Nací en una familia pastoral, siempre amé a las misiones y siempre tuve presente la necesidad urgente de ir y predicar el Evangelio a todo el mundo.
Mamá nos llevaba a mí y mi hermana a las reuniones de asistencia social y de beneficencia, por eso también siempre tuvimos muy presente las necesidades que había afuera. Crecí con una necesidad de hacer justicia. En la escuela tenía el apodo de «la defensora de los pobres», porque siempre me estaba metiendo en los asuntos que no eran míos y haciendo lío. Sin embargo, realmente pensaba que era una falla de carácter, papá siempre me decía que no debería ser tan entrometida y que tenía que contenerme con mis posiciones y pensamientos fuertes.
A los 12 años tomé la decisión de bautizarme y de tener una fe propia, que no fuera la de mis padres solamente, tuve una experiencia hermosa con el Señor, y yo realmente sentí que Él me llamaba a las misiones transculturales, tuve una visión de un mapa con todos los países y entonces dibujé uno de estos países que había visto y mis padres lo identificaron en el mapamundi como la India. Esta experiencia la atesoré en mi corazón.
«Viví toda la adolescencia sabiendo que mi vida sería dedicada a las misiones y que ese era mi llamado».
Mis padres, aunque son pastores, pensaron que era una emoción del momento, ya que era un tema muy hablado en la iglesia, y que mi interés eventualmente pasaría. Pero yo año tras año seguía con mucha curiosidad, quería aprender más, entonces paralelo a la secundaria estudiaba misiología a la distancia, porque era muy chica para ir a un seminario; tenía la firme idea que terminando la secundaria me iba a un seminario a prepararme para ir a las misiones y dedicarme por completo.
Sin embargo, recién cumplidos los 17 años, terminada la escuela, entre mi idea de estudiar teología en un seminario y la insistencia de mi padre para que yo entrara a la universidad y estudiara una carrera, oré y sentí que el Señor me decía «quiero que vayas a la universidad». Fui un poco contrariada, pero tras mi primera clase volví llorando a casa porque no podía contener la emoción que sentía de haber encontrado mi lugar en el mundo.
«Mi amor por el derecho fue instantáneo y lo pude entender desde muy temprano que era mi campo misionero».
En la universidad, durante los 5 años que cursé, estuve involucrada con la Alianza Bíblica Universitaria, una misión estudiantil muy famosa en Brasil. El Señor me dio una palabra en Jeremías diciendo «pónganse en los corredores y puertas a anunciar mi palabra» y fue lo que hice.
Siento que así las misiones y la profesión caminaron convergentes, nunca pude distinguir si mi compromiso era con el derecho o con la misión estudiantil, una complementó a la otra. Viajamos por muchas provincias abriendo estudios bíblicos en diferentes universidades y colegios secundarios, hice muchos amigos para toda la vida, siempre con esta mirada de que mi carrera y profesión era la vocación y llamado que Dios me había dado para servirle.
Cuando terminé la carrera el Señor me volvió a hablar sobre las misiones transculturales y yo ya me había hecho la idea de que iba a seguir por siempre con la misión estudiantil, así que ya había empezado un posgrado en Brasil, pero fui a una Escuela de inglés en JuCUM USA y en esta escuela el Señor me volvió a mostrar el mapa del mundo, en sueños me dijo que yo conocía una parte muy pequeña de Su mundo, pero que Él me quería mostrar otros lugares y otros aspectos que Él amaba en Su creación. Me dijo que me debería quedar en esta organización y en el mapa mismo me indicó Argentina para que fuera a profundizar en las misiones.
Fue así que llegué a la Argentina, sin hablar español, sin conocer a absolutamente nadie, renuncié a mi oficina, mis clientes y mi posgrado, llegué a empezar un tratamiento profundo de sanidad y revelación que Él quería para mi vida. Él sanó las heridas de mi corazón y entonces volvió a presentar el derecho y afirmar que esta pasión por la justicia y el derecho efectivamente era algo que Él me había dado y quería que yo lo utilizara para la extensión de Su reino.
Volví entonces a la universidad, ahora estoy terminando mi Maestría en Derechos Humanos, ya hace 8 años que estoy en Argentina sirviendo como abogada en misiones, más específicamente en el rubro de los Derechos Humanos y Derecho Público Internacional, he trabajado con los Derechos de los Refugiados y Migraciones por varios años y actualmente trabajo con mujeres en vulnerabilidad, con los Derechos de las Mujeres y Familias. Así que este es mi testimonio, sabiendo que Él siempre tuvo este sueño en Su corazón de que yo amara el derecho y persiguiera la justicia, a Su forma, a Su manera, en Sus tiempos.
Evelyn Santos, 31 años, nacida en Brasil, casada. Abogada y maestranda en Derechos Humanos, misionera en Juventud Con Una Misión en Ituzaingó, Buenos Aires. Trabaja actualmente en el ministerio Mujeres de Fe/Casa de la Mujer y con la Red Nacional de Contención a la Mujer con Embarazo Vulnerable, es parte de la Asociación Argentina de Abogados Cristianos. Instagram