Está cerrando lo que algunos conocen como “El mes de la Biblia”,y cabe reflexionar cómo es que la Biblia impacta nuestras vidas y hasta dónde la dejamos llegar.
¿Sigue siendo “como espada de dos filos que penetra hasta las coyunturas” o nuestra lectura bíblica es tan rápida, superficial y superflua que no impacta siquiera nuestra epidermis?”
Vivimos en un momento histórico-socio-cultural en el cual la urgencia nos apremia; queremos recetas fáciles, poca inversión de tiempo. Pareciera que tener todo para que la vida se nos haga más ágil y así “tener tiempo” para lo importante, se transformó en una vorágine de actividades sin fin.
Entonces, bajo estos parámetros, nos acercamos a la Palabra de Dios, y es más, así algunos pretenden vivir el evangelio. Un Evangelio, de instante, de “llame ya”, Evangelio de WhatsApp, de frases de éxito y recortes faltos de exégesis.
En muchas ocasiones se ha utilizado la metáfora del alimento para hablar de lo que significa nutrirnos del Evangelio por medio de la Palabra de Dios; necesitamos comer alimento sólido, dejar de tomar leche, y menos leche adulterada.(Hebreos 5:12 y 14). Justamente lo que a veces se observa es una búsqueda en la Palabra de Dios, muy sesgada, antropocéntrica, es decir centrada en el bienestar personal. Una búsqueda cargada de hedonismo; solo leemos aquello que satisfaga nuestro ego, resuelva nuestros problemas y ponga una capa de Gracia sobre nuestros pecados.
Siguiendo con la metáfora bíblica del Evangelio como alimento; ¿qué tipo de acercamiento tenemos hacia la Biblia? Podríamos pensar en por lo menos tres opciones:
El tenedor libre:
Los que leen un poco de todo; sin profundizar mucho y devorando todo aquello que parezca una palabra de éxito, una promesa incondicional o un resguardo contra el enemigo. Los recortes “tomados de los pelos”, los atrapan rápidamente. No hay profundidad, estudio sistemático, ni hermenéutico, hay voracidad. Aquí el comensal elige un poco de todo para no perderse nada, casi sin disfrutar a pleno el manjar que podría significar una lectura comprometida del texto.
La dieta balanceada:
Los que encuentran en la Palabra de Dios el alimento cotidiano, en la medida justa por la cual son tanto confrontados, exhortados, acariciados, animados, enseñados, fortalecidos, desafiados. Una lectura balanceada propicia una vida balanceada y un carácter cristiano creciente.
Un lector de dieta balanceada deja hablar al texto en toda su expresión y fuerza, aunque trastoque los vericuetos más íntimos y desafíe la vida al cambio real y a la toma de decisiones personales. Una dieta balanceada no elige sólo aquellos pasajes que llenan de fuego, coraje y fervor, sino también esos difíciles de digerir, que desafían al intelecto, las emociones y la voluntad.
Una dieta alta en interpretación exegética, alta en dependencia de la luz del Espíritu y baja en lectura chatarra.
El lector Vegano:
Esta nota de ninguna manera pretende definir Veganismo Sí o No; solamente en esta utilización de lo metafórico, busca analizar la realidad de los cristianos sin “carne ni sangre”.
El Veganismo se caracteriza (a grandes rasgos y entre otras cosas) por una alimentación deslindada de la carne y todo aquello que pueda representar sufrimiento o muerte de un ser vivo. Lamentablemente hay cristianos así: quieren vivir un evangelio sin cruz, sin muerte, sin sacrificio. Esto es imposible, la Palabra de Dios es vida, luz, brújula y cruz; la de Cristo, y la nuestra.
Una lectura sesgada del texto, en este sentido, es aquella que solo pone el acento en la Gracia, el perdón, la oportunidad, los derechos adquiridos como herederos y más. Por otro lado, lo que representa sacrificio, compromiso, entrega total, muerte al Ego, señorío de Cristo es dejado a un lado.
La cultura actual, pone al sujeto en un lugar de búsqueda del placer personal, la libre elección, la satisfacción urgente y el fortalecimiento de parámetros que poco tienen que ver con la renuncia, entrega y muerte al yo que significa pasar por la Cruz. Una dieta balanceada de biblia, propone necesariamente tanto la Gracia como la renuncia.
“No hubo redención sin cordero, no hay Evangelio sin sacrificio de la carne”.
Y no solo el cordero perfecto dio su vida y ofició un sacrificio perfecto; sino que nosotros necesariamente debemos morir cada día un poco más para que su vida se manifieste en nosotros.
Cómo comemos es importante, lo que comemos también, entonces ¿Qué tipo de lector bíblico vamos a ser?
Vayamos a la Biblia, utilizando una dieta balanceada, dejemos que nos traspase, que el autor divino transforme nuestro carácter, muramos al Yo. Dejemos que la espada de dos filos nos discierna hasta lo más profundo, y así consumar destino reflejándolo en el mundo. Vivamos el evangelio en toda su plenitud. Disfrutemos la Gracia mientras dejamos morir la carne en nosotros, no seamos glotones o veganos espirituales.