El fundamento bíblico de nuestra adoración cuando Jesús interrumpe nuestro camino. Te invito a imaginar por un momento a Jesús haciendo esta declaración: “Pero se acerca la hora, y ha llegado ya, en que los verdaderos adoradores rendirán culto al Padre en espíritu y en verdad, porque así quiere el Padre que sean los que lo adoren. Dios es espíritu, y quienes lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad” (Juan 4:23-24).
Si no conociéramos la historia de antemano, imaginaríamos a Jesús diciendo estas palabras en un contexto religioso o litúrgico. Incluso podríamos pensar que elegiría una charla con sus discípulos o una cena íntima en la casa de sus amigos Lázaro, María y Marta.
Sin embargo, qué maravilloso es ver al Maestro acercándonos esta verdad tan reveladora de una manera única y trasgresora. Él eligió a una mujer samaritana con un pasado y un presente complejos, para darle una clase magistral de adoración.Sin duda este es uno de los pasajes clave para comprender qué tipo de adoradores busca nuestro Dios.
Jesús nos enseña que la verdadera adoración no tiene que ver solo con una actitud corporal o con las canciones que podemos cantar en las reuniones de nuestras iglesias.
La verdadera adoración es un encuentro de nuestro espíritu con el Espíritu de Dios.
Es la comunión de nuestro corazón con su corazón. Es nuestra mente ahondando y admirando la belleza de quien es Él. Es un acto de amor donde todo nuestro ser se involucra con una fuerza extrema y simplemente responde al llamado de su gracia.
Es en ese encuentro donde no solo podemos acercarnos a su amor y contemplar su belleza, sino que podemos acceder a los secretos profundos de Dios a través de la comunión con el Espíritu Santo, Él mismo es el Espíritu de verdad y en Él habita todo el conocimiento y la sabiduría.
En Juan 16:13 Jesús dijo: “… cuando venga el Espíritu de la verdad, él los guiará a toda la verdad, porque no hablará por su propia cuenta, sino que dirá solo lo que oiga y les anunciará las cosas por venir”.
Las palabras de Jesús siguen haciéndose eco en nuestro presente
El Padre sigue buscando al día de hoy verdaderos adoradores. Hay una invitación a entrar a un nuevo nivel de intimidad, en donde el mismo Espíritu Santo quiere encontrarse con nosotros y revelarnos las conversaciones del cielo sobre lo que ha de venir. ¿Estamos dispuestos a escucharlo? ¿Estamos dispuestos a acallar nuestras voces internas, nuestros temores e incertidumbres y permitir que Él hable?
Creo que todos nosotros en algún punto somos “la mujer del pozo”, sedientos, necesitados, con un pasado y un presente que muchas veces nos atraviesa, nos condiciona o limita. Pero allí, en escena, aparece Jesús y cuando Él entra todo cambia.
Esa mujer pecadora se transformó en la primera evangelista de la historia revolucionando toda una ciudad. Esa misma transformación puede ocurrir en cada uno de nosotros, si simplemente nos dejamos encontrar por Jesús y permitimos que interrumpa nuestro camino.
Hoy podemos decirle a nuestro Dios: La hora ha llegado ya, nosotros, tus hijos, estamos dispuestos a adorarte en espíritu y en verdad.