Cuando Jesús nos invita a seguir sus pasos, Él también nos guiará a compartir las buenas noticias (Marcos 1:17).
Nunca pensé que después de tantos años tendría que responder al ven de Dios, así que junto a mi esposo y mis dos hijos Josías y Kiara, el Señor nos condujo a una tierra totalmente desafiante y desconocida… Puerto Iguazú, Misiones.
Desde unos años antes, el Señor me estaba diciendo que mi tiempo allí había terminado. No era algo que me gustaba escuchar, implicaba dejarlo todo una vez más y volver a comenzar, solo que esta vez dolía más, mucho vivido, construido, una gran historia…
Recuerdo haber llegado a vivir a un departamento pequeño donde estuvimos tres meses. Estaba llena de temores, incertidumbre, pérdida. Comenzaríamos una tarea pionera, pero Dios estaba por hacer algo mucho más allá de mi entendimiento.
Todo era un gran desafío. Teníamos que alquilar una casa y pasaba el tiempo para irnos de donde estábamos y no podíamos encontrar nada. Recuerdo clamar al Señor muchas noches… Y, de repente, un milagro: conseguimos la casa, solo que esta estaba muy sucia y abandonada.
En unas de esas grandes limpiezas, pintando lo que sería nuestra habitación me quebré en llanto, preguntando “¿Por qué aquí Señor?!!”. Y escuché su voz audible: “Mariana, ¿me sigues amando?”.
Jesús nos hace pescadores de corazones, buscadores de almas y salvadores de vida. Él vivió con una identidad y un enfoque misionero muy claro, Él se conocía a sí mismo como un embajador representando a su Padre. Jesús se autorevelaba como un enviado por su Padre, esto le dio propósito y dirección a su vida terrenal. Él era un agente del Reino. En el evangelio de Juan Jesús mencionó varias veces la frase “El padre que me envió”.
Para comprender la misión de Cristo, necesitamos comprender al Padre que envía. La delegación de Jesús significa que su misión se convierte en la nuestra. Dicho esto, junto a mi familia hemos sido respuesta durante veinte años al llamado de Dios de “vengan y síganme…” aferrándonos a nuestro lema de JUCUM: Conocer a Dios y darlo a conocer. Llevábamos diecisiete años sirviendo en JUCUM Corrientes Capital.
Visión es tener fe para lo que Dios puede hacer por medio de nuestra vida
En esta casa hemos pasado por todo: desiertos, momentos de mucha soledad, los dueños nos han pedido salir, ver cómo pagar el alquiler, impuestos, paredes llenas de humedad, etc. Pero este ha sido mi lugar, mi hogar de gloria y milagros.
Después de tanto vivido, nos han prestado este lugar para establecer nuestra comunidad misionera, y fortaleciéndonos en la fe estamos construyendo y creyendo a todo lo que Dios tiene en este lugar.
Mariana Terminiello, integrante de JUCUM
Estamos trabajando con las comunidades guaraníes con estudios bíblicos y reuniones de misiones. Hemos abierto nuestra primera Escuela de Discipulado y Entrenamiento (EDE) en el 2019, trabajando con el ministerio de King´s Kid y vamos por más. Vamos detrás de Jesús, siguiendo sus pasos.
Recibir de Dios es parte del proceso del envío, la gran comisión es una carrera de relevos que nuestro Jesús comenzó y continuará hasta que Él regrese. La gran comisión es un tiempo para pintar el cuadro grande, se trata de una visión más amplia… Jesús sigue enviándonos.
Visión es tener fe en lo que Dios puede hacer por medio de tu vida en este mundo, Él es grande. Que la grandeza del Señor moldee el tamaño de tu visión, que la fe se levante en nuestros corazones.
Autora: Mariana Terminiello
Con nuestra familia somos misioneros en Argentina hace 20 años. Estuvimos en Corrientes capital y desarrollamos un ministerio por 17 años, trabajando en escuelas de entrenamiento misionero y arte, llevando equipos a diferentes países como Ecuador, Venezuela, Perú, Chile, Bolivia, México, Paraguay, Inglaterra. Actualmente estamos hace tres años en Puerto Iguazú, Misiones, Argentina, enfocándonos en las comunidades guaraníes.