¿Pensaste cuántas veces descubriste con asombro que algo era muy diferente a lo que siempre creíste? Un ámbito donde esto ocurre con frecuencia es el de las palabras.
Asumimos que ese sonidito que siempre escuchamos conlleva en sí mismo una determinada idea hasta que un día alguien nos “desasna” y nos muestra cuán equivocados estábamos. Creo que algo como esto nos pasaría si la palabra en cuestión fuera apocalipsis. Salir a la calle y hacer una encuesta de opinión sin dudas nos mostraría que la mayoría de las personas tienen una idea muy equivocada de lo que “apocalipsis” significa.
Lo más frecuente es que la gente piense en este concepto como el final de algo, una tragedia, la extinción
Si esa era tu idea entonces vamos a redefinir las cosas. Acompañame. Empecemos por lo obvio para poder llegar a lo menos obvio.
El Apocalipsis es un libro de la Biblia, el último de ellos. Último en el orden y último en escribirse también. Su autor, el apóstol Juan, lo escribió siendo ya anciano, desde su encarcelamiento en Patmos, una pequeña isla en el mar Egeo. Como dice él mismo, en el día del Señor recibió la visión y la orden de escribir el libro que hoy ocupa nuestra atención.
Los autores bíblicos no solían titular sus escritos, pero el apóstol Juan comienza su redacción con las palabras “La revelación de Jesucristo…”, en griego Apocalipsis Iesou Xristou. De más está decir que es un libro de carácter profético pues su objetivo es “manifestar… las cosas que han de suceder pronto…” (Ap. 1:1).
Texto profético
Para sumar complejidad a la cosa, ahora desde la perspectiva teológica, debemos decir que el contenido del libro responde al área de la escatología. Esto quiere decir que lo que en el Apocalipsis se profetiza en su gran mayoría todavía no se ha cumplido ya que responde a la etapa final y conclusiva del eterno plan de Dios.
Otros textos proféticos, como Isaías o Jeremías, anuncian acontecimientos que ya tuvieron lugar entre sus tiempos y los nuestros.
Daniel, libro que por su contenido se estudia en paralelo con Apocalipsis, profetiza, entre otras cosas, el ascenso y la caída de los imperios de la antigüedad. El sueño de Nabucodonosor interpretado por Daniel profetizó el movimiento de la historia humana desde el Imperio Babilónico hasta el gobierno del anticristo. Así, los detalles anatómicos de la estatua van a representar la consecución de los imperios babilónico, persa, griego, romano y el del tiempo final. Cuatro de estos cinco imperios ya han dejado de ser, es decir, cuatro quintos de esta profecía ya se han cumplido.
El Apocalipsis, en cambio, enfoca su contenido profético en el futuro, el futuro de Juan, pero también nuestro futuro. Supongo que ésta es la razón por la cual este libro despierta el interés de tanta gente, incluso la gente que no pertenece a la iglesia. Prueba de lo que digo es la manera en que la industria cinematográfica ha explotado el tema en producciones como “El Anticristo”, “La Profecía” o las películas que enfocan cataclismos globales.
La consideración hermenéutica de este libro nos lleva a descubrir en él características que son prácticamente únicas en todo texto bíblico. Apenas algunas porciones de Daniel y Zacarías responden a estas mismas características. Sin embargo, esas mismas características están presentes en otros textos fuera de la Biblia.
Si está “forma” de escribir fuera propia y exclusiva del apóstol Juan, entonces podríamos decir que el Apocalipsis responde a un estilo personal de escritura.
La existencia de este material parabíblico nos confronta con la necesidad de reconocer que el libro de Apocalipsis pertenece a un género literario particular, el género apocalíptico. Entre los libros pertenecientes a este género podemos mencionar el libro de Enoc del cual procede la cita que puso en peligro la canonicidad de la epístola de Judas.
Si alguna vez te has sumergido en el libro de Apocalipsis con el fin de comprenderlo, estarás de acuerdo conmigo en decir que esa es una labor titánica. Pues debo decirte que igualmente titánico sería el trabajo de explicarte, en esta breve conversación nuestra, cuáles son las características de este género que proliferó en Palestina durante los siglos II y I a.C. y que fue propio y exclusivo de la cultura hebrea.