Los líderes deben ejercer sus decisiones e influencia sustentándose en principios y valores que busquen el bien común.
Los países en América Latina se encuentran en un punto crítico de su historia. La mayor parte de estas naciones no solo poseen una importante cantidad de recursos naturales, sino también un profundo deseo de alcanzar estabilidad, productividad en su cultura y economía, extendiendo su influencia política y social.
La única esperanza que tienen para sostener un futuro positivo es fundamentar estos recursos y energía en un compromiso para desarrollar una sociedad basada en principios y valores donde el bien común sea la meta principal.
Los medios masivos en nuestro continente están llenos de cuadros dramáticos de manifestaciones sociales en las principales ciudades, mientras que las economías nacionales se derrumban ante el peso de la corrupción y el liderazgo inefectivo que se practica.
Argentina cuenta con una infraestructura productiva muy poderosa en lo económico, social e intelectual que aún no se ha explotado al máximo. Lo utilizado está impregnado de ideologías, corrupción e intereses egoístas. El resultado: una mala distribución de los beneficios, desencadenando graves problemas sociales como pobreza, violencia, secuestros, etc.
El desarrollo de nuestros recursos humanos es una asignatura pendiente para el progreso de nuestro país. Este año pandémico trajo a la luz la manera egoísta con la que los líderes en todo nivel de nuestra sociedad usan a sus equipos de trabajo solo para su beneficio propio.
La ausencia de cuidado e interés genuino dio lugar a pedidos y demandas hacia un sector que se tuvo que esforzar en adaptarse a convivir con el hogar y el trabajo. La falta de lectura y perspicacia de lo que ocurría dejó un colapso emocional en un amplio sector de la sociedad… todo esto se pudo haber evitado
Para esto, es necesario que los líderes decidan ejercer sus decisiones e influencia sustentándose en principios y valores. Transformar su estilo de vida y liderazgo para moverse con una visión enfocada en el bienestar común; buscar el éxito de todo su personal; usar la popularidad como un recurso para la realización de la visión y cumplimiento de las esperanzas de sus seguidores y no como plataforma de lucimiento personal.
Usar las capacidades personales para servir en lugar de ser servidos
Esto implica un desafío enorme de crecimiento en honestidad y humildad por parte de quienes ejercen un rol de liderazgo en reconocer la falencia actual en la que se encuentra gran parte de ellos. Se necesitan cambios, profundos cambios. Se necesita una conducción enfocada en la persona, preocupada por ellas, para dejar atrás un estilo de liderazgo que para estos tiempos ha quedado obsoleto.
Necesitamos ser líderes que puedan tener la capacidad de ejercer de manera honesta una autocrítica. Quizás es tiempo de reconocer la profunda incongruencia entre lo que comunicamos y la conducción que realmente se ejerce, aunque eso provoque el profundo dolor de admitir los fracasos.
El desafío de este tiempo es que los líderes de cada ciudad y nación desarrollen un sistema de valores y principios necesarios para proveer estabilidad emocional, social y cultural. Mediante este, y en un proceso intencional, sistemático y personal de desarrollo de líderes que ayuden a formar otros líderes, se logrará un proceso multiplicador que produzca los cambios que necesitamos.
Debemos ser esa clase de líderes que anhelamos ver, mostrar con el ejemplo la grandeza de la humildad para mostrar el camino a otros. Con este fundamento y raíces de estabilidad, podremos alcanzar la bondad y grandeza moral.
¿Podremos estar a la altura para hacer una autocrítica profunda, honesta y sincera que nos permita reconocer los fracasos para poder hacer los cambios necesarios? Solo cuando podamos atravesar el muro que nos impide ver la realidad estaremos en condiciones de experimentar cambios profundos.
Mario Bloise
Director Ejecutivo de la Red de Sembradores. Cofundador, Director Ejecutivo y profesor de Facultad de Teología Integral. Director Nacional de Cru en Argentina. Maestría en Liderazgo en la UNILID.