El presidente del partido Nos CABA y Bioeticista habla sobre el caso de la primera muerte por misoprostol prescripto de manera legal y los peligros que acarrea tanto para la mujer como para el sistema sanitario en general. También opina sobre las prioridades sanitarias equívocas que adoptó el Estado en el curso de una pandemia mundial.
LC: En este contexto sanitario en el que se dificulta aún más el seguimiento de los pacientes. ¿crees que los médicos deberían recetar misoprostol? ¿qué pensas acerca de esta droga?
GB: Ni en este contexto de pandemia, ni en ningún otro contexto, el médico nunca debería recetar el uso del misoprostol a una mujer embarazada, ya que es una droga abortiva que produce contracciones uterinas, fuertes dolores y abundante sangrado que terminan induciendo la expulsión del embrión y consumando el aborto.
Desde siempre la práctica del aborto ha sido considerada una gravísima violación a todos los códigos deontológicos de la medicina. Una profesión cuyo objeto es el cuidado de la vida y la salud, y por lo tanto, no puede sino rechazar como un aberrante contrasentido matar a un ser humano inocente e indefenso. Frente a una mujer embarazada, el toco ginecólogo está ante dos pacientes. Y en el marco deontológico, su especialidad lo obliga a velar por la vida de la madre y la del hijo.
El misoprostol provoca sangrado y fuertes dolores después de tomarlo. Normalmente dura unas horas. Es posible ver coágulos de sangre de gran tamaño o tejido en el momento del aborto. Algunas mujeres abortan antes, a otras les lleva más tiempo; pero todas, tristemente, estarán eliminando junto al sangrado a su hijo no deseado.
LC: Ante la pandemia, en vez de destinar presupuesto sanitario a estas prácticas, ¿dónde crees que debería estar enfocada la política sanitaria?
GB: Tanto el actual como el anterior gobierno, han sido fuertes promotores del aborto. Asimismo, los ministros de Salud de la anterior y de la actual gestión mantienen el mismo proyecto y comparten las mismas políticas sanitarias neo-malthusianas, que son aquellas que nos dicen que sobran personas en los países menos desarrollados.
En el hemisferio sur consumen muchos recursos, consumen recursos no renovables, producen poco, contaminan, polucionan, están parados arriba de la reserva más grande de agua dulce del planeta.
Gabriel Ballerini, bioeticista.
‘Lo menos que pueden hacer es tener cada vez menos hijos’. Esto es lo que nos dicen. ¿Por qué? Porque por cada habitante que nace en el Hemisferio Norte, nacen 5, 6 o 7 habitantes en el hemisferio Sur. Las políticas demográficas en Argentina, responden a un plan y a un diseño de políticas globalistas que responden a la agenda 2030 de los organismos internacionales, donde el establecimiento de la ideología del género y el aborto son sus principales metas.
De modo que se viene gastando millones de pesos en la compra de miles de pastillas de misoprostol para garantizar el aborto en el sistema de salud pública. Un sistema sanitario que nos dicen que en esta segunda ola de la pandemia está colapsado; no hay turnos para consultorios externos, no hay turnos para cirugías programadas, no hay atención médica sino sólo para urgencias; sin embargo, la práctica abortiva está garantizada porque el Gobierno Nacional entiende que la interrupción del embarazo (cómo ellos le llaman) es un “servicio esencial”.
Se les está pidiendo un esfuerzo económico a todos los argentinos y el Gobierno gasta millones de pesos para garantizar el aborto. El ciudadano bien pensante se pregunta si esos recursos no podrían invertirse mejor para garantizar más respiradores reactivos para test de COVID-19, o mejores sueldos destinados al tan olvidado personal de la salud. Toda pandemia produce un fuerte impacto en la economía de un país. Pero uno esperaría que haya un “criterio” razonable para la distribución de los recursos.
