Cuando decimos en la oración bien conocida por nosotros y enseñada por Jesucristo como un modelo a seguir:” Venga a nosotros tu Reino”, afirmamos que deseamos que la multitud de favores del Reino de Dios habiten con nosotros.
Donde tú, hijo de Dios, vives, allí también está Él obrando, escuchando y respondiendo tus oraciones, guiando tus pasos, resguardando tu vida y bendiciendo a los tuyos.
Eres luz en medio de las tinieblas, es por eso por lo que el Seños enseñó así; que tu luz brille e ilumine tu entorno, una lámpara no debe colocarse debajo de una mesa, se ubica sobre ella para que ilumine toda la habitación.
Eso eres tú en tu familia, tu trabajo, tu aula, tu grupo de amigos. Eres esa luz que ilumina y aparta las tinieblas, en donde tú estás no puede prevalecer la oscuridad porque tu claridad irrumpe y disipa.
Cuando Jesús envió a sus discípulos a anunciar las buenas nuevas de salvación a las aldeas, les dijo que entraran en las casas y dijeran: “… El reino de Dios ya está cerca de ustedes” (Lucas 10:9), si los recibían con este anuncio, los favores del Reino quedarían con esa gente, de lo contrario, los discípulos deberían salir sacudiéndose los pies y esos beneficios seguirían el camino junto con sus mensajeros.
Esa misma luz y esa misma gracia va con nosotros hoy
Y la podemos irradiar a donde vamos, si la desean quedará allí, de lo contrario seguirá su devenir con nosotros. Hay abundancia de bendiciones para acercar a los que esperan, no tienen límites. Recordemos que una de las leyes del Reino anuncia que al que más tiene, más se le dará, cuanto más repartes, más tendrás para seguir haciéndolo.
Jesús en la Tierra, el Hijo de Dios nacido en Belén, encarnó la irrupción del Reino de Dios entre nosotros, trajo el perdón, y la reconciliación a la humanidad. Ese Reino está esperando que cada uno de nosotros sea un emisario, uno que anuncie ese favor y se pare ante las puertas de los corazones cerrados de tantos que se encuentran cansados y cargados por las luchas cotidianas y anuncie esta excelente noticia: Hoy, el Reino de Dios se ha acercado a ti.
Alguna vez en nuestra existencia estuvimos en ese lugar de necesidad y desaliento y, entonces, decidimos creer este anuncio. Aprendimos a caminar entendiendo nuestra novedosa posición de hijos de Dios y herederos de su Reino ya implantado entre nosotros pasando a ser parte de la Iglesia tan amada por el Señor.
Donde estemos, eso es lo que somos, lo llevamos con nosotros grabado en la mente y en el corazón, y es necesario hacerlo evidente a los demás, esa es la forma de ser luz en medio de las tinieblas.
Debe ser mostrado en nuestra forma de hablar, en nuestros actos, nuestras decisiones, nuestro modo de interpretar los hechos, de ver cada situación y a los demás, relacionándonos en la forma correcta con el resto de las personas, como Jesús lo haría.
Para esto necesitamos conocer de la Palabra, recibir instrucción, aprender de la persona de nuestro Salvador, hay mucho por saber y crecer en este sentido. Somos embajadores del Reino de Dios, y así debemos ser vistos por el mundo.