Liliana Saez es una señora de La Plata, que junto a su esposo Rubén, fundaron el Ministerio Carcelario «Aún Hay Esperanza» en la prisión de mujeres Los Hornos.
El apodo que le pusieron dentro es “Mami Lili”. Ella cuenta que comenzaron a evangelizar en la Unidad 33 por voluntad de Dios. El inicio fue cuando hace dos décadas unos amigos de ellos le pidieron alcanzarlos a la cárcel ya que su auto se les rompió. Así lo hicieron en tres oportunidades en las que ellos le contaban la situación dentro de la cárcel, hasta que un día sus amigos se mudaron y no fueron más allí.
“Sentí algo en mí que me decía que había que volver”
Liliana Saez,pastora de la iglesia Una Vida Mejor
Ante esta situación comenzaron a averiguar cómo era el trámite y descubrieron que solo podían entrar si tenían una recomendación o si pedían su ingreso. De todas formas, ellos se aferraron a la oración y cuando se presentaron la primera vez solos, los comisarios le permitieron el ingreso por ser pastores solo por única vez.
“Cuando entramos, fue difícil, después de muchas revisaciones y puertas llegamos al patio de visita, ahí había mucha gente fumando y música muy fuerte” describe Lili. Entre todas las personas, la pastora cuenta que una mujer se les acercó y les preguntó si podían dar una charla y orar con ellos, ellos afirmaron y reunieron a todas las visitas que esperaban ver a sus parientes, y ahí les hablaron en grupo sobre Dios.
“asi empezó el ministerio, orando a los parientes que iban a visitar a las mujeres presas”.
Liliana Saez,pastora de la iglesia Una Vida Mejor
Luego de esa visita, Lili expresa que consultaron cómo podían seguir yendo y luego de pedirle a Dios esto, lograron tener un permiso especial para asistir cada quince días a la sala de visita por un tiempo. Allí ellos llevaban una guitarra para adorar y recursos materiales para las madres y niños que se encontraban en la cárcel.
“Aunque nunca ore por un ministerio carcelario, Dios nos llevó ahí, por eso un día decidimos ir más allá del patio de visita”, comparte Lili. Ella admite que a través de la oración pudieron conseguir las credenciales y recuerda que una de las primeras mujeres que conoció es de Perú, una joven que vino embarazada y sola desde su país y terminó en la cárcel, lugar donde nació su hija, quien lo llamaba papá a su marido. La pastora confirma que hoy, ambas están en libertad y predican la Palabra de Dios en su nación.
Previo a la pandemia, Lili junto a su esposo ingresaban al patio central de las celdas cada quince días. Durante los encuentros llevaban mercadería, ropa y una Palabra de Dios. “Algunas mujeres solo vienen por los panes y los peces, lo material” expresa Lili, pero aclara “eso no importa porque Dios de a poco va obrando en sus vidas”.
Lili detalla que, además, cada tres meses realizaban una reunión grande en la cual invitaban predicadoras, gente de la iglesia que fuera peluquera, manicura, para capacitarlas en el oficio. En estos encuentros, la pastora menciona que eran desde la mañana hasta la tarde y luego se finalizaban con cultos y bautismos.
“Antes no se permitía hacer bautismo, pero oramos y luego que nos permitan, muchas mujeres pudieron tomar esta decisión para sus vidas”
Liliana Saez,pastora de la iglesia Una Vida Mejor
La pastora describe que son fiestas para el Jesús, porque las mujeres abandonan su pasado y deciden vivir para Él y no el mundo. Por eso, Lili cuenta “luego de los bautismos tenemos alabanza, un almuerzo, un culto y para finalizar la cena del Señor sin alcohol”. Un evento en el que también destaca que están presentes sus hijos y ven el ejemplo de sus madres.
En relación a los más chicos que viven junto a sus madres en la cárcel, Lili confirma que junto a ellos van líderes de la iglesia para hacer escuela dominical para los niños mientras ellos hacen los cultos.
“A los niños les enseñamos a orar y a entender que la oración es la que perdura durante toda la vida”
Liliana Saez,pastora de la iglesia Una Vida Mejor
Lili expresa que no solo atienden a las mujeres y niños dentro de la cárcel, sino que también a los hijos de aquellas señoras que tienen sus chicos de afuera. Así también, a quienes están con arresto domiciliario. “Nosotros recibimos de parte de Dios ayudarlas a ella también y enseñarles a hacer actividades para conseguir su dinero”, destaca la pastora.
Lili afirma que junto a diferentes iglesias evangélicas pudieron otorgarle a mujeres que están con arresto domiciliario maquinas de coser y hornos. Estas donaciones son con el fin de que ellas puedan hacer manualidades y vendan desde la ventana de sus casas. Algunas ropas son para quienes se encuentran dentro de las celdas, madres e hijos, otras las arreglan y sus familiares las venden en ferias habilitadas los fines de semana.
Actualmente ante la pandemia, ellos no tienen permitido el acceso dentro de las celdas pero continuan yendo cada quince días y se acercan a las puertas de la cárcel Los Hornos para dejar bolsas para las mujeres. Lili aclara que dentro de la unidad hay coordinadoras que son quienes entregan los materiales.
En relación a los niños, Lili cuenta que algunos no pudieron salir ni continuar con sus estudios durante el aislamiento social, por eso, una de las iglesias donó un televisor y reproductor de DVD con distintos videos para que puedan continuar su educación. Además, le entregaron un tobogán y una calesita para que este en el patio central así juegan los mas pequeños allí.
«Todo lo que llevamos es bendición de Dios, el pueblo de Él las bendice un montón»
Liliana Saez,pastora de la iglesia Una Vida Mejor
Liliana cuenta que el mensaje que les dejan a las mujeres de la cárcel es a través del ejemplo, «que nos preocupemos y no las abandonamos, aunque no seamos sus parientes, y allí les interesa la Palabra con el ejemplo«. Además, la pastora agrega que a pesar del pasado de cada una, el objetivo de cada predica es que «se puede continuar con una vida nueva junto a Dios».
En relación al seguimiento de cada una de ellas, Lili describe «nuestra tarea esta empezada, después en cada barrio hay diferentes iglesias y cada pastor continua». De todas formas, ella afirma que junto su marido muchas veces quisieron abandonar la tarea con idea de que el mensaje de Él no llegaba, pero asegura» cuando queríamos bajar los brazos siempre nos llegaba un mensaje de agradecimiento o nos encontramos a alguna de ellas en libertad por la calle, la respuesta de Dios está presente en todo momento«.
Además de todas las actividades presenciales, Lili destaca que a la mañana y noche le manda textos bíblicos a celulares habilitados y les pregunta como están ellas y sus hijos. «Los domingos le mandamos las predicas de la iglesia, se la grabamos y la pueden ver por YouTube». Su tarea de evangelización continua latente hace veinte años y «mamá Lili» afirma que continuará hasta que Dios lo siga permitiendo .
Si quieren colaborar con el ministerio a continuación le compartimos la imagen de contacto.