Vamos a tratar de responder algunas dudas que hay en muchos corazones y rasgan el alma cuando pensamos ¿cómo hago para predicar el Evangelio si no tengo algún talento o don que resalte de los demás?
Creo firmemente que ésta es la pregunta que todos nos hicimos en algún momento de nuestras vidas, por eso quiero hablarte de dos tipos de personas, de los que se reconocen talentosos y de aquellos que piensan que no tienen ningún don. Hablaremos de personas que con sus competencias están permitiendo que Dios cambie el mundo que hoy conocemos y también de cómo otros esconden lo que tienen.
Desde ya te advierto que, si sos de esos que se sienten inmóviles por no tener recursos ni talentos, vas a terminar de leer y rápidamente entenderás con claridad que estás a una pared de distancia de poder llegar a ser tu mejor versión, la que Dios espera de vos.
Para eso voy a contarte la historia de Sebastián. Él era un muchacho introvertido, vergonzoso, tímido, él estaba completamente seguro de que no era el pibe que iba a sobresalir, porque estaba convencido de que no tenía talentos y siempre elegía quedarse en el costado, para él todos tenían más capacidades o eran más aptos para afrontar las tareas.
Pero luego de muchos procesos, caídas y levantadas Dios hizo algo muy grande con Seba, empezó a usarlo de una manera enorme, predicando, liderando, ayudando, sirviendo y acompañando. ¿Quién iba a pensar que iba a haber un cambio tan brusco en una persona? ¿Quién iba a imaginarse lo que Dios haría?
Ese muchacho tímido, tiempo después, se encontró predicando frente a muchas personas; ese niño sin talentos descubrió que Dios había depositado en él una capacidad hermosa para la escritura, y así, algo que para otros parecía simple terminó cambiando vidas.
Ahora te pregunto, ¿te gustaría ser como Seba?, ¿te gustaría dejar de pensar que no tenés dones, que no tenés capacidad, que no tenés sueños? Hoy quiero decirte que el mayor talento que podés tener es la capacidad de elegir, y la mejor decisión que vas a tomar es la de dar el primer paso.
Si das el primer paso, te aseguro que vas a dar el segundo.
Si hoy sentís que no tenés talentos, quiero que sepas que yo también creía que no los tenía, porque «Seba» es simplemente un nombre inventado para mí mismo, para ese chico que antes era. Según como me percibía, yo no tenía oportunidad de resaltar porque no tenía dones. Pero Dios hizo locuras lindas, y esas mismas locuras las puede hacer con tu vida si simplemente te das la oportunidad de decirle que sí y dejás de tener miedo o incertidumbre por lo que viene.
¿Te acordás de Éxodo 4:10? Moisés no se sentía capaz de ser usado por Dios. Así como te pasa a vos y como me pasó a mí, él solo podía ver sus límites y sus dificultades. Entonces dijo Moisés a Jehová: «¡Ay, Señor! Nunca he sido hombre de fácil palabra, ni antes, ni desde que tú hablas a tu siervo; porque soy tardo en el habla y torpe de lengua».
¡Hey! Hay una capacidad muy grande en vos, y si estás en el tablero de juego, significa que tenés movimientos por hacer.
En Santiago 1:17 dice: “Toda buena dádiva y todo don perfecto viene de lo alto, desciende del Padre de las luces, con el cual no hay cambio ni sombra de variación”.
Todos tenemos talentos y, aunque aún no logres verlo, al menos uno vos tenés, porque si algo aprendimos en la parábola de los talentos es que todos recibieron. Así que hoy tenés una confirmación de que tenés dones, y no porque te lo esté diciendo yo sino porque fuiste hecho por Dios. Pero también tenés una advertencia: «Al que mucho se le da, mucho se le demanda».
No pienses nunca más que fuiste creado para estar al margen, para esconderte o para ser uno más del montón. Viniste con propósito, con talentos y una oportunidad gigante de multiplicar lo que hoy tenés. Así que acordate, no importa cuántos dones tengas si simplemente no te animás a dar el primer paso. Por eso hoy tenés que tomar una decisión, elegir multiplicar o elegir esconder.