Vivimos en tiempos de interconexión virtual con la posibilidad de acceder a nuestras reuniones cristianas por medio de las redes sociales y pocas personas en el culto presencial. Pero, en medio de esta vorágine de sesiones de zoom y encuentros en vivo por internet, ¿sabemos lo que sucede en la vida de nuestros pastores y líderes? ¿Hemos estado orando por ellos?
Hace unos años un hombre común como Richard Phillips, esposo y padre de familia, capitán del buque Maersk Alabama, enfrentó un peligro extraordinario al ser secuestrado junto con su embarcación por piratas somalíes en el Océano Índico. Él no dudó un segundo que debía asumir su responsabilidad como jefe de la tripulación, y por ello decidió poner su vida en riesgo para salvar la de los integrantes de su equipo.
La historia concluye en que, luego de negociar largamente con los asaltantes, consiguió liberar al barco y su gente a cambio de quedar cautivo él mismo. Paralelamente, nuestros pastores son responsables de una embarcación llamada iglesia local o congregación y enfrentan a diario duros desafíos para cuidar de ella.
Entendiendo esto, ¿cómo podríamos serles de ayuda eficazmente? ¿Cómo acompañarlos en la tarea que les ha sido delegada o animarlos cuando pasen por las turbulentas aguas de cansancio?
Lo podemos lograr orando:
Por protección hacia ellos. Cuando la responsabilidad de nuestros pastores afecta directamente las áreas espiritual y social de una comunidad, sabemos que serán objeto de lucha y adversidad por parte del enemigo.
En una oportunidad el rey Herodes, luego de matar a Jacobo, encarceló al apóstol Pedro poniéndolo en custodia de cuatro grupos de cuatro soldados cada uno. La Biblia destaca: “… pero la iglesia hacia sin cesar oración a Dios por Él” (Hechos 12:5).
En aquella misma noche se presentó un ángel del Señor y despertando a Pedro le indicó que se levantara y las cadenas cayeron de sus manos. Entonces, envuelto en su manto, siguió al ángel a través de las puertas que este iba abriendo hasta salir de la cárcel.
El secreto, había una iglesia que se puso de acuerdo en oración por su protección, logrando abrir puertas imposibles.
Orando por sus familias. Para un pastor, su familia es una de las áreas más sensibles, pues sus miembros son quienes integran el equipo pastoral de manera implícita, brindándole soporte emocional y afectivo. Ella está constituida de personas normales como nosotros, pero con una disposición fuera de lo común. Los hemos visto aguardando por él largas horas y son quienes nos han acompañado, compartido y provisto en nuestras necesidades más de una vez.
El pastor no tendrá problemas en enfrenar situaciones de crítica o ataques contra su persona, pero cuando su familia es el objetivo, puede llevarlo a vivir niveles de angustia impensados para muchos de nosotros. Por ello debemos siempre cubrir a la familia pastoral en oración.
Orando por ánimo y fortaleza. Según una investigación hecha entre 1989 y 1998 por FASCILD (Francis A. Schaeffer, Instituto de Desarrollo de Liderazgo de la Iglesia en Estados Unidos) se concluyó que la actividad pastoral es de las más peligrosas por ser la más estresante y donde se enfrenta más a menudo la frustración, incluso por encima de otras profesiones de riesgo.
En otra encuesta sobre 1050 casos de pastores se estableció que:
- El 70% de los pastores están tan estresados y agotados que regularmente están pensando en dejar el ministerio.
- El 90% de los pastores afirmaron que se fatigan y se sienten agotados semanalmente e incluso a diario por su labor.
- El 57% dijo que se iría si tuviera un lugar mejor a donde ir con un trabajo secular.
- Y solo el 23% se sentía feliz y contento con lo que son en Cristo, en su iglesia y su familia.
En el libro de Éxodo, la oración por el líder llegó a tomar forma física. Cuando en la batalla de Refidim los amalecitas pelearon contra Israel, desde el monte del collado Moisés se mantenía con la vara en su mano, y mientras él la alzaba, Israel prevalecía.
Pero en un momento dado, sus fuerzas se agotaron, entonces Caleb y Hur, tomando la iniciativa espiritual, hicieron sentar a Moisés sobre una piedra y, ayudándolo, sostuvieron sus brazos, uno de cada lado, lo cual determinó la victoria para el pueblo de Dios (Éxodo 17:12).
Nuestra oración tiene el poder de sostener a nuestro pastor o líder y ser vital a la hora de conquistar en la batalla. Si sus brazos son levantados, la vida de muchos también lo será.
Cuando oramos podemos acompañar a nuestros pastores aunque no estemos presentes, abrazarlos aunque no sientan nuestros brazos, sostenerlos aunque no sea con nuestras capacidades. Por ello nunca subestimemos lo que puede lograr una oración de corazón por aquella persona que ha tomado el desafío de amarnos, liderarnos y velar por nosotros.
“Os rogamos, hermanos, que reconozcáis a los que trabajan entre vosotros, y os presiden en el Señor, y os amonestan” (1Tesalonicences 5:12).