Me encanta leer sobre culturas y amo ver a Jesús enseñando sobre la cultura del Reino, esa que vino a traer a la Tierra. Pero, a veces, leyendo sus ejemplos y comparaciones, me doy cuenta de que sus enseñanzas están libres de prejuicios.
Es porque en su Reino no los hay.
Por eso me llama poderosamente la atención este pasaje de Mateo donde le dice a sus discípulos: “sean astutos como serpientes y sencillos como palomas” (Mateo 10:16),
¡Upa!
La serpiente. Quién no ve una y sale corriendo, ¿no?
Le tenemos miedo. Escapamos de ella por su malvada apariencia, por su veneno que puede matarnos o hacernos pasar un mal momento y por el hecho de que sea diferente a cualquier animal conocido.
Prejuicios, basados en una apariencia poco estudiada.
Pero Jesús dijo: «sean como…». Astucia.
Para los amantes de los documentales frikis como yo, viendo a las serpientes aprendí que:
- – Es un animal que no se mete en problemas; suele vivir alerta por miedo a depredadores.
- – Conoce muy bien sus limitaciones y sabe a dónde ir y a dónde, no.
- – Espera paciente su momento para alimentarse y una vez que come no busca causar mayores problemas ni pasarse de rosca comiendo.
- – Su veneno lo utiliza para protección y para cazar su alimento.
- – No busca lastimar; su forma de andar y su veneno son su defensa ante una amenaza.
Y la astucia es: «Habilidad para comprender las cosas y obtener provecho o beneficio mediante engaño o evitándolo».
¿Por qué Jesús nos pediría ser astutos como serpientes?
¿Para qué usaríamos la astucia en nuestra vida?
¿Qué tiene que ver con su Reino?
Ahí comprendí la comparación de Jesús con la astucia; descubrí que cuando vamos hacia donde Dios nos dice (como cuando Jesús en el contexto de este pasaje «envía» a los discípulos), tenemos que ser astutos, hábiles para comprender las cosas y elegir muy bien qué batallas pelear y qué batallas, no.
- Dónde mostrar amor, dónde mostrar firmeza.
- Dónde invertir mí tiempo y dónde, no.
- Dónde debatir y dónde callar.
No se trata solo de ser bueno o manso. ¿Aprendemos sobre la astucia? ¿Valoramos esta cualidad? ¿O la imagen de la serpiente nos condiciona la lectura?
Y eso que no vimos por qué ser como palomas…