La niñez debería ser una etapa de felicidad, pero en ocasiones se convierte en un infierno. La historia de Bart Millard nos cuenta de una infancia marcada por el abandono de una madre y el maltrato de un padre violento. Hasta que Dios entra en escena y la realidad cambia.
I can only imagine o Solo puedo imaginar es el nombre de una conmovedora película, pero también de la canción cristiana más exitosa de todos los tiempos. Escrita por Millard y grabada para el disco de su banda Mercy Me, fue aplaudida por los críticos del rock y galardonada por el Premio Dove como la mejor canción del año, entre otros.
Detrás de su emotivo mensaje está la experiencia de vida de Bart, compositor de la canción y ahora el personaje principal del éxito cristiano, dirigido por Andrew y Jon Erwin. El relato penetra directo al corazón. Esa es la razón por la que vale la pena ver la película. Tal vez las estrategias cinematográficas son clásicas y el espectador no debe esperar ningún efecto novedoso. Sin embargo, el mensaje es conmovedor al punto de hacerte lagrimear.
Una corazón roto que Dios puede sanar
Debido a su dura infancia, Bart, interpretado por Michael Finley, crece con un profundo rencor hacia su padre Arthur Millard, protagonizado por Dennis Quaid. Cuando alcanza la suficiente edad, decide marcharse de su hogar para emprender su carrera de músico.
Está claro que su viaje es solo una vía de escape, al punto que está dispuesto a separarse del amor de su infancia con tal de alejarse. Un trastabilleo en su carrera lo incita a regresar a su casa para solucionar su situación con su padre.
Para su sorpresa, se encuentra con un hombre totalmente transformado, que apela a la compasión de su hijo y a quien le urge recibir su perdón debido a que padece una enfermedad terminal. En ese nuevo escenario, Dios comienza a tratar con su corazón roto.
Quedará en manos del espectador descubrir el final. Solo un adelanto: la canción I can only imagine es una composición que surge como consecuencia de todo lo que vivió desde su más temprana edad hasta su madurez espiritual y emocional.
Lo cual permite al lector reflexionar en el hecho de que todo lo que nos acontece en la vida, aun lo más difícil, tiene un propósito detrás. Así lo enseña la Biblia: “Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito” (Romanos 8:28).