El cultivo de la vid y la elaboración del vino son de las técnicas más antiguas de la humanidad. Basta recordar que una de las primeras acciones que tomó Noé, al bajar del Arca, fue plantar una viña y, luego, embriagarse. 

Ya desde el Génesis, esta bebida alcohólica estuvo presente, y hay evidencias de ello tanto en la historia de la sociedad como en los relatos bíblicos, donde se le menciona como un producto comercial, una bebida medicinal, una representación de un vicio, pero también, el primer milagro público realizado por Jesús. Actualmente, la mayoría del cristianismo adhiere al sacramento de la Cena del Señor, donde se utiliza el pan y el vino como símbolo de memoria. 

Una bebida con mucha historia

Como escribí anteriormente, Noé es uno de los primeros que figura en Génesis 9 como el conocedor, bebedor y, quizás, abusador de esta bebida. Es que la elaboración del vino en los tiempos bíblicos consistía en recolectar las uvas y luego pisarlas en un lagar, con los pies descalzos. El zumo obtenido se guardaba en tinajas de cerámica o en odres de cuero, donde se fermentaba, almacenaba o transportaba (Diccionario Ilustrado de la Biblia, Ed. Caribe, 1979). 

Al respecto hay que decir que, al hablar de vino, no podemos compararlo con el que existe en la actualidad, debido a que las condiciones, procesos y técnicas, lógicamente, han cambiado y evolucionado. La conservación del vino y su calidad se ve afectada por factores externos, como el calor y el frío, o puede sufrir daños físicos al continuarse fermentando en el lugar donde se lo conserva.

Solamente en el Antiguo Testamento se lo nombra unas 141 veces. La palabra generalmente usada en la traducción al griego es “yayín” y forma parte de la vida cotidiana judía. Era utilizado, especialmente, en las celebraciones de la Pascua. Aunque la ley prohibía alimentos fermentados, no se consideraba a las levaduras del vino como parte de las prohibiciones (Gran Diccionario Enciclopédico de la Biblia, Clie, 2003:4369).

Pero, principalmente, el vino se consumía en las celebraciones, como en los casamientos. Aquí es donde entra en escena, el primer milagro de Jesús, en las Bodas de Caná, en Juan 2. 

También era parte de las diferentes ceremonias sacerdotales, como las libaciones, que eran ofrendas especiales dedicadas a Dios: “Tú prepararás vino para la libación, un cuarto de un hin (un litro) con el holocausto o para el sacrificio, por cada cordero”, Números 15:5.

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Bota de vino, parecida a los odres que se usaban en la época de Jesús. Fuente: Página del Pastor Jesús Figueroa

El vino como signo de abundancia, como don de Dios

La Biblia trata de distintas maneras al vino y a su representación. Una de ellas es como un don, un regalo, un símbolo de la prosperidad. Tanto así, que, en el mismo libro de Jueces, aclara que el vino alegra tanto a Dios como a los hombres: “Y la vid les respondió: ¿He de dejar mi mosto, que alegra a Dios y a los hombres, para ir a ser grande sobre los árboles?”, Jueces 9:13.

Además, David lo enumera entre las bendiciones de Dios (Salmos 104:15), junto con algunas promesas hechas en el Antiguo Testamento, por los profetas menores: “Responderá Jehová, y dirá a su pueblo: He aquí yo os envío pan, mosto y aceite, y seréis saciados de ellos; y nunca más os pondré en oprobio entre las naciones”, Joel 2:19.

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Grabado de «Las crónicas de Nuremberg», de 1493, que representa la embriaguez de Noé y la burla de su hijo. 

La otra cara de la moneda: el vino como vicio del hombre

Los textos bíblicos también hablaron por extenso sobre los vicios y, entre ellos, del abuso del vino. Desde algunos consejos de los proverbios, hasta la mala reputación dada por algunos personajes bíblicos, como el ya dicho Noé, toman a esta bebida como algo de lo que hay que tener precaución para no abusar. 

Además, aquellas personas que tomaran el camino de ser nazarenos tenían prohibido tomar vino, junto con los llamados recabitas, una tribu nómada, y además se menciona la abstinencia de vino por parte de Juan el Bautista. 

También en el Apocalipsis se nombra como la representación de la ira de Dios sobre el hombre, culminando la historia de la humanidad con el juicio e ira divina: “Y el ángel arrojó su hoz en la tierra, y vendimió la viña de la tierra, y echó las uvas en el gran lagar de la ira de Dios. Y fue pisado el lagar fuera de la ciudad, y del lagar salió sangre hasta los frenos de los caballos, por mil seiscientos estadios”, Apocalipsis 14:19-20.

También es algo bueno

Jesús utilizó al vino como metáfora, debido a que era algo extremadamente familiar en la Tierra Santa. Así la recordada parábola de los odres viejos y nuevos, y el vino que se podía verter en ellos. También, el estar llenos del Espíritu Santo, hacía correlación con estar “embriagado” con el vino. A esto se refería, que también traería alegría el estar lleno de él, tal como lo hace la bebida. 

La diferencia entre el veneno y la medicina es la dosis, como dijo un antiguo filósofo griego. Con esta bebida sucede lo mismo. Sin embargo, de entre todos los líquidos, Jesús lo tomó como representación de su sangre, la cual hay que recordar cada vez que celebramos la Cena del Señor.

Soy de Mendoza, Argentina. Profesor de Historia y casi Licenciado en Turismo. Espero que en mis notas no encuentres respuestas, sino preguntas. Que puedas mirar al pasado para enriquecerte, no para aburrirte.