Tener vida eterna abre la oportunidad de que nuestras acciones temporales, lo que manifestamos con nuestra alma y cuerpo, participen esa extraordinaria eternidad.
En esta quinta parte de esta serie de artículos sobre la salvación el tema es esclarecer cuáles son esos ingredientes de alta calidad para edificar el alma.
El alma es un espacio de construcción. Todo lo que conocemos del alma humana es aquello que fue contraído en algún momento del tiempo. Es tan así que usted nunca verá a un bebé recién nacido buscando un psicólogo.
Cualquier forma de salvación que no proponga una manera de vivir en la tierra estará incompleta. El Evangelio nos anuncia vida eterna y, con ella, una propuesta a ser parte de la expresión de lo verdadero en nuestros días.
Una persona que ha experimentado la salvación da muestras de al menos estos cuatro instintos espirituales, que no son aprendidos, sino que forman parte inmanente del ser.