En esta cuarentena vimos, en Argentina, la unidad de muchas iglesias para llevar no solo un mensaje de salvación, sino también una mano extendida para ayudar.
Mucha gente ve la unidad como la presencia de acuerdos. Si bien siempre es positivo ponernos de acuerdo, a menudo no sucede. Como cristianos debemos saber que Jesús oró para que seamos uno con Él. En otras palabras, nuestra unidad es en Cristo, y es con Dios con quién debemos de estar de acuerdo.
Cuando todo esto sucede, cosas poderosas se manifiestan. Y el mundo comienza a ver, y también a creer. Jesús dijo en Juan 17:21(RVR1960):“para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste”. Y lo estamos viviendo.
Durante estos meses de cuarentena en la Argentina, y de pandemia en todo el mundo, el trabajo silencioso de las iglesias evangélicas en nuestro país se hizo más visible. Y fue esencial.
Esforzarnos para trabajar unidos
Diferentes proyectos que se concretaron a lo largo del año —como el “Seamos Uno”, que reunió a organizaciones no gubernamentales de diferente índole y religión—, entregaron cientos de miles de alimentos. En acuerdos con municipios y gobiernos provinciales, las reuniones por zoom se multiplicaron: bolsones de comida, visitas a paradores con gente en situación de calle, seguimiento a contagiados de COVID 19 en hospitales y hoteles, y operativos semanales en medio de las noches frías de invierno de cada ciudad.
Una Iglesia que siembra, una Iglesia que se une; y el mundo lo ve. Crecieron las expresiones de políticos y gobernantes, no solo de forma privada, sino también en medios de comunicación, remarcando la gran obra que los evangélicos realizan en todo el país.
Tenemos un gran desafío. Debemos seguir reforzando el trabajo hecho, avanzar en la construcción de relaciones, acompañar a nuestro Señor en lo que Él dijo que haría: “edificaré mi iglesia” (Mateo 16:18). No esperemos estar de acuerdo en todo, porque nuestras formas pueden variar. Pero estemos de acuerdo con Dios y su Palabra, y sigamos trabajando en la unidad porque esa es la Iglesia que Cristo viene a buscar.
Son tiempos que requieren liderazgo. Dios está levantando nuevas generaciones que nos puedan llevar al cumplimiento de lo que Él ya habló que viviríamos. Sería triste ver gente con capacidad de liderazgo que mire hacia un costado, y espacios de influencia ocupados por personas que no saben liderar.
Somos conscientes de que hay gente en nuestro país que está harta. Cansada de vivir en pobreza, que ya no tolera ver la corrupción en la que está sumergida la sociedad. Pero nosotros, los creyentes, no nos debemos cansar nunca de seguir trabajando en la unidad.
Y si la pandemia nos unió más, no perdamos de vista que cuando se vaya debemos mejorar. La Palabra de Dios nos anima a no frenar: Gálatas 6:9 dice “No nos cansemos de hacer el bien, porque a su debido tiempo cosecharemos si no nos damos por vencidos”. Somos uno en Cristo. Somos su Iglesia. Pero es unidos, no solos. Dios va con nosotros.