Dios nos creó con talentos y habilidades para movernos, correr, saltar, nadar, patear, lanzar, atrapar, etc. Y además el deporte se realiza en comunidad, para el beneficio de otras personas, ya sean compañeros, rivales o aficionados.
El deporte es un regalo de Dios, y por ende es bueno. Sabemos que Dios no creó directamente cada uno de los deportes que conocemos hoy en día, ni estableció las reglas que se aplican dentro de la competición, pero Dios sí creó al hombre a Su imagen y semejanza, eso significa, entre muchas cosas, que tenemos creatividad, o sea, la capacidad para crear.
El deporte es bueno, pero como todo en este mundo, el deporte ha sido corrompido por el pecado. Muchas veces deja de ser una expresión de la creatividad de Dios en nosotros y usamos esos talentos y habilidades para nuestra propia gloria, para hacernos grandes y muchas veces el deporte se convierte en un ídolo o incluso lo usamos como un medio para intentar ser como Dios. En el deporte podemos ver las consecuencias y los efectos negativos del pecado y también vemos un reflejo de lo que sucedió en el Edén, con la caída de Adán y Eva al dejarse engañar por la serpiente y desobedecer a Dios.
«El deporte era un ídolo en mi corazón. Sin darme cuenta, todo mi enfoque, toda mi esperanza, toda mi identidad y todo mi sentido de propósito estaban en el deporte».
Hasta que el deporte me falló. Por más que intenté aferrarme, llegó un momento en mi vida en que el deporte ya no estaba y entonces me tuve que enfrentar a la realidad. Y mi realidad en ese momento era que mi vida ya no tenía significado ni propósito. Hasta que conocí a Jesús, cambió mi vida y en Él encontré el verdadero propósito de la vida y un nuevo rol y llamado en el mundo del deporte.
A medida que seguía conociendo más a Dios y crecía en mi fe y mi relación personal con Jesús, fui entendiendo que el deporte había ocupado el lugar de Dios en mi vida.
Eso no significa que el deporte era algo malo en sí, sino que por causa de mi naturaleza pecadora tenía una perspectiva equivocada del deporte. Después de algunos años entendí que Dios sí me creó con talentos, habilidades y pasión por el deporte y como es un regalo y don de parte de Dios lo podemos disfrutar, pero siempre debo recordar que no es para mi propia gloria y hacerme grande a mí mismo, sino que es para la gloria de Dios y para bendecir a otras personas.
De hecho, algo de lo que no se habla mucho ni en el mundo secular ni dentro del cristianismo son todas las enseñanzas que podemos tomar del deporte y todos los paralelos que vemos en relación a la vida en general, desde cómo debemos relacionarnos con otros hasta cómo enfrentarse y lidiar con las dificultades, caídas y pérdidas o derrotas en la vida.
El deporte es mucho más que un medio de diversión y entretenimiento y si tenemos una perspectiva correcta y balanceada podemos aprovechar todos los beneficios que nos da el deporte parra la vida personal de cada uno y también como herramienta de transformación en las comunidades.
En la Biblia podemos encontrar varios pasajes donde se menciona el deporte, especialmente el correr (era una de las principales competencias de los juegos olímpicos antiguos en Grecia) como una analogía para ayudar a la audiencia a entender mejor lo que se está enseñando.
Por ejemplo, el apóstol Pablo en su primera carta a los corintios les dice que, así como los corredores en una carrera corren para obtener el premio, una corona material y pasajera, así debemos nosotros correr, vivir la fe, para ganar y obtener el premio el cual es una corona espiritual y para la eternidad. De igual forma Pablo cuando le escribe a Timoteo casi al final de su segunda carta sabiendo que ya estaba próximo a morir, lo trata de consolar y animar diciéndole que él ha terminado su carrera y que ahora le espera su corona que Dios mismo le otorgará.
El deporte es una gran bendición, pero ha sido corrompido por el pecado, y Dios me ha puesto como atleta en el mundo del deporte para ser luz y sal e influenciar a otros atletas a que vivan el deporte y la vida de acuerdo al diseño original de nuestro Creador y juntos usemos esta plataforma para proclamar el Evangelio y ayudar en la transformación de la sociedad.
Yo no tuve la oportunidad de cumplir mi sueño personal de competir a nivel profesional, pero Dios me ha dado el privilegio de seguir jugando y hacerlo incluso en diferentes países y poder compartir mi historia y predicar el Evangelio a cientos de atletas. ¿Y tú cómo crees que puedes usar tus dones, talentos, habilidades y pasiones para el reino de Dios aquí en la tierra?
Isaac Enseñat
Misionero a tiempo completo con Cru en Panamá, liderando el ministerio deportivo Atletas en Acción, en el cual trabajo con profesionales panameños de las disciplinas deportivas del país, capellán deportivo en competencias internacionales como los juegos centroamericanos. También, coach del movimiento Total Fit. Soy apasionado del fútbol.