No te detengas
Nunca dejen de orar (1 Tesalonicenses 5:17)
El hermano Lawrence se destacaba por estar consciente a toda la presencia de Dios y sostener largas conversaciones con él en medio de las tareas de su jornada darse el lujo de cavilar sobre las realidades eternas mientras fregaba los platos. Así y todo, muchos no han tenido la suficiente disciplina como para hacer algo parecido. Este hombre de fe “respiraba plegarias”.
Todos tenemos la oportunidad de llenar con oraciones el tiempo libre y las tareas diarias. Quizás no podamos hacerlo siempre, porque la mayoría de nosotros tenemos trabajos y responsabilidades que demandan nuestra total concentración en el asunto. Pero sí podemos conversar con Dios más frecuentemente de lo que lo hacemos.
En 1 Tesalonicenses 5:17, Pablo no instruye a los lectores a orar de continuo; más bien anima a seguir orando, sin nunca rendirse o desanimarse, porque sus intenciones son en extremo importantes.
¿Cómo es esto posible? El Señor les dio a los seres humanos la responsabilidad de cooperar con él en la obra de su viña. En un principio ellos poseían las llaves del reino (Génesis 1:28), pero las perdieron en la caída. Jesús las recobró para entregárselas a quienes le siguen (Mateo 16:19). El busca intercesores (Isaías 59:16) y les revela sus planes a aquellos que lo escuchan (Amós 3:7) para que declaren y pidan acorde a su voluntad en este reino. Por razones que desconocemos, Dios ha decidido obrar en la humanidad de manera interna, a través de nosotros, y no de manera externa. Nuestras oraciones son clave para que él intervenga contra el mal en la tierra.
Si de veras quieres ser sal y luz en este mundo, ora sin desmayo. Si es preciso, deja que Dios reforme tus plegarias, pero continúa pidiendo. En lo espiritual, el Señor está obrando sin descanso. Los corazones se están abriendo, las vidas están transformándose. Tu persistencia en la súplica es importantísima en el proceso. En el mundo espiritual tú eres un soldado de primera línea y tus oraciones son el medio para ganar terreno. No te rindas en la pelea.
Devocional de libro Sal y Luz: Chris Tiegreen