Nunca en mi vida imaginé que iba ser misionera. No era lo que quería cuando era chica. No me sentía cómoda viajando, conociendo otras personas, haciendo cosas nuevas. Siempre prefería estar cómoda, sentirme segura, seguir el ritmo de la “vida normal”. Sin embargo, me vine a la Argentina con el propósito de Dios, y hoy me encuentro en Chubut predicando su Palabra junto a mi familia.

Cuando terminé la secundaria, no tenía una dirección clara hacia dónde iba mi vida. Tomé un año para trabajar, esperando que algo me apareciera, alguna carrera u oportunidad. Intenté buscar opciones de estudios, ver los requisitos, pero nada me llamaba la atención.  Sabía que si empezaba por ese camino de la universidad iba a estar más confundida que antes. No pude encontrar algo que me apasionara, y no quería vivir una vida aburrida tampoco. Algo no se alineaba. 

Nací en la iglesia, y siempre había oportunidades de viajes misioneros para adolescentes de la secundaria. Jamás participé en ellos porque no quería. Era demasiado desafiante, incómodo. Algunas amigas vinieron para hacer su Escuela de Discipulado y Entrenamiento (EDE) en Juventud con una Misión en Mendoza en 2006, y terminaron quedándose a trabajar. Surgió la posibilidad de que mi hermana viajara para visitarlas, y durante ese tiempo el Señor la llamó a volver y hacer la escuela, pero no quería venir sola.

Hasta el día de hoy estoy convencida de que fue el Señor que me convenció venir, porque si era por mí, jamás.

Pero acepté ese desafío solamente por cinco meses. Pensé que volvería a Canadá para seguir mi “vida segura” pero después de doce años sigo estoy aquí, en Argentina, sirviendo el Señor en JUCUM. Junto con mi esposo formamos parte del equipo de líderes, tomando decisiones y discipulando a nuestros obreros y estudiantes de las escuelas. Él también trabaja en Kings Kids (el ministerio de niñez) y yo estoy encargada del ministerio de alabanza. 

La mejor decisión que tomé fue escuchar la voz del Señor y seguirlo 

No fue fácil, no es fácil y no será fácil seguir. Hubo muchas cosas por las cuales tuve que tomar decisiones concretas basada en mis convicciones de lo que Dios me había dicho. Siempre aparecen opciones; una, dos, tres o más. La pregunta siempre es y siempre será: “¿A quién seguirás?”. 

Mi esposo y yo nos conocimos acá, en la Escuela de Discipulado de JUCUM. Él siempre cuenta los momentos que cambiaron su vida: cuando decidió no solamente ser cristiano, sino buscar su Reino, servirlo y seguirlo donde sea por el tiempo que sea. También siempre dice lo mismo: no fue fácil, no es fácil y no será fácil seguir. 

El año en que él decidió quedarse en Argentina fue el año en el que aparecieron trabajos, oportunidades, carreras, dinero, etc., en California de donde es. Una vida de lujo era la otra opción. Usamos la palabra “tentación” para otras cosas, pero les cuento que su tentación fue dejar el llamado atrás y buscar su propio beneficio. 

Pero Jacob sabía que tarde o temprano no estaría feliz si no estaba haciendo la voluntad de Dios, así que tomó la decisión definitiva de seguir al Señor y servirlo acá en Argentina.

Así los dos nos casamos, con un mundo de desafíos por delante, y con muchas cosas más para renunciar, luchar y pelear.

Con el transcurso del tiempo nos dimos cuenta más y más del profundo amor, cuidado, provisión y propósito que el Señor da cuando uno elige seguirlo. Nunca hemos pasado hambre, siempre tuvimos un techo sobre nuestra cabeza. 

Los choques culturales (aunque a veces siguen) nos motivan a amar más y más la hermosa tierra argentina, la cual para nosotros es nuestra tierra prometida.

Siempre decimos que el tomar mate es una oportunidad enorme de conocer a personas, discipular y amar. No se encuentra algo así en mi país.  

Un choque muy grande que experimentamos fue que Argentina tiene una cultura muy nocturna, pero nuestra cultura norteamericana no. A veces, cuando viajábamos a compartir en iglesias, los jóvenes querían juntarse a charlar con nosotros hasta la madrugada. ¡Como sufríamos por querer estar con ellos pero no poder mantener los ojos abiertos! 

Por años buscamos la forma de poder tomar mate, charlar y comer hasta tarde, ¡pero hasta el día de hoy se nos hace muy difícil! Nuestra cultura es más estar durante el día, y dormir temprano. Los obreros de nuestra misión todavía creen que me acuesto a dormir a las 9 de la noche (que no es verdad, ¡pero asi nos perciben!). 

Durante los altos, los bajos, los éxitos y fracasos, las lecciones y lo conocido, el Señor nos ha dado una palabra para poder siempre seguir en nuestro llamado.

Josué 1:9: “Ya te lo he ordenado: ¡Sé fuerte y valiente! ¡No tengas miedo ni te desanimes! Porque el Señor tu Dios te acompañará dondequiera que vayas”. El costo de seguir a Cristo es alto. Requiere sacrificio y renuncia. Pero vivir dependiendo de Dios, siguiendo sus pasos y extendiendo su Reino fue la mejor decisión de nuestra vida. Sacrificar para Cristo siempre vale la pena. 

Mateo 10:38-39: “y el que no toma su cruz y me sigue no es digno de mí. El que se aferre a su propia vida, la perderá, y el que renuncie a su propia vida por mi causa, la encontrará”.

Somos Jacob, Karley, James & Levi Sudyka. Somos de Estados Unidos y Canada, y nuestros hijos nacieron aca en Argentina. Estamos sirviendo el Señor en Juventud Con Una Mision hace 12 años en Puerto Madryn, Chubut. Trabajamos en las areas de Discipulado, Liderazgo, Niñez y Alabanza.

Juventud Con Una Misión es una comunidad misionera de cristianos provenientes de diferentes trasfondos, culturas y tradiciones cristianas, dedicados a servir a Jesús alrededor del mundo. Servimos principalmente de tres maneras: a través del entrenamiento, la proclamación del Evangelio y al preocuparnos por aquellos en necesidad. Actualmente trabajamos en más de 1,200 lugares en alrededor de 180 países.