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Unidos en oración por el proyecto exprés de la ley del aborto

Después de un año complejo como este, atravesado por una pandemia mundial que ha dejado como resultado miles de muertes, nos encontramos siendo testigos de un debate apresurado en la Honorable Cámara de Diputados de la Nación. Es lamentablemente ver el tratamiento que se le está dando al proyecto de ley que regula el acceso a la Interrupción Voluntaria del Embarazo. Porque es evidente a toda costa que no se considera prioritario cuidar su debate en la agenda política, sino que prima la idea de aprobar la ley lo antes posible.

Este es un proyecto que se presenta en un momento completamente inoportuno e imprudente, en el marco de una crisis socio sanitaria y económica como la que está viviendo nuestro país. Esto se refleja en nuestros diarios y medios nacionales, que en su edición matutina del día de hoy nos informaron que la pobreza subió a un 44,2% de la población.

La prioridad de los argentinos no es aprobar una ley como esta, la prioridad de los argentinos es llegar a fin de mes y poder sobrevivir. Por eso este proyecto, que una vez más nos divide como sociedad y nos provoca a tener que salir a las calles a manifestarnos, en un contexto sanitario sumamente delicado, es inapropiado. En estos tiempos el Gobierno debe responsabilizarse de las prioridades del pueblo argentino, y no de otros intereses.

En este escenario, los ciudadanos somos espectadores de las presiones políticas y la operación fugaz que ciertas corrientes ideológicas están imponiendo en nuestro país. Se nos propone un debate que tendrá un total de 24 horas de exposición en las que, hasta aquí, hemos visto un número de disertantes enunciando sus ideas sin fundamentos científicos, carentes de datos precisos y, como si fuera poco, declarando falacias que pretenden ser instaladas como verdad.

Pero aún más indignantes son los dichos aberrantes del Ministro de Salud de la Nación, Ginés González García, quien se expresó en el inicio del debate diciendo que “acá no hay dos vidas como dicen algunos, acá claramente es una sola vida y lo otro es un fenómeno”. A lo que añadió que “si no fuera así, estaríamos ante el mayor genocidio universal” ¿será un furcio?

Entendamos la gravedad de este tipo de declaraciones ominosas, ya que quien las manifiesta es quien se supone que debe dirigir la totalidad de nuestro sistema de salud y velar por el cuidado de todos los argentinos, nacidos y por nacer.

En unos días será el turno de nuestros diputados y senadores, los cuales se encargan de crear leyes en pos de los argentinos y representar a las mayorías que los han elegido su cargo público. Esperamos que, al igual que sucedió en 2018, cuando miles de ciudadanos salimos a las calles en cada punto del país, dejen completamente evidenciado el rechazo a esta ley y el espíritu federal de nuestra nación.

Somos una mayoría que se opone radicalmente a este proyecto deshumanizador, que quiere instalar el descarte de niños en el vientre materno. Somos una mayoría que se resiste al tratamiento fugaz de un tema tan delicado que requiere ser abordado con profundidad, seriedad y respeto.

Como iglesia debemos entender que este es un llamado a los hijos de Dios que han decidido ser colaboradores suyos en su misión de extender su Reino en la tierra. El Señor está atento a una iglesia que no se duerme, que vela por los temas que sacuden a la sociedad. Me refiero a una iglesia que sigue clamando para que el cielo invada la tierra, aun cuando pareciera que todo es oscuridad. Hablo de una iglesia que declara los milagros que Dios puede hacer.

Somos esos hijos que se posicionan en una fe inquebrantable, que se establecen en su corazón y en la confianza de aquel que todo lo puede y todo lo ha vencido. Sabemos que, cuando llevamos la causa de Cristo en nuestros corazones, nuestras oraciones son respondidas. Así que no dejemos de interceder por nuestro país, dispongamos nuestro corazón a clamar ante el único juez justo que puede transformar una votación en diputados o senadores, como ya lo hemos visto en 2018.

Jamás olvidare como un medio de comunicación tituló cuando nos movilizamos hace dos años: “se levantó un gigante y tenía el pañuelo celeste”. No éramos nosotros marchando, era Él yendo por delante. Y esta batalla se vencerá de rodillas, delante del rey de reyes que abre camino.

Es un tiempo en el que el llamado de Dios es emergente y nos lleva a derramar nuestro corazón por esta causa, así que busquemos las promesas en la Palabra y declarémoslas sobre nuestra nación y las generaciones que vienen.

Jael Ojuel
Jael Ojuel
Ginecóloga y Obstetra especialista en fertilidad. Pastora en Centro Cristiano Amor y Vida Directora del Equipo de Bioética de ACIERA. Evangelista de la Nueva Generación de Evangelistas de Fundación Palau. Directora de Profesionales Conciencia (profesionales que defienden los valores Cristianos a través de la profesión).

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