Mis amigas muchas veces se ríen de mí cuando les cuento que “lo hice yo misma”. Me llaman “la chica DIY” (do it yourself: hazlo tú misma).
Conseguí comprar online una máquina que me ayuda a cortarme el cabello sola. Lo mismo hice para cortarle el pelo a mi esposo y a mis hijos. Cuando mi esposo me dijo que llevemos al perro a su peluquería, mi respuesta, ¿sabés cuál fue? -No, lo hago yo.
Así podría contarte mil ejemplos. Como esos fines de semana donde sentía que mi “mujer interior creativa” necesitaba un poco de inspiración y decidimos con mi esposo arreglar muebles viejos y transformarlos en “obras de arte”, y así cambiamos todos los muebles de mi cocina.
O las veces que, en vez de comprarle un disfraz a mis hijos para el colegio, se los hago con todo lo que encuentro ¡y terminan quedando espectacular! (o así me parece a mí… ¡ja!).
La comida casera, la manicura de gel que me hago en casa, las artesanías, el tráiler que remodelamos una vez, la casa que refaccionamos, etc., etc., etc. Todas son cosas que hice yo misma.
Si eres como yo, ya sabes de lo que hablo. De ese sentimiento de que sí pudiste. De esa adrenalina de saber que quizá no sabes cómo hacerlo, pero que encontrarás la forma de lograrlo. Esa satisfacción de ver un fruto de tus manos.
Si eres como mi amiga que se ríe de mí, quizá entiendas mejor lo que voy a decir luego.
Pedir ayuda
Todo este frenesí de hacer las cosas por mí misma me trae un gran sentimiento de completitud, y así también me deja una gran incógnita. ¿Qué pasaría si no me sale o no lo logro? ¿Qué sucedería si no puedo hacerlo? ¿Qué va a pasar el día que me enferme, o que mi trabajo full time me requiera más de lo que calculo?
Y esta pregunta es para todas nosotras: ¿Sería capaz de pedir ayuda?
Necesitamos poder vernos a nosotras mismas como mujeres completas, integrales, con altos y bajos, con errores y aciertos. Mujeres que necesitan, quizá más que muchas otras cosas en el mundo, una comunidad. Un espacio seguro, donde tus fallas, tus falencias y tus defectos sean aceptados y conversados con amor.
Ya sea que esa “comunidad” tenga dos personas, que sean aquellas personas en las que puedes confiar. Animate a decir: “esto no puedo hacerlo sola, y necesito tu ayuda”. “Necesito que estés aquí”. “Necesito hablar”. “Necesito distraerme”. “Necesito que oremos juntas”. “Necesito saber que puedo hacerlo”. “Necesito que lo hagas por mí”. Lo que sea que estés necesitando, quiero que hoy te des la chance de decirlo, y que eso te haga sentir empoderada y no derrotada.
Mi deseo para ti hoy es que puedas encontrarte donde estás. Aceptarte como eres. Empujarte a ser mejor. Y saber cuándo pedir ayuda.
¡Lo mejor está por venir!
Nos leemos la próxima.