LC: ¿Por qué crees que ahora en los medios masivos no están hablando sobre esta investigación? ¿Crees que hay más casos como el de María del Valle que no están siendo visibilizados?
GB: Los medios son mayoritariamente progre abortistas y en consecuencia, han silenciado el caso de María del Valle González López, la presidenta de la juventud de la UCR de la ciudad de La Paz, Mendoza, de 23 años, que penosamente murió luego de la ingesta de Misoprostol. Los medios han insistido hasta el cansancio la importancia de legalizar el aborto para que sea seguro y no haya más muertes de mujeres en abortos clandestinos. Lo cierto es María del Valle no murió en un aborto clandestino. Murió por aborto legal.
LC: Algunas fuentes a favor de esta práctica justifican el hecho como mala praxis ¿Qué opinas sobre esta justificación, ya que su lema es aborto legal seguro y gratuito?
GB: ¿Mala Praxis? La indicación de misoprostol a una embarazada de por sí ya es un acto de mala praxis. Pero desde el pensamiento de quienes adhieren a la práctica abortiva, hablan de “mala praxis” para tapar el hecho de que el aborto seguro no existe. ¿Mala praxis porque se suponía que debía morir el hijo y no la madre?
Generalmente los portales feministas y folletos de propaganda de las ONG abortistas presentan al misoprostol casi como una droga inocua, desmitificando los riesgos y suavizando las consecuencias que pudieran resultar de su uso, con frases tales como “aborto seguro”, “aborto en casa, sin internación”, “sin complicaciones, fácil y sencillo”; sin embargo, es preciso mencionar las contraindicaciones, efectos colaterales y complicaciones que el misoprostol puede provocar.
En principio, está contraindicado en mujeres con antecedentes de cicatrices uterinas previas (miomectomía y cesárea); cuando se sospecha embarazo ectópico o cuando existe una tumoración anexial no diagnosticada; tampoco hay que usarlo si existe antecedentes de alergia a las prostaglandinas, disfunciones hepáticas, o cuando existen coagulopatías.
Hacerse un aborto con misoprostol no es inocuo. Las mismas organizaciones abortistas que lo promueven, reconocen sus riesgos y complicaciones.
Gabriel Ballerini, bioeticista.
Hay muchas publicaciones para persuadir a las mujeres e incitarlas en el uso de este método. De hecho, grupos de Lesbianas y feministas del colectivo LGTBI han publicado “Todo lo que queres saber sobre cómo hacerse un aborto con pastillas”, donde se induce y adoctrina a las mujeres en cómo debiera ser su práctica abortiva en sus casas y en los centros hospitalarios del sistema de salud, exigiendo sus “derechos” (entendiendo que la muerte del hijo es uno de ellos) y negando y endulzando las severas y traumáticas consecuencias del síndrome post aborto, advirtiendo:
“Es muy común que nos asusten diciendo que las mujeres que abortamos sentimos cosas terribles después de un aborto. Todas esas son pavadas para hacernos sentir mal y para que no hablemos de aborto entre nosotras”.
Publicaciones como las aludidas califica de “pavadas”, algo tonto, sin sentido, sin importancia a las consecuencias, efectos adversos, riesgos y complicaciones que pudieran surgir de la ingesta de misoprostol en dosis abortivas. Desafortunadas frases como las citadas no hace más que reflejar que a las feministas no le importa ni defiende a la mujer que dice representar, ni su salud; ya que no es una “pavada” destacar las complicaciones de una droga abortiva que nada tiene de inocua, porque causa la muerte del hijo y en ocasiones, la de la madre también.
El feminismo promovió el slogan Aborto Legal, Seguro y Gratuito y alienta el consumo de pastillas de misoprostol como si fueran caramelos. Pero “Legal o ilegal el aborto mata igual”. Lo cierto es que quedó demostrado que no existe el Aborto Seguro. María del Valle no murió por aborto clandestino. #MurioPorAbortoLegal