a dar lo mejor de sí? ¿Cómo los guiamos en la misma dirección? Pastores y líderes coinciden en que la visión es esencial para avanzar juntos hacia la gloria de Dios.
En su libro Líderes, Warren Bennis escribe: “Para elegir una dirección, un líder debe primero haber desarrollado una imagen mental de un posible y deseable estado futuro de la organización.” Esta imagen se llama visión. Una vez que se establece la visión, sirve como el faro que nos dice qué dirección tomar. La cualidad común de todos los líderes es la visión. Tú como líder, debes tener y articular tu visión. Si puedes comunicar claramente a dónde quieres ir, como líder probablemente puedes persuadir a otros a que te sigan.
La visión actúa como un «Polo Norte», la dirección a seguir. Inspira y unifica, evitando la pérdida de tiempo en planificaciones y discusiones sin rumbo. La gente necesita ir en la dirección correcta. La visión motiva, y el Espíritu Santo es quien la dirige y la imparte. Sin visión, la gente se pierde, se desenfoca y se frustra, llevando al fracaso.
A menudo, medimos el éxito con criterios culturales en lugar de la visión de Dios, enfocándonos en números como la cantidad de miembros o eventos. Necesitamos una visión bíblica que inspire a las personas a ser parte de algo más grande. Con la visión de Dios, los grupos se convierten en comunidades donde la cooperación hace posibles resultados increíbles.
La visión ayuda a ver el futuro más accesible y nos permite comunicar con gracia y pasión los anhelos de Dios. Es como una brújula que da identidad y propósito, capacitando al líder para delegar y empoderar a la iglesia. Todo líder llamado por Dios tiene una visión, sabe a dónde va y hacia dónde Dios quiere llevar a la iglesia. Un líder con visión sabe que el Espíritu Santo le permite escoger e inspirar a su equipo. La visión permite influir en otros para alcanzar un propósito común, formando un equipo.
Los líderes con visión divina tienen fortaleza de carácter y no toleran la falta de integridad. Se crean la visión a través del compromiso con Dios (como Abraham, Moisés, Josué y Pablo) y dirigen con el ejemplo, viviendo su visión. Este compromiso inspira a dar la vida por cumplir la voluntad de Dios, y la visión se reafirma constantemente.
Características de la Visión
La visión, que proviene de Dios, es fundamental para el liderazgo y el cumplimiento del propósito divino. Sin ella, la dirección se pierde, llevando a la frustración y al fracaso.
- Origen Divino: Es propiedad de Dios.
- Claridad: Debe ser nítida y fácil de comprender.
- Inspiración: Motiva y alienta a la acción.
- Compromiso: Fomenta la dedicación y la entrega.
- Desafío: Impulsa a superar límites y alcanzar metas elevadas.
- Excelencia: Orienta hacia la búsqueda de lo mejor.
- Pasión: Despierta entusiasmo y fervor.
- Unificación: Consolida esfuerzos y alinea a las personas hacia un objetivo común.
- Orientación Futura: Se enfoca en un estado o condición por venir.
- Mejora Continua: Busca un cambio positivo y supera el status quo.
- Propósito Definido: Responde a la pregunta de lo que se anhela ver y lo que Dios ha puesto en el corazón.
- Energizante: Aunque requiere esfuerzo, el cumplimiento de la visión infunde energía.
- Realidad Fundamentada: Se basa en una percepción precisa de la situación actual.
- Control y Destino: Otorga un sentido de dirección y la capacidad de discernir lo relevante.
- Apelación Integral: Involucra los recursos espirituales y emocionales de las personas.
- Fuerza Convocadora: Llama, reúne e impulsa hacia adelante como un objetivo atractivo.
- Voluntad Divina: Surge del deseo de conocer y seguir el plan de Dios.
¿De dónde viene la visión?
La visión es un producto de reunir y evaluar información, estudio bíblico, mucha oración y mucho tiempo delante de la presencia de Dios. Además, es deseable lectura personal, estudiar las grandes ideas de otros, reflexión, hacer preguntas y escuchar, y momentos de inspiración.
También la visión es el producto de aprender del pasado, evaluar correctamente el presente y ver cómo el futuro puede ser mejor. A veces la visión es el producto de meses de pensar y reflexionar. En otros momentos es ese flash de brillantez que es correcto para tu situación. La visión a menudo surge de una necesidad insatisfecha. La visión a veces comienza con una insatisfacción con el status quo. Un líder visionario es uno que continuamente pinta un cuadro de cómo las cosas podrían ser mejor mañana de lo que son hoy y el camino que nos llevará allí.
El ejemplo del profeta Isaías
El rey Uzías, quien había dirigido los destinos de Judá por 52 años, había muerto. Su administración fue caracterizada por paz y prosperidad. El trono estaba vacante, por lo tanto eran horas de desesperación y angustia.
Isaías, como todo buen creyente, acude al templo buscando la asistencia de Dios quien le otorga, en lo que parecía su hora más desesperante, una visión extraordinaria.
El llamamiento de Dios en el oído del profeta Isaías, se produce cuando él puede ver, porque Dios descorre el velo, hacia tres direcciones.
I. Una mirada hacia Dios (vers. 1-4)
II. Una mirada hacia sí mismo (vers. 5-7)
III. Una mirada hacia los demás (vers. 5-7)
Aquel día Isaías entraba al templo desconsolado y desesperado por la situación que atravesaba la nación. Pero cuando sale, ya no es el mismo. Ahora salía con un llamado divino. Dios lo ocuparía como su vocero, no sería más un mero espectador que ora para que el Señor envíe obreros a la mies, él mismo iría.
Salía de ese glorioso lugar, sabiendo que Dios seguía teniendo el control de todo, que lo había llamado, lo había capacitado, lo había comisionado. Salía de aquel lugar teniendo la satisfacción plena de haber respondido positivamente al llamado, y estaba dispuesto a predicar la Palabra y serle fiel hasta las últimas consecuencias.
Dios nos ha encomendado llevar su gloria a todas las naciones y nos dio líderes comprometidos y apasionados que vivan la visión y la misión de Dios.
La historia sería diferente sin estos líderes. Los líderes llamados, escogidos por Dios, tienen una visión inspirada por Dios, saben a dónde van y dónde Dios quiere llevar a su pueblo.