La noche del viernes 26 de noviembre de 2021 trascendió la noticia sobre el crimen de Abel Lucio Dupuy, un niño de tan solo 5 años, asesinado con saña por su madre biológica, Magdalena Espósito Valiente (24) y su novia, Abigail Páez (27). Este horrible suceso se hizo eco en todos los medios de comunicación y, mientras pasaron los meses, hoy se conocerá la sentencia definitivamente para ambas acusadas. Pero aún así quedarán una serie de preguntas sobre nuestro sistema judicial, en medio de una batalla cultural e ideológica que termina siendo, la mayoría de las veces, extremista, peligrosa e injusta.
UNA JUSTICIA SESGADA POR LA IDEOLOGÍA DE TURNO
El calvario que vivió Lucio no tiene nombre, pero sí muchas interrogantes. Podemos plantear algunas rápidamente: ¿Por qué la justicia argentina decidió ignorar las repetidas advertencias del padre biológico? ¿Qué respuesta exprés, como en 2020, cuando se debatió apresuradamente la despenalización del aborto, le van a dar a todos los Lucios que sufren violencia de parte de sus progenitores o tutores?
Es difícil tener esperanza en un país cuyo aparato jurídico y político no defiende la vida de los más indefensos o solo se centra en defender una postura ideólogica que combatir el verdadero problema, la maldad humana. Entonces, ¿qué queda para el resto de los ciudadanos? Es menester que nuestro sistema judicial sufra una reforma profunda, de raíz y de manera equitativa e inmediata. Porque es imposible ignorar que sobre la justicia, en ciertos casos, se vive interponiendo la ideología de turno, cuando lo que debe regir una nación son las leyes fundamentales que responden a la Constitución Nacional.
Artículo 4 – DEL DERECHO A LA VIDA
El derecho a la vida es inherente a la persona humana. Se garantiza su protección, en general, desde la concepción. Queda abolida la pena de muerte. Toda persona será protegida por el Estado en su integridad física y psíquica, así como en su honor y en su reputación. La ley reglamentará la libertad de las personas para disponer de su propio cuerpo, sólo con fines científicos o médicos.
¿El feminismo solo defiende la vida de la mujer?
Recuerdo aquellos días en que la noticia fue portada en todos los medios, pero sin embargo el caso de Thelma terminó opacando el crimen de Lucio, y no vimos al colectivo de actrices argentina emitir algún comunicado o repudio sobre este caso, ni tampoco levantó la voz por el niño que fue asesinado por una pareja del mismo sexo que, con cierta tonalidad de odio, declaraba en sus redes sociales ser feminista. ¿Thelma fue más importante que Lucio? ¿O hay algunos tipos de violencia que no están en la agenda del feminismo? Quizás solo representen las causas que sirven para su lucha únicamente.
Volviendo a la justicia argentina, y a nuestros políticos. Creo que le deben una explicación y unas disculpas a Christian Dupuy, padre de la víctima, que denunció en reiteradas oportunidades el calvario que sufría su hijo, sin contar el testimonio de los vecinos. ¿Por qué tenemos una justicia que valora más el género que la violencia en sí? ¿Habrá algún juez que pueda explicarnos esta disyuntiva? Y qué de aquellos padres que sufren violencia psicológica y económica de parte de las madres de sus hijos, que quedan archivados, en silencio y en olvido. Insisto, ¿alguien podrá darnos una respuesta? ¿Es tan difícil cumplir y regir las leyes según nuestra constitución? ¿o ya perdió vigencia y no nos dijeron?
¿Por qué tenemos una justicia que valora más el género que la violencia en sí?
La Corriente
EL PROBLEMA CENTRAL: LA VIOLENCIA
Otra de las preguntas que siguen resonando como ecos interminables en nuestra sociedad es si la violencia conoce de género. Aunque la respuesta parezca obvia para la mayor parte de la sociedad, no es tan evidente para aquellos que terminan cayendo es discursos demagógicos y con una visión sesgada por el odio, el rencor hacia una cultura machista, pero, que en sí, termina poniendo a todos los hombres dentro de una misma bolsa. Por ende, toda objetividad, raciocinio y lógica quedan anulados, porque carecen de un fundamento sólido. Tan solo queda sonando un vestigio de lo que se supone que tendría que ser más justo en nuestras sociedades.
La violencia no es un problema de género. El odio, los asesinatos, las guerras y toda clase de mal salen del corazón. Ya lo dijo Jesús en Marcos 7:21. La violencia es un problema de la naturaleza pecaminosa del hombre, y no distingue raza, religión, partido político ni género. El odio es una sustancia que proviene de un alma muerta, que no conoce la vida redentora de Dios. Ya saben como dice el refrán «aunque la mona se vista de seda, mona queda». Acá podríamos decir «aunque el muerto se vista de…». No se puede maquillar lo putrefacto de un corazón, así como tampoco se puede adiestrar a un lobo. Por eso, nuestras leyes deben garantizar un marco de igualdad para todos, porque la maldad no discrimina género, ésta opera en cualquier ser que esté dispuesto a ejecutarla.
la maldad no discrimina género, ésta opera en cualquier ser que esté dispuesto a ejecutarla.
La Corriente
LEY EXPRÉS
Recuerdo que hace dos año atrás, en el mes de diciembre, se llevó a Diputados y al Senado la tratativa de una ley que no necesitaba un tratamiento urgente en medio de una crisis sanitaria, social y económica. Pero sucedió, la agenda estaba marcada y se aprobó la despenalización del aborto. La centralidad de la discusión giró en torno a todas las mujeres que morían cuando se practicaban un legrado clandestino. ¿Será que necesitamos hacer más estadísticas de todos los niños que sufren violencia, sin importar el género, para que la justicia actúe rápidamente?
Según cifras aportada por el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación, en 2020 se registró un aumento del 20% de los llamados a la línea 137 por violencias intrafamiliares y/o sexuales respecto del año anterior. Según los datos publicados, la violencia familiar aumentó un 28% y los abusos sexuales, un 13%. Lucio no es un caso aislado, esperamos que lo que sucedió encienda todas las alarmas y no se lo considere como un simple hecho más sino como el caso que se visibilizó en nuestro país para destapar la olla de lo que viene sucediendo hace tiempo.
¿Será que necesitamos hacer más estadísticas de todos los niños que sufren violencia, sin importar el género, para que la justicia actúe rápidamente?
La Corriente
Esperamos que los políticos y los distintos actores de nuestra sociedad tengan la misma urgencia que tuvieron hace dos años en aprobar una ley que solo piensa en dar muerte, y piensen en las leyes que puedan salvar la vida de miles de niños que sufren en silencio un maltrato que familiares y vecinos denuncian, pero aún así quedan en la nada, que al fin no queden sin las respuestas que les garantiza nuestra Constitución Nacional. Que los políticos trabajen por una sociedad con leyes más justas, sin tanta ideología, sin tanta agenda, sino con más empatía y equidad, tal como juraron al asumir su cargo. Que Dios y la patria se lo demanden.