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Misionero ingresó a una de las selvas más incomunicadas del país a predicar el Evangelio

Muchas veces no somos conscientes de lo complejo que puede llegar a ser llevar el Evangelio a las tribus o grupos que viven en la selva o lugares remotos incomunicados con el resto de la sociedad. 

Una de las razones por las que un misionero argentino surgido de un pueblo nativo desafió los peligros de la jungla para llegar a un pueblo tribal fue que temía que nadie más pudiera hacerlo.

Después de varios viajes para proclamar a Cristo a los aldeanos en lo profundo de una jungla llamada El Impenetrable en Chaco, a orillas del río Bermejito, el evangelista tribal, cuyo nombre se mantiene en reserva por razones de seguridad, fue el único que aprendió cómo llegar a su propia aldea para llevar la Palabra del Señor.

“Estaba feliz y agradecido porque pudo transitar nuevamente por estos caminos difíciles que solo él conoce”, dijo el líder de su ministerio nativo.

No fue la primera vez que realizaba este trayecto; este verano regresó a la zona para compartir el Evangelio y llevar materiales de discipulado a una pequeña iglesia; el hombre primero montó una motocicleta en una canoa para ingresar a la selva, según compartió el mismo líder. 

Las tribus en Chaco conocieron el amor de Dios luego de ser provistos con alimentos

«Damos gloria a Dios por la valentía de nuestro hermano que sigue adelante y nada lo detiene”.

Líder de la congregación

Después de desembarcar, el trabajador sabía que el camino se estrecharía rápidamente, ya que solo se puede transitar en moto. “No hay posibilidad de que entre un camión, porque es muy angosto y peligroso. Damos gloria a Dios por la valentía de nuestro hermano que sigue adelante y nada lo detiene”, compartió el líder de la congregación.

Durante diez horas, el misionero se abrió paso a través del espeso follaje en medio de animales salvajes para llegar a las tribus indigentes y comentó: “Como su nombre lo indica, El Impenetrable, la dificultad de transitar se debe a su vegetación agreste y tupida. Es un riesgo; la abundancia de cactus, arbustos y animales como jaguares, pumas y víboras son una amenaza para quienes intentan transitarlo”.

Los grupos étnicos nativos de la zona sobreviven a duras penas, con escasez de alimentos, desnutrición generalizada y malas condiciones sanitarias. “Las necesidades son extremas en todos los sentidos. Nuestro misionero conoce cada ruta y cómo llegar a los indígenas de este lugar para llevar la Buena Nueva del Evangelio y mostrar el amor de Cristo a esta zona remota”, comentó el líder.

Con bancos hechos a mano colocados debajo de los árboles, la congregación se reunió para escuchar la Palabra de Dios. “Ellos adoran a Cristo sin importar si les pega el calor o el frío”, dijo el líder. “Sin lujos ni construcciones modernas, nuestro misionero predicaba la Palabra de Dios. Muchas personas, llorando y quebrantadas, recibieron a Cristo en sus corazones. El Señor libró al trabajador de todo mal y peligro, y estaba profundamente agradecido por la oportunidad”.

Misión cumplida

El misionero local visitó a varias comunidades de la selva en el viaje, a pesar de los pronósticos de lluvia y calor intenso, “Después de hacer un viaje de varios días predicando el Evangelio en varios lugares y pueblos de El Impenetrable, regresó a su casa muy cansado. Cumplió su compromiso ante Dios. Está agradecido con el Señor por permitirle viajar nuevamente y predicar el Evangelio, ya que en el tiempo de la pandemia era imposible salir”, compartió su líder.

Además, agregó que “los pueblos tribales han experimentado el amor de Dios de varias maneras gracias al ministerio, el cual procura también la satisfacción de emergencias de salud, ofreciendo atención médica básica y enviando a quienes necesitan mayor atención a un hospital de la ciudad, proveyéndoles también los medicamentos. Un funcionario local agradeció estos alcances y prestó su apoyo”.

Destacó, asimismo, que los medicamentos y todo lo necesario llega a la tribu gracias al primer ingreso del misionero: “Las autoridades y el personal del hospital, conmovidos y agradecidos, dieron gracias a Dios por esto, ya que los medicamentos escasean y los pacientes de otra manera no pueden continuar con sus tratamientos. Oremos al Señor por nuevos proyectos y continuidad de la buena relación con las autoridades locales, a fin de ser bien recibidos para seguir testificando de Cristo”.

Uno de los testimonios que fue compartido por los líderes fue el de un argentino de 49 años, de ascendencia principalmente española, quien se acercó llorando al misionero tribal y le dijo que no sabía cómo librarse de la depresión. Los obreros le hablaron del amor de Cristo, y el hombre humildemente lo recibió en su corazón.

Redacción
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