Abrir un grifo y que salga agua potable es parte de nuestra vida normal.

Cada día, reiteradas veces vamos hasta la cocina, o donde sea abrimos y tomamos un vaso de agua, llenamos una olla, tetera o lo que fuera. Sin embargo, tener conexión a la red hídrica es un beneficio que no tiene más de 100 años. Antiguamente, había que realizar un recorrido desde la vivienda hasta el pozo, y ahí extraer el agua. 

En una zona donde el agua no abunda, como lo es actualmente Israel, cuidar los pozos era una tarea fundamental. Tanto así, que podían originarse diversas batallas entre pueblos, ciudades o tribus vecinas, por controlar quién tenía el acceso a los pozos de agua potable. Hay que recordar que esos pozos de agua abastecían no solo a los seres humanos, sino también a los cultivos y a los animales. Por eso, en esta nota vamos a ver en profundidad cómo eran esos pozos, lugares donde se resguardaba y se cuidaba hasta con las armas los reservorios de agua. 

Tan esencial como el oxígeno

Cuando Abraham recibió la promesa de que sus descendientes heredarían la tierra, ésta estaba situada en una región de pocas lluvias y ríos. Como dice el Diccionario Ilustrado de la Biblia (Caribe: 1979), los descendientes de Abraham habitaron la zona de Neguev, al sur de Palestina, donde se aprovisionaban de agua mediante la excavación de pozos, hasta hallar aguas subterráneas potables. Así como se podían heredar ganados, dinero o esclavos, también se podían heredar pozos de agua potable. 

Muchos de estos pozos daban nombre a los lugares típicos de las zonas desérticas, como Beerseba, donde beer significa “pozo”. 

Una ocasión para la pelea

Son varios los ejemplos que demuestran, a lo largo de toda la Biblia, las luchas que tuvieron por obtener y quedarse con los pozos de agua potable. En el Antiguo Testamento tenemos los ejemplos de pozos excavados directamente por Abraham, que Isaac recuperó tiempo después:

“Y volvió a abrir Isaac los pozos de agua que había abierto en los días de Abraham su padre, y que los filisteos habían cegado después de la muerte de Abraham; y los llamó por los nombres que su padre los había llamado. Pero cuando los siervos de Isaac cavaron en el valle, y hallaron allí un pozo de aguas vivas, los pastores de Gerar riñeron con los pastores de Isaac, diciendo: El agua es nuestra. Por eso llamó el nombre del pozo Esek, porque habían altercado con él”, Génesis 26:18-20.

Al igual que sucede con varios sitios fundados por Jacob, los pozos también obtenían un nombre con la situación dada cuando se abrieron. Como muestra la escritura anterior, Esek correspondería a llamarse por el altercado que vivieron los pastores de ambos personajes.

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Pozo de Belén, ubicado en el medio del desierto. Fuente: Eben-ezer

En el Nuevo Testamento vemos que una historia originaria de muchas prédicas sucede alrededor de un pozo. Aunque se trata de una discusión y no un enfrentamiento, como lo sucedido con los pastores de Isaac, el trasfondo sigue siendo el mismo: quién se merece el agua del pozo.

“¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual bebieron él, sus hijos y sus ganados? Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; más el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna”, Juan 4:12-14. 

En este pasaje la samaritana interroga a Jesús, primero por ser judío y segundo por darle “órdenes”, pidiendo agua del pozo que ella había heredado como descendiente de Jacob. Como bien pueden haber deducido, para sacar el agua del pozo era necesario tener una cuerda, unas poleas y un cántaro, y la reiterada actividad de sacar agua del pozo con las cuerdas erosionaba el borde.

Sacar agua del pozo era una actividad netamente ligada a las mujeres, debido a que eran las encargadas de quedarse en casa y cocinar. Por ello, no fue accidental que Jesús decidiera acercarse y dialogar con una mujer y, además, samaritana.

Otra figura de Jesús

El agua es también una simbología utilizada en la Biblia. Como dijo el Mesías a la samaritana, que él era la fuente de agua viva —es decir, un pozo o vertiente—, hay otras escrituras que también utilizan el mismo sentido del agua brotando de un lugar, como representación del mundo espiritual.

Es mi deseo que, en esta temporada de tanta sequía, recordemos a aquel que es nuestro Mesías, pero también nuestra fuente inagotable de agua viva.